Los puestos de comida al aire libre, el tráfico vehicular y la resuspensión de polvo en las vías son factores que alteran las concentraciones de contaminantes en el aire en zonas cercanas a jardines infantiles. Con sensores de bajo costo se evaluaron 6 jardines en sendas localidades de Bogotá; la de Suba presentó picos asociados con dichas fuentes de contaminación.
Durante un año, los sensores registraron datos tanto de la
concentración de material particulado PM1, PM2.5, PM10 –factores que pueden
causar problemas respiratorios y cardiovasculares– como de temperatura, humedad
relativa y dióxido de carbono (CO2). Según la Organización Mundial
de la Salud (OMS), la contaminación del aire es una de las principales causas
de muerte prematura en el mundo, por eso es importante realizar este tipo de
monitoreos.
Aunque en diferentes ciudades del país se han implementado
redes de monitoreo de la calidad del aire que proporcionan información para
evaluar las condiciones del aire en general y analizar cómo se afecta por
diversas fuentes de emisión como el tráfico vehicular, las industrias, las
chimeneas, los incendios forestales y otros fenómenos presentes en el entorno,
estas redes no permiten evaluar la calidad del aire en microambientes
específicos como los jardines infantiles. Esto es importante, ya que los niños
son más susceptibles a los efectos de la contaminación del aire.
De ahí que Fredy Escobar Díaz, magíster en Ingeniería
Ambiental de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), implementó sensores de
bajo costo –donados por la Fundación Horizonte Ciudadano a través de la
Institución– para monitorear el exterior de 6 jardines infantiles públicos de
las localidades de Ciudad Bolívar, Usme, Tunjuelito, Fontibón, Kennedy y Suba,
utilizando un enfoque estratégico basado en zonificación de la ciudad para
seleccionar las zonas y los jardines en donde es más necesario hacer mediciones
complementarias de calidad del aire.
“En el estudio, después de recopilar la información
analizamos las mediciones tanto fuera como dentro de los jardines para ver si
la contaminación del ambiente externo ingresaba al jardín, o si la cocina es un
factor que influye. También medimos el CO2 como un indicador de
esa ventilación”.
“Cuando se mide la concentración de CO2 en
partes por millón (ppm) en espacios interiores, una concentración por debajo de
700 ppm indica una buena ventilación, es decir que el aire circula
adecuadamente”, explica el investigador.
Focos de contaminación
Los sensores de bajo costo realizan un seguimiento en tiempo
real de las partículas que pasan a través de un conducto equipado con un láser
que las cuenta. La cantidad calculada por este sistema se convierte luego en
una medida de concentración expresada en microgramos por metro cúbico, es decir
que cada minuto se generan datos y se transmiten a través de wifi a la
plataforma del fabricante, de donde se pueden descargar a diferentes
resoluciones temporales.
En este caso, después de analizar cada uno de los
parámetros, el magíster determinó que el interior de los jardines infantiles
tenían una buena ventilación, pues las concentraciones de CO2 estaban
por debajo de 500 ppm. Sin embargo, en el jardín de Suba encontraron picos
de martes a sábado después de las 5 de la tarde que indican el aumento de
contaminantes en el ambiente.
Con este hallazgo, se entrevistó a los profesionales del
jardín y se recorrieron las calles de la zona para encontrar la razón del
notable impacto que tenía la calidad del aire en ese periodo de tiempo.
Tras indagar, se encontró que los picos coincidían con la
presencia de fuentes de contaminación cercanas como la quema de carbón en
puestos de comida al aire libre y el tráfico vehicular, “factores que influyen
en la calidad del aire en el interior de los jardines, ya que estos
contaminantes pueden ingresar a través de los sistemas de ventilación”, explica
el ingeniero.
El proyecto no solo proporcionó datos relevantes sobre la
calidad del aire que se socializaron con entidades distritales, sino que además
generó recomendaciones y acciones como la adquisición de filtros HEPA, que tienen
la capacidad de retener partículas muy pequeñas y así reducir la exposición de
los niños a momentos críticos de contaminación. También se realizaron sesiones
de capacitación con el personal de los jardines infantiles, en las que se
presentaron las tendencias de las concentraciones de contaminantes en cada
institución y se propusieron medidas como no hacer actividades en zonas verdes
cuando se presenten los picos.
El experto enfatiza en que “aunque la ciudad está cubierta
con una red de monitoreo robusta, es necesario empezar a medir esos
microambientes para identificar fuentes de contaminación cercanas a los lugares
en donde se desarrollan actividades diarias, que impactan la salud. Con los
sensores de bajo costo se pueden medir y tienen una buena eficacia”.