martes, 9 de diciembre de 2025

El Observatorio que cambió la forma de ver la alimentación y la autonomía en Colombia

 Lejos de ser un centro de análisis aislado, el Observatorio de Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional (OBSSAN) de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) se ha consolidado durante dos décadas como un puente vital entre el saber académico y el territorial. Por medio de proyectos que vinculan a las comunidades, las autoridades y la academia, ha impactado en la toma de decisiones territoriales, en políticas públicas y estrategias nacionales e internacionales, y en el fortalecimiento de la soberanía y seguridad alimentaria.

Establecido en 2005 con la misión de fomentar el diálogo de saberes y posicionar este tema en el debate público nacional, diagnosticar sus problemas e impulsar soluciones efectivas basadas en la extensión, investigación y cooperación –ejes centrales de la UNAL–, el OBSSAN nació del trabajo directo con comunidades, vinculado desde el inicio a la construcción de justicia alimentaria y a la defensa de la autonomía de los territorios.

Dicho ejercicio de diálogo de saberes entre el conocimiento ancestral y comunitario y el rigor investigativo universitario fue el fermento que dio vida al primer grupo de investigación y luego a la Maestría en Soberanía y Seguridad Alimentaria, que también cumple una década.

Para la profesora Sara Eloísa del Castillo Matamoros, de la Facultad de Medicina, una de las fundadoras del OBSSAN, “el Observatorio es la cristalización de una metodología que interpela las formas tradicionales de producir conocimiento. Con más de 80 producciones académicas entre tesis y publicaciones, la Maestría en Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional le dice al país que hay otra manera de pensar lo alimentario, posicionando la visión del alimento como un bien común y una apuesta política colectiva”.

Políticas públicas con sello territorial

El impacto más tangible del Observatorio ha sido su capacidad para incidir en políticas públicas desde y para los territorios. Su trabajo ha llegado a casi todos los departamentos de Colombia con el claro objetivo de acompañar la formulación de políticas de la mano de las comunidades organizadas afrodescendientes, indígenas, raizales, campesinas y de mujeres de diversas dinámicas territoriales, siempre defendiendo el respeto por los alimentos ancestrales y la consecución del derecho a la alimentación.

En Casanare, un territorio fuertemente impactado por la minería, el OBSSAN apoyó la construcción de una política pública de soberanía alimentaria que pervive y es defendida incluso por la institucionalidad local, demostrando que sí es posible plantear alternativas de desarrollo frente a modelos depredadores y extractivistas.

En Tumaco (Nariño), su trabajo se materializó en el Plan Alimentario Indígena y Afro (Paniat), que logró unir a las comunidades que históricamente habían estado en oposición para crear una alianza que dio vida al Programa Alimentario y Nutricional Indígena y Afro, una política premiada por la Gobernación de Nariño y que, aunque cumplió su ciclo inicial, hoy se mantiene en un proceso de reformulación para volver a ser un referente nacional de política étnica con enfoque alimentario.

En Bogotá, el Observatorio es el autor intelectual de la política pública “Ciudades alimentarias hacia la seguridad y soberanía alimentaria Bogotá 2019-2031”, una estrategia para superar la malnutrición y la inseguridad alimentaria fortaleciendo la producción local y regional, mejorando la distribución, reduciendo pérdidas y promoviendo el consumo saludable, con foco en la sostenibilidad y la participación ciudadana.

“Dicha iniciativa ha trascendido 3 administraciones distritales, lo que evidencia la capacidad del Observatorio para diseñar instrumentos de largo alcance que promueven la soberanía alimentaria en las visiones de planeación urbana”, destaca la profesora Del Castillo.

A esto se suma el proyecto de “Escuelas de líderes gestores en soberanía y seguridad alimentaria y nutricional”, un espacio creado para sentir, conversar y gestar el territorio, la comida y la vida. “Se trata de una apuesta metodológica y política para construir saberes y gestionar alrededor del alimento, para lo cual es indispensable la unión entre comunidad, autoridades locales y academia”, señala Alejandra Álvarez Alvear, magíster en Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional.

A la par, el proyecto “Cocineritos y cocineritas ancestrales” se consolidó desde 2018 como una estrategia pedagógica para entender la memoria alimentaria de las comunidades de Sopó y Sibaté (Cundinamarca), Tumaco y Guachucal (Nariño), Silvia (Cauca) y Bolivia. “Este proceso se fundamenta en la generación de procesos comunicativos desarrollados por asociaciones comunitarias para fomentar espacios de formación y apropiación del territorio”, destaca la magíster Álvarez.

Los territorios: el alma y la razón de ser

“El Observatorio no existiría ni la Maestría tendría un sujeto ni un escenario de trabajo si no fuera por los territorios. Estamos proponiendo la territorialización de los procesos de investigación, lo que se traduce en formación e interacción con el territorio y con las comunidades”, manifiesta la profesora Del Castillo.

Tal principio se ha refinado durante 20 años para convertirse en una innovadora apuesta metodológica que fomenta la territorialización de los procesos de investigación, formación e interacción social. Esto significa que el conocimiento no se extrae para ser analizado desde la distancia, sino que se produce, se valida y se aplica en conjunto con las comunidades, en un ejercicio horizontal que fortalece a la academia y al tejido social local.

La profesora Del Castillo destaca que, “uno de sus mayores aportes es demostrar que la Universidad puede salir de sus muros para co-construir en espacios en donde las políticas públicas se nutren de la sabiduría comunitaria, y en donde la soberanía alimentaria deja de ser un concepto para convertirse en una práctica concreta de justicia, autonomía y defensa de la vida y territorio”.

“Habrá Observatorio para varios años más, no es solo un deseo, sino una necesidad para que Colombia siga tejiendo, desde sus territorios más diversos y resilientes, un futuro alimentario verdaderamente soberano y justo para todos y todas”, concluye la académica.







No hay comentarios:

Publicar un comentario