Como la unidad de producción básica de las cachamas blancas
es de alrededor de 5.000 individuos, la mejora se traduciría en 20 kg de
carne adicional para la venta a esa escala, explica Karen Viviana Perdomo
Delgado, zootecnista de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede
Palmira.
La profesional sostiene que además de una mejor producción,
el principal atributo de la lentejilla de agua radica en la disminución de
costos, si se tiene en cuenta que para alimentar durante cuatro o cinco meses a
5.000 peces se requerirían cerca de 45 bultos de concentrado comercial, cada
uno de los cuales cuesta alrededor de 90.000 pesos. Al incluir en la dieta la
lentejilla de agua se podría prescindir hasta de la mitad de los bultos
comerciales, con lo cual se alcanzaría un ahorro cercano a los 2 millones de
pesos.
“Esto teniendo en cuenta que la lentejilla de agua se puede
extraer de lagos, humedales y fuentes hídricas de poco movimiento, en los que
suele abundar en grandes cantidades. Una vez obtenida la planta fresca y sin
dañar las raíces, se puede cultivar con abono orgánico de los desechos de
producción agropecuaria”, destaca la investigadora.
Según su experiencia, la importancia de esta alternativa
radica en la falta de producción de materias primas en Colombia para elaborar
alimentos destinados a la piscicultura y al sector pecuario. “En el país nos
vemos obligados a importar los concentrados, lo cual aumenta los costos y
afecta especialmente a los pequeños productores”, agrega.
Cultivos en Puerto Asís
En las instalaciones del Laboratorio Granja Mario González
Aranda, de la U.N. Sede Palmira, se dispuso de dos estanques almacenadores de
agua lluvia de 720 m3, en los que se cultivaron las plantas de
lentejilla de agua aplicando una pequeña porción de abono orgánico rico en
nitrógeno, cuyo costo es cercano a los 2.000 pesos.
“Estas plantas tienen un índice de proteína del
31 % y crecen vertiginosamente aprovechando los nutrientes existentes en el agua, lo que me permitió
sacar entre 15 y 20 kg de lentejilla fresca cada siete días”, detalla la
investigadora.
Durante dos días, las plantas extraídas se secaban bajo el
sol para después molerlas y empacarlas. Teniendo en cuenta la pérdida de peso
del insumo en la deshidratación, se produjeron 30 kg de alimento para peces.
El material fue llevado por la zootecnista hasta el
municipio de Puerto Asís, que cuenta con una importante producción de cachama
blanca gracias a las condiciones climáticas y a la disponibilidad de fuentes
hídricas.
Allí se trabajó con 405 peces para probar tres tratamientos:
uno con un 25 % de lentejilla y 75 % de concentrado comercial; otro
50-50, y el tercero, que sirvió como testigo, solo a base de concentrado.
Para cada tratamiento se destinaron tres tanques, para nueve
en total. Después de 112 días del suministro de los alimentos se realizó un
muestreo al azar de más del 11 % de los individuos, que fueron pesados y
medidos. Los resultados arrojaron que el mejor tratamiento fue el de 50-50, en
el cual los peces pesaron en promedio 125 g, frente a los 121 g
alcanzados con el concentrado comercial.
Según la zootecnista, otra ventaja de la lentejilla está en
el sabor de los peces, pues cuando se alimentan con solo concentrado tienen un
ligero sabor a barro al consumirlos, debido a que el concentrado se acumula en
el fondo de los estanques y ellos deben “rasparlo” para comer, ingiriendo algo
del material adherido.
“Con el crecimiento de la actividad piscícola que vemos en
el país aumenta también la demanda de insumos para la producción. Por esta
razón es tan importante encontrar alternativas de alimentación rentables”,
concluye.
Fuente : http://www.palmira.unal.edu.co/