En febrero de 2023 el hielo antártico registró su menor proporción en 45 años, al llegar a un 34 % menos de la media habitual. La problemática, que se agudiza cada vez más, ha motivado a investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) a evaluar factores como temperatura, intensidad de los vientos y cobertura de hielo marino en estas zonas, por las cuales fluyen las corrientes de agua que llegan no solo al Pacífico y al Caribe colombiano, sino a todo el mundo.
El alto precio de los rayos de Sol lo están pagando de
manera inmediata los polos de la Tierra, y en especial lugares como la
Antártida, que alberga no solo el 90 % del hielo terrestre sino también el
77 % del agua dulce del planeta, por lo que no es de extrañar que su
importancia sea de grandes dimensiones para la vida en la Tierra.
Sin embargo, el iceberg de calor que se está formando tiene
en jaque a estas zonas –hogar de pingüinos, focas y gaviotas, entre especies
marinas– y que son el punto de partida para que el agua calentada, que empieza
a comportarse como una sopa, se impulse con los intensos vientos hacia otras
zonas marinas.
La geóloga Valentina Sandoval Pinilla, integrante del grupo
de Investigación en Oceanología (CENIT) de la UNAL, se interesó por evaluar el
oeste de la península Antártica, que, según los reportes de los últimos años,
es una de las más afectadas por el calor inminente que viene de los rayos
solares y que se ha intensificado con el debilitamiento de las capas
atmosféricas que protegen la Tierra.
“Encontramos que entre 2012 y 2021 el aumento de la
temperatura de las aguas superficiales del mar ha sido muy alto en esta zona, y
ha dependido de las estaciones: en febrero y marzo, cuando termina el verano y
empieza el otoño, el calor es mayor, mientras que en agosto y septiembre ocurre
lo contrario”, asegura.
Añade que, “esto es importante porque la intensidad del
viento, que de su valor esperado ha aumentado entre 0,7 y 0,8 m/s,
arrastra las aguas superficiales y las lleva más hacia el fondo, concentrando
el calor en otras zonas marinas e intensificando con su velocidad y fuerza la
disminución de la cobertura de hielo marina”.
Según la oceanóloga Nancy Liliana Villegas, profesora de la
Facultad de Ciencias de la UNAL, “lo que ocurre en el Pacífico y Caribe
colombiano tiene un impacto en la Antártica y viceversa: los sistemas de agua
están directamente relacionados, y el aumento de la temperatura en esos lugares
que parecen lejanos está más cerca de lo que parece”.
Estos análisis ayudan a entender las teleconexiones, que son
los vínculos climáticos entre distintas regiones geográficas y tienen distintos
tipos de rutas de circulación de anomalías climáticas como aumentos del calor
en aguas marinas por el globo terráqueo, por ejemplo, la oscilación del sur
(SO), que se da por la zona del Pacífico occidental y oriental, o la oscilación
antártica (OAA), que se mueve desde la Antártica hacia el norte o sur según la
época.
En 2018 el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos
Sobre el Cambio Climático (IPCC) alertó sobre las consecuencias de un posible
aumento de 1,5 °C en la temperatura de la Antártida, señalando que el
oeste de la región se está calentando más rápidamente que el este, y además que
el oeste tiene una mayor productividad ambiental, ya que alberga especies
marinas de animales y plantas esenciales para los ecosistemas.
“El permafrost, que es la cobertura polar o de hielo marino,
está disminuyendo debido a que el flujo de aire frío, que debería estar
llegando desde los casquetes polares y neutraliza el calor, ya no es el mismo y
su consecuencia directa es la concentración de altas temperaturas en aguas
superficiales, que luego serán empujadas a otras profundidades y circularán por
zonas como el Pacífico o el Caribe”, indica la profesora Villegas.
Para la investigación se usó la base de datos Copernicus
Climate Change Service, que es de acceso libre y gratuito y que desde hace más
de 80 años reúne información sobre los cambios en temperatura, vientos y
cobertura marina del mundo.
Con la información de cada mes desde 2012 hasta 2021, que
era el intervalo que le interesaba a la geóloga por la expansión del
calentamiento global, y sobre todo en el deshielo del oeste de la península
Antártica, puso a prueba algunos softwares de análisis y
visualización como NOAA-PMEL/ Ferret, especializado para oceanógrafos y
meteorólogos.
“Se tuvieron en cuenta 4 puntos de interés de esta zona de
la Antártica, que están en latitudes desde los 77° oeste con 71° sur, hasta los
59° oeste con 61° sur, luego el mapa de estas zonas de la Antártica se dividía
en transectos, que son pequeñas partes, para ver cómo evolucionaba el fenómeno
de aumento de temperatura desde 2012 hasta el 2021, intensidad de vientos y
cobertura de hielo”, señala la investigadora Sandoval.