El caso del retamo espinoso, especie exótica originaria de la costa occidental de Europa, es uno de los más graves porque no solo provoca desequilibrio en los ecosistemas, sino también porque en épocas de sequía intensifica el riesgo de incendios forestales de gran magnitud en los cerros de Bogotá, debido a su capacidad inflamable.
El estudiante Andrés Figueredo, del Grupo de Estudio de
Animales Silvestres (GEAS) de la Facultad de Medicina Veterinaria y de
Zootecnia de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), explica que “el retamo
espinoso absorbe una gran cantidad de agua dejando sin humedad sus alrededores;
además, como crece muy rápido, en este proceso libera hojarasca, lo cual hace
que un incendio se expanda más rápido”.
En febrero, durante la primera temporada seca, se presentaron
en Bogotá 11 incendios forestales en las localidades de Bosa, Sumapaz, Usme y
Usaquén, zonas extensamente colonizadas por el retamo espinoso,considerado como
una de las 100 especies invasoras más agresivas del mundo.
En Cundinamarca, las zonas más afectadas con los incendios
forestales son: Nimaima, Nilo, Viani, Soacha, Cota, Tenjo y Tabio. “Estos
reducen las poblaciones de fauna local como venados, tigrillos, zarigüeyas,
zorros, osos y nutrias, de aves como búhos, águilas, turpiales y loros, y de
reptiles como tortugas, boas e iguanas”, mencionó el estudiante Sebastián
Álvarez, también del GAES.
Agrega que “durante la temporada de vientos, las semillas
viajan largas distancias, se esparcen y llegan a otras zonas. Esto no sería un
problema en entornos más secos que los de la región cundiboyacense, conformados
por bosque andino, altoandino páramo y humedales de montaña, en donde esta
situación ocasiona un daño a las especies nativas y otras como como bambú y
helechos”.
Otras características del retamo espinoso –de 1 a 3 m
de alto– y que lo convierten en un verdadero dolor de cabeza para las
autoridades ambientales, pues impiden frenar su proliferación, son: rápido
crecimiento, alta tasa reproductiva, diferentes mecanismos de transporte de
semillas (vehículos, ropa, zapatos, animales, viento, fuentes hídricas), fácil
adaptación al estrés ambiental y alta densidad de matorrales.
Invasiones dañinas
El estudiante Figueredo menciona que, “además del retamo
espinoso, entre otras plantas invasoras de especial cuidado está, por ejemplo,
el diente de león, que suele colonizar parques o zonas verdes y quitarle
espacio a las prados y pastos nativos de Bogotá”.
“Las plantas acuáticas, como los buchones, proliferan tanto
que disminuyen la cantidad de luz que logra llegar hasta el fondo de lagos o
lagunas donde se encuentran los sedimentos que sirven de alimento a los peces y
otros animales”.
Explica además que “las especies invasoras no solo son
aquellas que llegan traídas de un ecosistema ajeno al de ellas, sino que
también son las que logran proliferar y generar un impacto negativo en nuevos
ecosistemas”.
Según la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca
(CAR), existen 69 especies invasoras, 50 de flora y 19 de fauna.
Entre la fauna invasora se encuentra el cangrejo rojo
americano, el caracol café de jardín, el caracol gigante africano, la garza
bueyera, el geko casero, la paloma doméstica, el perro doméstico, la rana toro,
la rata casera, la rata noruega, la tilapia del Nilo, la trucha arcoíris y la
trucha común, entre otras especies.
Hábitat fragmentado
Acciones humanas, como la creciente urbanización de los
espacios rurales, también afectan el hábitat natural de la fauna y la flora
autóctona de Cundinamarca.
La estudiante Gabriela Osorio, del GAES, explica que “la fragmentación
impide el intercambio genético entre las especies y dificulta el desplazamiento
para cubrir necesidades como la alimentación, pues al estar en un hábitat
reducido no logra desplazarse”.
Los estudiantes del GAES participaron en la charla
“Problemas que enfrenta la fauna de Cundinamarca”, realizada durante la Semana
Veterinaria 2022, organizada por la Facultad de Medicina Veterinaria y de
Zootecnia de la UNAL.