miércoles, 21 de febrero de 2024

Paujil de pico azul, ave en peligro de extinción que todavía se puede salvar

En la Sierra Nevada de Santa Marta ya no es tan frecuente escuchar el canto de estas aves, que no excede los 90 cm, pues la caza, el tráfico ilegal y la deforestación han hecho que su hábitat se pierda; por eso cada grano de arena dirigido a su conservación es fundamental. Una bióloga de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) hizo un primer registro sobre el comportamiento reproductivo de 4 paujiles en Medellín, y creó un protocolo para preservar la especie en el país.


Los paujiles macho tienen un pico azul celeste inconfundible, cresta crespa y negra, y como muchas especies de aves, se contonean, bailan y les dan regalos a las hembras para cortejarlas; además viven en los sotobosques, lugares en donde abundan los arbustos y árboles pequeños, vegetación entre la que se esconden y estiran el cuello.

A pesar de ser un ave endémica de Colombia (o sea que solo vive aquí) su población ha disminuido radicalmente con el pasar de los años. El nivel de baja es tan preocupante, que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza la incluyó como especie “en peligro crítico de extinción”.

Existen pocas investigaciones sobre su situación actual, solo se sabe del estudio de un grupo de paujiles en Yondó (Antioquia), realizado por la ONG Wildlife Conservation Society, en el cual se determinó que si la cacería de la especie se mantiene constante en los próximos años, no habrá vuelta atrás y los esfuerzos por conservarla serán en vano.


Ante este panorama, y considerando que en el país al menos el 39 % de las 24 especies de crácidos (familias a la que pertenece el paujil) están en grave peligro, la bióloga Zhara Valentina Cubillos Arias llegó al Parque de la Conservación (Medellín) para trabajar por el cuidado y manejo de 4 paujiles de pico azul y aportar al entendimiento de su comportamiento reproductivo y social, generando estrategias que potencien los planes de conservación existentes hoy.

Durante seis meses, la bióloga enriqueció el hogar de estas aves –conformadas por recintos cerrados con un nido y algo de espacio– con balazo (Monstera deliciosa) y platanillo, plantas cuyas hojas rojas y amarillas parecen picos de aves. Aprovechando su presencia en el Parque, se ubicaron nueve ejemplares en cada jaula para que sirvieran como aislantes del ruido (el lugar queda al lado del transitado barrio Antioquia) y de la conexión con otras especies como las guacamayas.

“Aunque el paujil no interactúa en su día a día con estas plantas, tampoco se sabe qué tipo de vegetación prefiere, pues como son aves difíciles de encontrar no hay certeza sobre el lugar del que provienen”, asegura la investigadora, cuyo trabajo de investigación fue dirigido por el profesor Hugo López, del Departamento de Biología.


“Cuando llegué aquí los paujiles estaban retraídos y poco activos; presentaban muestras de estrés por no tener un hábitat adecuado, y por ende sus intenciones de reproducirse eran muy bajas; no  obstante, después de enriquecer sus recintos y de aplicar un plan de manejo que tuvo en cuenta la interacción entre ellos y la alimentación, así como retos cognitivos para conseguir comida y su condición física, las aves volvieron a presentar intención de copular y un mayor dinamismo y movimiento”, cuenta la investigadora.


Un dato curioso y a la vez riesgoso para la especie, por increíble que parezca, es que su principal estrategia de cortejo consiste en reunir las piedras más preciosas que encuentra a su alrededor para llevárselas a la hembra,  práctica que ha alentado el mito de que las aves guardan oro en su cuerpo, por lo que personas inescrupulosas las cazan para comprobar si es cierto.

“Después de ajustar los nidos hubo acercamientos para reproducirse: uno de los machos montó a una hembra de unos 6 años, pero el proceso no llegó a buen término porque se tornó muy agresivo. Un segundo macho, con el que también hubo buena química, ya tenía 20 años y no se interesó”, indica la bióloga.

Aunque no se pudo obtener un huevo viable para tener un polluelo, se evidenció que la hembra mejoró su comportamiento materno, pues al inicio los dos huevos que puso los dejo caer y dañar, pero al tener un nido enriquecido les dio calor y los protegió.

Este trabajo es un primer paso para entender los procesos que influyen en la reproducción de la especie, por lo que representa un insumo y antecedente fundamental para futuras investigaciones. Aunque en el Parque se manejan protocolos rigurosos de cuidado y alimentación (frutas, vegetales, arroz, huevo o pollo), el estudio permite robustecer los planes de conservación y preservación con enfoques más holísticos e integrales.