Parece difícil imaginar que abejas, abejorros y avispas sean presa de microorganismos diminutos, incluso imperceptibles al ojo humano, como ácaros, parásitos o bacterias que causan enfermedades y provocan la muerte masiva de estas protagonistas de la polinización de los ecosistemas y el agro, una pérdida que tiene en alerta a varios países. Durante año y medio, investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) recorrerán el Pacífico colombiano para conocer el impacto de agentes parasitarios y así proponer estrategias para su conservación.
En Valle del Cauca, Nariño y Cauca, más de 131 especies
abejas, abejorros y avispas de la familia de los ápidos (Apidae) se están
viendo amenazadas por las prácticas de la agricultura industrializada como los
monocultivos y el uso de plaguicidas.
Dicha situación obliga a profundizar en el conocimiento de
los microorganismos que afectan a estas especies, el cual es escaso pero
urgente porque incide en la ausencia de estrategias que preservar a los
polinizadores.
“Los parásitos hacen que las abejas desaparezcan, se mueran,
y por ende sus poblaciones en la colmena disminuyen, lo que pone en riesgo la
polinización de los cultivos y por lo tanto su variedad, lo que incrementa la
inseguridad alimentaria”, afirma el profesor Javier Antonio Benavides Montaño,
director del Grupo de Investigación en Parasitología, Inmunología y
Enfermedades Infecciosas de la UNAL Sede Palmira.
El experto, quien liderará el grupo de investigadores de las
Sedes Palmira, Tumaco y Bogotá, agrega que entre los ápidos se encuentran las
abejas: melífera o doméstica, sin aguijón, de las orquídeas y parásitas, lo
mismo que los abejorros silvestres (del género Bombus) y
carpinteros.
“Estos ayudan a mantener el equilibrio de los ecosistemas
naturales, aportan el néctar y el polen que recogen para su propio alimento y
lo esparcen por todas las flores generando que las plantas en flor produzcan
cualquier tipo de semilla y de frutas”, explica.
“Cuando abejas y abejorros infectados realizan sus tareas de
pecoreo en las plantas –es decir, recolectan el polen y néctar–, con el
movimiento de sus alas depositan los agentes dañinos, de modo que cuando otros
‘zumbadores’ como ellos hacen los mismo se infectan y propagan las enfermedades
en las colmenas”.
“Por eso el objetivo de este trabajo interdisciplinario es
estudiar y conocer los agentes parasitarios que afectan dichas especies para
después formular estrategias necesarias para su conservación en estas zonas del
país”, señala el académico.
Tumaco (Nariño), Totoró (Cauca) y algunos municipios del
Valle del Cauca son los territorios elegidos para desarrollar este proyecto que
inició su recorrido a finales de agosto y ya se han colectado las primeras
muestras y se analizarán en los laboratorios de la Sede Palmira.
Dichas zonas se escogieron porque sus climas y suelos son
aptos para cultivar papa, tomate, plátano, aguacate y uvas, entre otros
alimentos básicos de la canasta familiar; esto quiere decir que hay buena
presencia de abejas y abejorros para hacer polinización.
El profesor Benavides menciona que “como en las zonas de
producción agrícola y pecuaria utilizan fertilizantes, la idea es proponer
alternativas enfocadas en proteger la biodiversidad, y para ello se pueden
poner en práctica acciones como no usar pesticidas e impulsar la agricultura ecológica
para proteger estas valiosas especies”.
Entre los principales enemigos de las abejas se encuentran
los siguientes microorganismos:
- Acarapis
woodi, causante de la acarapisosis de las abejas melíferas.
- Paenibacillus
larvae, que causa la enfermedad loque americana de las abejas
melíferas.
- Melissococcus
pluton, causante de loque europea de las abejas melíferas.
- Aethina
tumida, una especie de escarabajo que infesta a las colmenas.
- Tropilaelaps, ácaro
que infestación a las abejas melíferas.
- Varroa,
que produce la enfermedad conocida como varroosis de las abejas melíferas.
Así se hará
Los investigadores tienen contemplado realizar la colecta
directa de insectos mediante pases de jama, colecta manual, revisión de nidos,
colmenas silvestres, material vegetal, troncos y sitios de anidación.
Se efectuarán mediciones de factores como coordenadas
geográficas, precipitación (lluvias) y temperatura, humedad, velocidad del
viento, entre otros, y se realizará una descripción general del entorno para
demarcar áreas de muestreo.
Además, se identificarán ecosistemas, fuentes de agua o ríos
y áreas conservadas, entre otras. Así mismo, las parcelas y transectos serán
acordadas con los habitantes de los territorios.