jueves, 26 de enero de 2023

Es posible gastar menos energía en la producción de baldosas

 Hasta un 70 % de consumo energético puede ahorrarse mediante el aislamiento correcto de los hornos de quemado. El impacto para el sector de las baldosas sería positivo tanto a nivel económico como ambiental.

Industrias como las dedicadas a la elaboración de cerámica, vidrio, hierro y cemento suelen ser intensivas en el consumo de energía, tanto térmica como eléctrica, lo que implica un alto grado de emisiones de CO2 o dióxido de carbono al ambiente.

Harol Andrés Córdoba Enríquez, magíster en Ingeniería - Sistemas Energéticos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín, menciona que, en la industria cerámica, concretamente en el subsector de baldosas, el consumo de energía representa el 30 % de los costos de producción.

“Teniendo en cuenta la necesidad de moderar las emisiones de CO2 en razón del cambio climático, es crucial conocer e implementar las tecnologías y prácticas que llevarían a un ahorro energético eficiente”, afirma.

El proceso de elaboración de baldosas inicia con la preparación de la materia prima, en este caso el barro, que se lleva a punto para que sea trabajable en las etapas siguientes. Posterior a esto, se da comienzo a la “formación”, en la que el barro se cuece y se le da la forma deseada. Luego viene el esmaltado y la decoración y, finalmente, la etapa de quemado, en la que más energía se consume.

Los energéticos usados en la producción de baldosas cerámicas son la energía térmica, proveniente del gas natural. La matriz de consumo energético de este subsector es 80 % térmica y 20 % eléctrica.

“Hablamos de hornos muy grandes, que pueden extenderse, desde la entrada hasta el final, tanto como una cancha de fútbol. Ahí llega el barro crudo, se quema y sale como un producto listo para venderse. Además, está el agravante de que estos sistemas nunca se apagan, permanecen activos las 24 horas del día durante los siete días de la semana”, anota.

Bajo este contexto, el investigador Córdoba emprendió una revisión exhaustiva de literatura, con más dos décadas de antigüedad, enfocada en el ahorro energético con el fin de mejorar el ámbito económico de las empresas.

Señala que, “a las grandes industrias, a las personas como nosotros, nos llega la factura de energía y listo, pero detrás están los equipos y actividades que pueden significar un ahorro o no”.

En búsqueda de la alternativa idónea

En total se recolectaron 103 artículos, de los cuales se seleccionaron 52, teniendo en cuenta criterios como: que presentaran información del sector cerámico, consumos energéticos del proceso de producción de baldosas, tecnologías o medidas de ahorro energético aplicadas al sector cerámico, como también en las industrias intensivas en el consumo energético como por ejemplo cemento, vidrio, hierro - acero y que especialmente contaran con detalles técnicos y valores numéricos o porcentuales de ahorro de energía.

Entre las soluciones rastreadas, la que demostró un mayor beneficio es la relacionada con el aislamiento del horno. “Es importante garantizar que el calor interno se mantenga allí. Esto puede lograrse mediante la utilización de materiales adecuados, como los ladrillos o refractarios de alúmina, sílice o magnesio, que lo aíslen del exterior, evitando incluso que escape aire por la chimenea. Así, en lugar de desecharse al ambiente, puede reemplazar parcial o totalmente la demanda energética de este proceso”.

La recuperación de calor residual permitiría la reducción del 70 % del consumo de gas en el proceso de secado. De otro lado, está la posibilidad de implementar una producción programada, que moderaría el hecho de que el horno trabaje de corrido.

“No siempre hay baldosas quemándose, si falla una parte del proceso, por ejemplo, y hay un retraso, lo ideal sería que el horno no opere, que no queme gas sin necesidad”.

Estas dos estrategias, denominadas “de gestión”, implican, más que una inversión monetaria significativa, la toma de la decisión. “Por otro lado tenemos el cambio de tecnologías, una posibilidad para la que sí se necesita dinero”, añade el magíster.

En este último punto se encuentra entonces la compra de quemadores de alta gama para hacer más eficiente el proceso de combustión, o el ingreso de hidrógeno a los hornos para obtener mayor eficiencia.

Finalmente, un cambio en el método de producción de baldosas de gran tamaño (de alrededor de 1 metro por 1 metro), también representaría beneficio.

“Hay un tipo de proceso que denominamos ‘vía húmeda’, que es el que se utiliza para producir babosas grandes. Las más pequeñas se hacen por la ‘vía seca’. Ahora bien, la húmeda es más intensiva en el consumo de energía porque uno de sus procesos necesita mayor cantidad de agua y, por ende, luego mayor calor para secar. La idea es que se alcance un híbrido entre los dos procesos, lo que implica también cambios en la tecnología”.

Este tipo de cambios y una investigación de revisión de literatura, como la realizada por el magíster, podrían extrapolarse a las demás industrias con el fin de mejorar sus procesos, impactar de manera positiva a la sostenibilidad ambiental.







lunes, 16 de enero de 2023

Residuos agrícolas podrían suplir necesidades energéticas del país

 Las biomasas residuales -troncos, frondas o maderas- de palma de aceite, caña de azúcar, café, banano y árboles madereros, tienen el potencial de suplir gran parte de la demanda de energía eléctrica del país. Un estudio adelantado por investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá y la Universidad de Antioquia, evidenció que, el 92,51 % de la cantidad de electricidad que se requiere podría satisfacerse a través de la gasificación.

Según los informes de la Agencia Internacional de la Energía, para 2019 las energías renovables representaron el 23,2 % de la generación eléctrica mundial, mientras que la energía generada con carbono, fue del 37,8 %.

Así, la bioenergía es la cuarta fuente de energía más importante en el mundo, después del petróleo, el carbón y el gas natural. En el caso de América Latina, en 2020 se generaron 85.014 GWh de bioenergía, lo que la convierte en la segunda fuente energética más importante del continente, después del petróleo.

En el caso de Colombia, la producción de cultivos a gran escala genera un flujo constante de biomasa que podría ser aprovechada para la producción de energía. Por ejemplo, en 2019, la actividad agrícola total del país fue de 63,2 millones de toneladas, que se dividió así: caña de azúcar, 23 millones de toneladas; caña panelera, 11 millones de toneladas; racimos de frutos de palma aceitera, 6,6 millones de toneladas; plátano, 4,1 millones de toneladas; plátanos, 2,1 millones de toneladas; y arroz, 1,9 millones de toneladas, entre otros cultivos.

El potencial bioenergético de Colombia, se estima en entre 400–750 pentajulios (PJ) por año. Este se ha calculado utilizando los cultivos más grandes, los desechos animales, los residuos forestales y los residuos urbanos como las principales fuentes de biomasa considerando la cogeneración y la biodigestión como las tecnologías de transformación”.

El estudio adelantado por los grupos de investigación en Poscosecha de Productos Agrícolas del Departamento de Ingeniería Civil y Agrícola de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá y Procesos Químicos Industriales de la Universidad de Antioquia, calculó el potencial energético de residuos agrícolas disponibles en el país para generar electricidad, mediante procesos termoquímicos de gasificación, residuos que usualmente no cuentan con una adecuada disposición o aprovechamiento.

El camino

Los investigadores hicieron una revisión bibliográfica muy detallada para reconocer los procesos de aprovechamiento energético aplicados a diferentes biomasas en el país, se tomaron datos oficiales de producción de algunos procesos agrícolas y estadísticas directas de varios gremios, para posteriormente priorizar las biomasas empleando criterios técnicos, ambientales y sociales.

Las biomasas priorizadas pertenecieron a los sectores agroindustriales de la palma de aceite, la caña de azúcar, caña panelera, café, banano, reforestación para aprovechamiento de madera y adicionalmente las podas municipales.

“Se realizaron visitas técnicas a las cadenas agroindustriales que generaban las biomasas priorizadas para validar los datos encontrados en la literatura e identificar los aspectos logísticos de primera mano que permitieran confirmar la disponibilidad del material, sus características y la posibilidad de implementar la gasificación como un proceso de transformación termoquímica en empresas representativas de estos sectores”, explica el investigador Andrés Montaña de la UNAL.

Los resultados de este estudio muestran que el potencial energético calculado para las biomasas colombianas podría satisfacer gran parte de la demanda eléctrica del país mediante el uso de biomasas como troncos de palma aceitera, frondas de palma aceitera, madera de café y aulagas, que muchas veces son recursos subvaluados.

En el estudio participaron, Claudia Patricia Pérez-Rodríguez, profesora de la UNAL, y los investigadores Carmen Sofía Duarte González, Andrés Montaña y Catalina García Marroquín, del grupo de investigación Poscosecha de Productos Agrícolas del Departamento de Ingeniería Civil y Agrícola, de la UNAL Sede Bogotá, y Luis Alberto Ríos, del grupo de investigación de Procesos Químicos Industriales de la Universidad de Antioquia.

Conectando conocimiento

Solo hasta 2014, con la Ley 1715 se empezó a promover el desarrollo y utilización de las fuentes renovables no convencionales de energía. A partir de la expedición de esta ley, los ministerios de Ambiente y de Minas y Energía desarrollaron proyectos para fomentar el uso de la bioenergía en el país.

Estos ministerios encontraron retos en la articulación de los diferentes actores, dificultad de aplicar los incentivos tributarios, falta de conocimiento, carencia de proyectos pilotos y apoyo a la investigación, así como barreras en la normatividad, especialmente de gestión de residuos.

Sin embargo, el panorama para la investigación y el desarrollo se impulsa y es aprovechado por los grupos de investigación, que en el 2019 postulan a la convocatoria de Colciencias (actual Minciencias) llamada “Conectando conocimiento”.







 







viernes, 13 de enero de 2023

Enseñanza de las ciencias naturales en la Amazonia debería tener enfoque multicultural

 El desconocimiento del contexto multicultural de la Amazonia, limita la implementación en la educación básica secundaria de estrategias pedagógicas apropiadas para la enseñanza de las ciencias naturales y la educación ambiental, que atiendan la integración de conocimientos de las diferentes visiones sobre el medioambiente, la naturaleza y los seres vivos.

La bióloga Jenny Patricia Palomar Aya, magíster en Estudios Amazónicos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Amazonia, señala que “aunque la enseñanza en contextos multiculturales potencia la interacción, dado el encuentro de diferentes visiones respecto a la relación hombre-naturaleza, los desencuentros entre las exigencias educativas de las comunidades étnicas (indígenas, afrocolombianas y room) y, a su vez, del Ministerio de Educación Nacional (MEN), impiden tal posibilidad”.

Colombia es un Estado pluriétnico y multicultural cuya Constitución Política reconoce los derechos colectivos de los pueblos y comunidades indígenas. Sin embargo, esto no se ve del todo reflejado en las estrategias de enseñanza.

Por ejemplo, el área de Ciencias Naturales y Educación Ambiental, es considerada por el MEN como área “fundamental y obligatoria”, por lo que las instituciones educativas deben ofrecer un espacio en el cual los estudiantes puedan conocer procesos químicos, físicos y biológicos que tengan relación con su entorno ambiental y cultural.

“Esto significa que, todas las instituciones educativas deben implementar esta área en los currículos, aunque precisamente no siempre se toman en cuenta las particularidades del contexto (social, cultural, político, etc.) de la población que se educa”.

La magíster menciona que, en esta perspectiva su investigación presenta un análisis del reconocimiento y articulación del capital cultural de los estudiantes y las orientaciones curriculares en Ciencias Naturales y Educación Ambiental, en las instituciones de educación básica secundaria en contextos multiculturales en la Amazonia, según las voces de los docentes del área. Trabajó con los colegios públicos de Piedra Ñi (Vaupés); Puerto Inírida, Barrancominas y San Felipe (Guainía); y de Leticia y Puerto Nariño (Amazonas).

“En el diseño metodológico se tomaron elementos de la auto-etnografía, se entrevistó a 16 docentes, dado que son quienes orientan los procesos pedagógicos, y se hizo una revisión documental”, indica.

Los hallazgos revelan dificultades en aspectos como estrategias pedagógicas descontextualizadas y contenidos temáticos estandarizados a nivel nacional fuera del contexto multicultural y el desconocimiento de las particularidades del entorno de los estudiantes.

Señala que “la educación escolarizada en contextos multiculturales, debería potenciar habilidades diversas en los estudiantes, teniendo en cuenta los conocimientos previos que traen a las aulas y que forman parte de su diverso entorno cultural”.

De otra parte, se evidenciaron algunas estrategias pedagógicas, que implementan los docentes en estos contextos para lograr espacios de aprendizaje más equitativos, en los cuales se involucran diversos tipos de conocimientos.

Igualmente, los diálogos con los docentes permitieron reconocer un conjunto de necesidades pedagógicas, conceptuales y didácticas importantes para proponer una reflexión acerca del diseño curricular y de los alcances y dificultades en la implementación de proyectos educativos interculturales en la Amazonia.

La magíster indica que, “la atención a la diversidad debe ocupar un lugar prioritario en las investigaciones y en las agendas políticas de las entidades como universidades con presencia en contextos multiculturales, organizaciones indígenas y las entidades gubernamentales que atienden la educación”.

“De esta manera, sus aportes apoyarían la elaboración de unos currículos que vinculen a estudiantes, padres de familia, egresados, líderes comunitarios y demás integrantes de las comunidades para hacer un mejor trabajo”, concluye.

 







martes, 10 de enero de 2023

Impacto ambiental por uso de plástico, podría reducirse hasta un 32 % en la industria cafetera

 Con una producción aproximada de 348 millones de toneladas al año, el plástico es uno de los mayores contaminantes del planeta, de ahí que surjan cada vez más iniciativas que, apoyadas en los elementos de la propia naturaleza, permitan la reducción gradual en su uso. Uno de esos aportes es la tapa para frascos de café, elaborada a partir de fibras del pseudotallo de plátano, que ha demostrado ser hasta un 32 % más sostenible que la de plástico.

En varias investigaciones adelantadas en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), se ha demostrado la versatilidad del pseudotallo del plátano, un residuo abundante resultante después de la cosecha,para la elaboración de diversos productos biodegradables -platos y empaques, entre otros- o su utilización como materia prima para producir biogás.

La ingeniera industrial, Lady Johana Rodríguez Sepúlveda, doctora en Ingeniería – Industrias y Organizaciones de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales, elaboró tapas de café, pero no conforme con esto, se dio a la tarea de realizar un análisis de sostenibilidad desde la producción hasta la descomposición del producto, con el objetivo de medir cuál es el impacto ambiental real que este genera.

Señala que la Ley 2232 de 2022 establece la reducción gradual de la producción y consumo de productos con empaques plásticos de un solo uso, siendo este un factor importante y determinante para que la industria nacional genere alternativas de producción.

“La sostenibilidad consiste en satisfacer las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras -un punto de equilibrio-, donde el consumo sea menos contaminante y más aprovechable o reutilizable”, anota.

En su trabajo doctoral, cuyos resultados presentó en la reciente edición de Tesis en 3 minutos, organizado por la UNAL, la ingeniera industrial aplica una metodología para medir el impacto ambiental de las tapas de café biodegradables, en comparación con las plásticas.

La investigación aporta indicadores que podrían ser utilizados en los procesos productivos de más de 36 empresas de café en Colombia.

Fibra con potencial

Su trabajo se centra en cuatro dimensiones: ambiental, la contaminación; social, las oportunidades de empleo; técnica, el material con el que se construye la tapa; y económica, el coste de elaboración y la reducción al reutilizarlo.

Para ello, hace distintas variaciones de 0 a 100 % en una tabla de Excel; por ejemplo, ambiental 60 %, social 20 %, técnica 20 % y económica: 10 %. Luego, a este porcentaje da un valor final de 0 y 1, con respecto a su sostenibilidad de producción. En este, 1 fue el valor ideal y 0 el no ideal. 

Explica que las tapas elaboradas con el pseudotallo, deben cumplir con un porcentaje de producción específico para ser validadas. Así, asignó un 70 % con un material biodegradable usado, 30 % con un biopolímero (plástico) y 40 % con fibra de plátano.

De esta forma, identificó que las tapas de café hechas con un 40 % de fibra de plátano tuvieron una sostenibilidad de 68 %, el valor final fue de entre 0.9 a 1,

 y la reducción del año ambiental alcanzó el32 %.

Por su parte, las tapas convencionales de plástico arrojaron un 20 % de sostenibilidad con un índice de 0 -valor negativo-, sin reducciones al daño ambiental.

La tabla de sostenibilidad y variación, demuestra los beneficios que tiene el uso de recursos renovables y sobre todo naturales para las compañías con cifras reales. “Su fácil elaboración, con recursos de alcance a nivel territorial como es el plátano, generaría nuevas oportunidades de empleo para el campo”, menciona la investigadora.