Un abono tipo bokashi, que consiste en la
descomposición de materia orgánica por vía fermentativa mediante el uso de
microorganismos eficientes, fue desarrollado en la Institución Educativa
Vicente Borrero Costa, de Cali (Valle de Cauca- Colombia )
Con esta iniciativa, Giovanny Rizzo Caicedo, magíster en
Ingeniería Agroindustrial en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede
Palmira, identificó la oportunidad de aprovechar los residuos orgánicos que
poseen gran cantidad de nutrientes para el suelo, y que ahora se podrán
utilizar en diferentes cultivos de plantas y jardines.
Para este proyecto se emplearon cáscaras de frutas y
verduras provenientes del restaurante de la Institución Educativa Vicente
Borrero Costa, las cuales se cortaron en trocitos 2 a 10 mm y luego se
mezclaron hasta hacer una pasta homogénea.
Para la fermentación de los residuos a través de compostaje
(materiales orgánicos sometidos a un proceso biológico controlado de oxidación)
e inoculación (introducción de microorganismos que se reproducen) se usaron
tres microorganismos eficientes (ME): Saccharomyces cerevisiae (levadura
de panadería) marca Levapan, y las bacterias ácido lácticas Weissella
cibaria y Lactobacillus plantarum obtenidas del banco
de cepas (población de células) del Instituto de Biotecnología de la UNAL.
Los residuos se depositaron en recipientes plásticos a
25,4 °C y humedad relativa de 77 % hasta alcanzar un volumen de 12,5
litros, y se inocularon con 10 % de microorganismos en relación con el
volumen del recipiente.
Se evaluaron siete tratamientos en el proceso de inoculación
para la fermentación de residuos sólidos orgánicos, seis de los cuales
consistieron en el uso de microorganismos separados y combinados, mientras que
el séptimo fue la muestra control (microorganismos propios de los residuos
alimentarios).
De alta calidad
Dentro de los resultados se evidenció que los tratamientos
con la adición de ME cumplieron con los requerimientos de la norma de calidad
NTC 5167 de 2004 en la relación carbono/nitrógeno (menor que 20) para las
inoculaciones, cuyo valor para los tratamientos con ME variaron entre 11,549 y
21,573, por lo cual se consideran abonos de alta calidad.
En todos los tratamientos con ME la concentración de carbono
orgánico total (COT) –que debe ser mínimo de 15 %– y los valores de pH
(mayor a 4 y menor a 9) cumplieron con los intervalos de la norma. Además el
contenido de macronutrientes y micronutrientes fue acorde con los reportados
para abonos orgánicos. Por último, en cuanto al análisis de metales pesados, se
evidenció que los resultados obtenidos están dentro del intervalo
correspondiente.
La adición de bacterias ácido lácticas combinadas con
levadura incrementa el grado de mineralización de macronutrientes, ya que
acelera la velocidad de fermentación, por lo que el abono alcanzó estabilidad
después de 26 días de iniciada la fermentación, mientras que el tratamiento
control no presentó estabilidad después de 36 días de fermentación.
Además el uso de ME –como L. plantarum combinados
con S. cereviciae– permitió un mayor grado de
mineralización del abono tipo bokashi, específicamente para los
valores de potasio y fósforo.
“La Institución Educativa Vicente Borrero Costa generó valor
agregado a los residuos sólidos orgánicos gracias a que con ellos fue posible
elaborar bokashi de calidad comprobada”, comentó el
investigador Rizzo.
Problemática sanitaria
La Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios
(Superservicios) reportó en 2017 que Colombia genera 30.081 toneladas de
residuos sólidos cada día, de los cuales entre 60 y 70 % se puede transformar
en compostaje, máxime si se tiene en cuenta que en los hogares se estima que el
40 % de basura diaria es materia orgánica.
Sin embargo en algunos de los abonos por compostaje se
pierde energía en la descomposición de la materia orgánica, que libera dióxido
de carbono y nitrógeno en forma de amoniaco (nutriente esencial para el
crecimiento en plantas). Mientras que “la elaboración de abonos bokashi por
vía fermentativa retiene la energía en su interior, y al ser inoculados con ME,
mejoran el proceso fermentativo y evitan el mal olor producido por la
descomposición de la materia orgánica”, asegura el investigador.
El problema radica en que países en vías de desarrollo, como
Colombia, no cuentan con una disposición adecuada para la producción de
residuos, lo que ocasiona contaminación, malos olores y producción de
lixiviados (líquido tóxico que deteriora el medioambiente y produce
enfermedades).
Aunque los rellenos sanitarios se vuelven la estrategia más
accesible y económica para manejo de residuos sólidos, su vida útil se agota de
manera acelerada por la sobreproducción. El 69 % de los rellenos
sanitarios en Colombia tienen un máximo de vida útil de cinco años, según
reportes de 2015.
En ese contexto, la presencia de macronutrientes y
micronutrientes en los residuos de origen orgánico (en Colombia, el 55 %
de los residuos sólidos son orgánicos), “son un campo de interés para
investigaciones gracias a que generan valor agregado a los residuos, como
ocurre con la producción de abono orgánicos tipo bokashi”, apunta el
investigador.
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