jueves, 30 de noviembre de 2023

Ampliación de la frontera agrícola está alterando suelo del páramo Guantiva-La Rusia

 Los páramos producen hasta el 85 % del agua que consumimos en el país, pero eso depende de las características del suelo; si este es menos poroso (espacios o agujeros en la tierra) o tiene una mayor densidad (masa de materia orgánica) es más difícil que el líquido se filtre y llegue a ríos o quebradas montaña abajo. Esto es justo lo que está sucediendo en el páramo Guantiva-La Rusia, ubicado entre Boyacá y Santander, debido entre otras razones a la ampliación de la frontera agrícola.

El páramo Guantiva-La Rusia es una de las fuentes hídricas más importantes del país, cuenta con 85 lagunas y humedales y más de 2.300 drenajes que alimentan los ríos Fonce, Chicamocha y Suárez, lo que permite proveer del preciado líquido a por lo menos 23 municipios.

“Sin embargo, tanto la introducción de ganado y cultivos como la expansión de la frontera agropecuaria mediante la tala y quema evidencian una alteración en el suelo, que se reflejada especialmente en los municipios de Belén y Cerinza”, menciona la ingeniera forestal Luisa María Moya Alarcón, de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín. Tales cambios producen una alteración significativa que hace que en épocas húmedas o de lluvia se generen encharcamientos y que el agua no se absorba del todo.

Para indagar sobre la influencia de las actividades humanas en la variación morfológica del terreno y su impacto en la absorción del agua, la investigadora escogió 6 cuencas de este páramo en las que seleccionó 168 puntos de manera aleatoria.

“El objetivo era analizar la materia orgánica del suelo, capa formada por acumulación de residuos como hojas, plantas secas, raíces, animales muertos, tallos y cáscaras de cultivo que se van uniendo con el tiempo alcanzando niveles superiores a los 50 cm por encima del terreno rocoso; esta cumple un valioso papel de fijación de CO2, lo que a su vez inhibe el aumento del calentamiento global por carbono, ya que este no queda libre en la atmósfera”, explica la investigadora.

Para su trabajo tomó 3 cuencas con alta modificación y otras 3 de mediana a baja intervención. De estas 6 seleccionó aleatoriamente 168 sitios para realizar “calicatas”, una especie de hoyos o cajas en el suelo de 1 m de alto, ancho y profundidad. En ellas midió el almacenamiento de agua, la densidad del suelo sin alterar, la porosidad total y las curvas de retención de humedad, elementos cruciales para entender la relación entre agua, terreno y páramo.

Para calcular la cantidad de materia orgánica recurrió a la combustión completa, en la que primero llevó las muestras a una especie de horno y posteriormente a una mufla, para que estuviera seca.

En la comparación de la textura utilizó el método de Bouyoucos, que consiste en introducir un hidrómetro para determinar la densidad relativa de los líquidos sin necesidad de calcular antes su masa, conductividad y temperatura.

Así, evidenció que los valores de la materia orgánica disminuyen en un 31,2 % para profundidades de 0 a 20 cm, un 24,1 % en suelos de 20-40 cm, y un 15,6 % para profundidades superiores a los 40 cm, presentando una diferencia estadísticamente significativa entre capas.

Por su parte, las cuencas alteradas presentaron valores de densidad aparente que oscilan entre 0,7 y 0,9 gramos por centímetro cúbico (gr/cm3) y las cuencas con nivel bajo de alteración tuvieron niveles de 0,5 y 0,6 gr/cm3, sin mostrar diferencias estadísticamente significativas.

En estas cuencas la porosidad presentó niveles de entre 74,9 y 79,9 %; y un 0,29 % en profundidades de 0-20 cm, además se determinaron valores entre los 0,28 cm3 para profundidades de 20-40 cm y 0,24 cm3 para profundidades superiores a 40 cm”.

La ingeniera menciona que, “los valores del agua disponible para las plantas tenían una disminución parcial del 50 %. A su vez, la materia orgánica se concentraba en los primeros 20 cm del suelo, con raíces finas, pero en cuencas alteradas se debía principalmente a las heces de ganado y a la baja densidad aparente, como la alta porosidad en las áreas de estudio, que se relacionarían a la poca profundidad del suelo”.

Los resultados de estas muestras también se midieron con modelos computacionales y algoritmos, bajo bases de datos o softwares de cálculo, para determinar todas las posibles variaciones y tener la información más precisa posible.

“Es importante resaltar que aunque en este estudio separamos las cuencas por su nivel de intervención, ninguna de ellas está totalmente alterada o totalmente conservada, por lo que en algunos sitios pueden variar las condiciones de las propiedades presentes en los suelos”, concluye la ingeniera.