viernes, 29 de julio de 2022

Un mar más caliente incrementa riesgo de muerte de los corales del Caribe

 Desde 1998, el calentamiento global ha aumentado la temperatura superficial del mar, factor fundamental para que regiones como el Caribe colombiano sean más vulnerables al blanqueamiento o muerte de los corales. El análisis de factores como temperatura, precipitación o salinidad en la Gran Barrera de Coral, frente a las costas de Queensland, en Australia, ofrece luces al respecto.

Los blanqueamientos masivos de los arrecifes de coral que se presentaron en 1998, 2002 y 2016 en la Gran Barrera de Coral australiana han sido producto del calentamiento global. En mayo del presente año, investigadores del Instituto Australiano de Ciencias Marinas evidenciaron que más del 90 % de los arrecifes que lo conforman han perdido su color.

La Gran Barrera de Coral, con una extensión de 2.300 km, está compuesta por más de 2.900 arrecifes conformados por colonias de corales, con más de 400 variedades, entre ellas aguja, hongo, coral cerebro, asta de ciervo o acropora y plano o agarcia.

Allí, tanto la temperatura superficial del mar como la del aire presentan una tendencia de crecimiento en el verano austral, pero es en el invierno cuando se observa un incremento abrupto de dichas variables.

La estudiante de Geología Yeimmy Alejandra Gutiérrez, de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), afirma que desde 2016 la temperatura superficial del mar en Queensland se ha incrementado en 1,79 °C, la precipitación ha disminuido en un 25,7 % y la salinidad superficial del mar ha aumentado en 0,388 %”.

El blanqueamiento sucede cuando el coral se desequilibra, se debilita o su estructura se vuelve porosa y enferma perdiendo su color por no poder aportar a su relación mutua con las algas zooxantelas, las cuales les proporcionan carbohidratos para crecer y construir su esqueleto de carbonato de calcio.

Al respecto, la profesora Nancy Liliana Villegas Bolaños, directora del Grupo de Investigación en Oceanología (CENIT) de la UNAL, señala que “Colombia cuenta con 2.860 km² de arrecifes, la mayoría en el mar Caribe y en menor cantidad en el Pacífico colombiano, los cuales se han visto afectados en su ambiente físico por el calentamiento global, haciendo que se enfermen, lo cual se manifiesta en su cambio de color, llegando a ser blanquecino”.

Por eso destaca que “los datos que conforman el trabajo de grado de la estudiante Gutiérrez permitirían que el conocimiento adquirido se aplique en el monitoreo eficaz de las islas, en las condiciones atmosféricas y oceanográficas del Caribe y Pacífico colombiano, con el fin de protegerlas de erosión costera, contaminación, sobrepesca o predadores naturales, como algunos tipos de estrellas de mar”.

Principales blanqueamientos masivos

Los blanqueamientos de 1998, 2002 y 2016 dañaron dos tercios del coral en el famoso arrecife de la costa este australiana, debido a que aumentaron los periodos de sequía y disminuyeron los húmedos y fríos.

El primer blanqueamiento se presentó en 1998, cuando la temperatura superficial del mar alcanzó los 27,04 °C, es decir una temperatura elevada debido a los inicios del calentamiento global en el mundo.

Así mismo, la salinidad superficial del mar fue de 35,2 gramos por litro y la precipitación total de 35,04 mm anuales.

“Esto significó un cambio en el hábitat de los arrecifes trayendo consecuencias como el estrés por aumento de temperatura y la muerte de varias algas que aportan a la protección del coral”, menciona.

El segundo blanqueamiento se dio en 2002; en ese momento la temperatura superficial del mar fue de 26 °C, la salinidad superficial del mar de 35,3 gramos por litro y la precipitación total de 12,8 mm anuales; “los datos reflejan que las lluvias de redujeron, y por lo tanto la salinidad del agua aumentó”.

El tercer fenómeno de muerte de coral sucedió en 2016, considerado el más agresivo del mundo, pues estuvo acompañado por el fenómeno de El Niño.

En ese momento se presentó un incremento del 0,3 en la salinidad del mar (35,6) y un aumento en la temperatura superficial del mar (26,4 °C), pero las lluvias bajaron a 18,25 mm anuales.

“La combinación de estas variables produjo la muerte del 14 % de los arrecifes de coral, lo cual significó la mayor catástrofe medioambiental y biológica de la década”.

A partir de los datos obtenidos, la estudiante elaboró cálculos y gráficas de las climatologías, mostrando que de octubre a febrero –los meses más cálidos– la mayoría de las variables físicas aumentan y están influenciadas por los procesos intraanuales, ya que los mayores valores se obtienen en regiones más cercanas al ecuador.

 











lunes, 25 de julio de 2022

Aves insectívoras predicen qué tan “saludable” es el hábitat en El Quimbo

 Para que los cantos del batará rayado y del hormiguero ventriblanco se sigan escuchando al sur del Huila, se debe reforzar la siembra de arbustos y matorrales, especies vegetales afectadas por la drástica transformación del ecosistema, provocada por la construcción de la represa de El Quimbo.

En 2018 y 2019 el biólogo Camilo Loaiza Gómez, doctor en Ciencias - Biología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), le siguió la pista al hormiguero ventriblanco (Myrmeciza longipes), al batará rayado (Thamnophilus doliatus) y al pijuí pechiblanco (Synallaxis albescens), cuya base de alimentación son los insectos, por lo que su función es muy importante en el control de las plagas.

El estudio de la abundancia o escasez de estas especies serviría para establecer qué tan “saludable” es el hábitat del bosque seco tropical que rodea la zona de la represa de El Quimbo, al sur del Huila.

Los bosques secos tropicales son aquellos que crecen en áreas que no reciben lluvia durante muchos meses del año. Concretamente, el del Alto Magdalena se considera como uno de los ecosistemas más degradados, fragmentados y poco conocidos de Colombia y del mundo.

“Por eso los estudios sobre la calidad de sus hábitats son relevantes para tomar decisiones de manejo y conservación, especialmente durante un proceso de restauración ecológica”, afirma el investigador.

El suyo fue el primer trabajo doctoral desarrollado en la zona de restauración ecológica del bosque seco tropical de la Central Hidroeléctrica El Quimbo, conformada por cerca de 11.000 hectáreas. Desde 2014 la Fundación Natura desarrolla el Plan de Restauración que finalizará en 2038, cuando la zona será entregada al Estado colombiano.

En 2009, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia le exigió a Enel-Emgesa –empresa de energía eléctrica constructora de la represa– comprar una zona de bosque seco tropical aledaño al embalse como medida de compensación por la sustracción de los terrenos necesarios para la construcción del proyecto, los cuales formaban parte de la Reserva Forestal de la Amazonia.

Playback y observación pasiva

Después de definir el grupo a estudiar, el siguiente paso fue revisar un inventario de aves en la zona. Para ello se apoyó en la línea base de biodiversidad elaborada por la empresa constructora para la licencia ambiental, en la primera salida de campo escogió 10 especies y seleccionó 3.

“Ese día preparamos sonidos de cantos de hormiguero ventriblanco, batará rayado y pijuí pechiblanco, para ver si estaban distribuidos a lo largo del área de estudio. Con binoculares y altavoz en mano transmitimos los cantos y así determinamos que efectivamente tales especies eran residentes en el área, en un rango de entre 700 y 1.300 msnm”, relata el investigador.

El biólogo definió 186 puntos o parcelas de conteo y dividió el área en 3 zonas según su estado de conservación (alta, media y baja) y ajustó modelos lineales generalizados (GLM) con el fin de evaluar las relaciones entre la abundancia y las variables de microhábitat y paisaje.

Para evaluar la calidad del hábitat utilizó el índice de adecuabilidad del hábitat (HSI), y para definir los modelos arquitectónicos de las plantas registró las especies vegetales dominantes en cada parcela, les tomó fotos e identificó su modelo por medio de una clave sinóptica (herramienta que permite agrupar las especies de plantas), basada en un análisis de la arquitectura disponible para árboles de zonas tropicales y templadas.

Además hizo 8 salidas de campo de entre 15 y 20 días cada una y visitó los puntos tres veces tratando de abarcar todas las épocas climáticas: lluviosa, seca y de transición.

Más arbustos y matorrales

Los resultados mostraron que la abundancia de las 3 especies de aves varió según el tipo de cobertura. Por ejemplo, el hormiguero ventriblanco tuvo mayor abundancia en fragmentos de bosques y matorrales que en arbustales, el batará rayado fue más abundante en arbustales y matorrales que en bosque, y las poblaciones del pijuí pechiblanco fueron mayores en arbustales y menores en bosque.

Con respecto a la evaluación de calidad del hábitat, evidenció que para el hormiguero ventriblanco el 38,44 % del hábitat disponible en la zona de estudio presentó baja calidad, es decir que no tiene los recursos ambientales suficientes para el mantenimiento de poblaciones e individuos de la especie.

En ese sentido, propone que “en arbustales y matorrales se realicen procesos de restauración, con el fin de incrementar en ellos estructura del sotobosque para el forrajeo; cobertura vegetal para refugio contra predadores y el clima adverso; y horquetas en el sotobosque para el soporte y la construcción de nidos”.

En relación con el batará rayado, el 39,91 % del área de estudio presentó mala calidad en sitios con baja cobertura de arbustos.

Según el biólogo, el proceso de restauración para el hormiguero pechiblanco también beneficiaría el hábitat del batará rayado.








jueves, 21 de julio de 2022

Rocas del Devónico, posible fuente para reserva de hidrocarburos ante futura escasez

 Estas rocas de hace más de 250 millones de años (era Paleozoica), que afloran en el macizo de Floresta, al norte de Boyacá, fueron buena fuente de hidrocarburos en el tiempo Devónico, pues cerca del 8,3 % del petróleo generado en el mundo proviene de ellas.

El investigador Andrés Felipe Pastor Chacón, magíster en Ciencias - Geología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), señala que hoy mucha de la geología del país ha trabajado alrededor de la explotación de los recursos mineros y petrolíferos, en la cual la exploración de hidrocarburos ha estado enfocada en las rocas del Mesozoico –o era de los dinosaurios–, que habría terminado hace 66 millones de años.

Sin embargo el Paleozoico, que precede al Mesozoico, no ha sido tan estudiado ni cuenta con tanto detalle sobre la explotación petrolífera de sus rocas como las eras siguientes. Esta se caracteriza por ser una era en la que los animales invertebrados se diversificaron en los océanos, y las plantas, anfibios y reptiles también se movían en tierra, y que habría acabado hace más de 250 millones de años.

Una de las principales razones es que generalmente estas rocas se encuentran a profundidades extremas, que representan un mayor riesgo y gasto económico, comparado con las más cercanas a la superficie pertenecientes a otros periodos.

El magíster indica que “los volúmenes de hidrocarburos que se pueden generar con las rocas paleozoicas son importantes, teniendo en cuenta la necesidad de incorporar reservas para la demanda interna del país”.
Por eso indagó si en Colombia se encontrarían rocas generadoras de hidrocarburos del Devónico –cuando aparecen los registros del desarrollo de los primeros bosques–, perteneciente a la era Paleozoica, que pudieran servir para incorporar futuras reservas de este producto para el país, justo en un momento en el que el Ministerio de Minas y Energía anunció que la generación y producción de hidrocarburos alcanza para suplir la demanda interna hasta 2029.

¿Hubo hidrocarburos en Boyacá?

El estudio se centró en el macizo de Floresta, en los municipios de Floresta y Busbanzá, en Boyacá, en donde aflora un cuerpo de roca del tiempo Devónico conocido como Formación Floresta, a la cual se le aplicaron distintas técnicas directas e indirectas para evaluar su potencial como generadora de hidrocarburos.

La técnica indirecta consistió en una descripción sedimentológica, en la cual el geólogo se va a campo, toma escalón por escalón de roca, lo mide metro a metro, describe sus características, lo compara con otros registros, y describe el proceso que formó la roca.

“Por ejemplo, haciendo estas observaciones y medidas, se puede interpretar si una roca se deposita en un ambiente marino, o en un continental”, explica el magíster.

El método de medición directo consiste en aplicar técnicas analíticas a las muestras de roca para evaluar su potencial; mediante estas se mide, por ejemplo, el contenido de carbono orgánico total. Otra estrategia es la aplicación de pirólisis, que consiste en medir la cantidad de hidrocarburos tanto libres como potenciales por expulsar, tras someterla a temperaturas superiores a los 400 °C.

Según el magíster, el estudio aporta información no solo sobre hidrocarburos sino también en medidas indirectas que se pueden aplicar, por ejemplo, en museos paleontológicos de la zona, y que se reflejarán en una mejor preservación e identificación de nuevas especies para la ciencia.

“Esto gracias a la tradición y riqueza paleontológica de Floresta, en donde las primeras investigaciones paleontológicas se remontan a hace 90 años y hay fósiles importantes para la ciencia que permiten hablar de las posiciones de los continentes y mares durante el Devónico”.

“Después de realizar un modelado estadístico que nos permitió devolvernos en el tiempo e imaginarnos cómo sería estar en el lugar donde la roca sí cumple con todas las condiciones, la investigación arrojó que, en efecto, las rocas analizadas sí tuvieron potencial en su tiempo como generadores de hidrocarburos, aunque en este momento la roca se mostrara agotada”.

Según el investigador, aunque la roca de estudio no mostrara registros actuales como roca generadora, no quiere decir que en el pasado o en otro lugar del país no se encuentren otras rocas con potencial.








lunes, 18 de julio de 2022

Problemas con la calidad del agua en la altillanura colombiana

 La presencia de niveles elevados de Escherichia coli –bacteria que se encuentra en el intestino de personas y animales– evidencia problemas en la calidad del agua superficial en la altillanura colombiana, específicamente en los municipios de Puerto López y Puerto Gaitán, al oriente del país.

La altillanura colombiana comprende los departamentos del Meta –municipios de Puerto López, Puerto Gaitán y Mapiripán– y el Vichada –municipios de La Primavera, Cumaribo, Santa Rosalía y Puerto Carreño–.

Este territorio cuenta con 13,5 millones de hectáreas, de las cuales se pueden cultivar 4,3 millones. Por este potencial es considerada como la gran despensa agrícola de Colombia, con extensos cultivos de maíz, soya, arroz, palma de aceite y pastos a gran escala, entre otros.

Sin embargo, el potencial del área contrasta con la calidad de sus suelos, que “son oxisoles (con alta dominancia de minerales oxidados) y con muy poco contenido de nutrientes, lo que los hace deficientes”, según explica el ingeniero agrónomo César Augusto Botero Vargas, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira.

Por lo tanto, para tener cultivos de calidad es necesario mejorar los suelos, tanto nutricional como físicamente.

En ese sentido, en su investigación el magíster establece el efecto del suelo en las fuentes de agua superficial, independientemente de si es para actividades agrícolas o pecuarias.

“Por ejemplo, aunque los coliformes totales –presentes en el intestino– aún están por debajo de los límites permitidos, de E. coli no debe existir ninguna presencia en agua para el consumo humano, y las fincas que evaluamos toman agua de esas fuentes”, señala el magíster.

Recuerda además que E. coli es un indicador microbiológico preciso de contaminación fecal, mientras los coliformes totales lo son de contaminación microbiológica en el agua para consumo humano.

Ganado no puede entrar a los bosques

Para la investigación se establecieron dos zonas: una en Puerto López (Meta) con alta intervención agrícola y pecuaria, en contraste con una zona poco intervenida en Puerto Gaitán, en límites con el Vichada. Se eligieron 6 predios, 3 en cada zona.

Las fincas debían poseer afluentes de aguas y tener algún sistema productivo transitorio –como el arroz y la soya–, de cultivos perennes –como caucho y palma–, o pasturas, en la parte de ganadería, que se contrastaron con sistemas poco intervenidos de bosque y sabana nativa (pasturas sin intervención).

Ya en el lugar, y con los predios establecidos, empezó el trabajo de campo: se crearon transectos, que son muestreos caracterizados por la toma de datos en determinados recorridos prefijados; estos tenían cinco puntos que salían desde la fuente de agua hasta el campo abierto donde estaba el sistema productivo predominante en la finca.

Así se recopilaron los datos para hacer el “análisis de componentes principales”, que agrupa todos esos datos y los convierte en un indicador.

En este caso se usaron los indicadores de funciones hídricas (variables físicas), fertilidad (variables químicas), biológico (macrofauna edáfica), morfología (agregación del suelo) y de calidad de agua (variables químicas y biológicas). Los indicadores van de 0,1 a 1, donde 1 es el valor más alto.

“Encontramos que en la zona de mayor intervención, con sistemas de ganadería extensivos, la calidad de agua era más baja, precisamente por la presencia E. coli y coliformes totales, y es por eso que no se debe permitir que el ganado ingrese a los bosques, sino que se deben establecer bebederos en los potreros”, señala.

Además, en las pendientes de los predios se halló un desnivel hacia la corriente de agua, entonces, con las condiciones de lluvia y la poca capacidad de estos suelos de infiltrar, y por la acción de la escorrentía, se produce un arrastre de estos desechos a las fuentes de agua.

Tener un mosaico de cultivos en la zona mejoraría los indicadores del suelo. Por ejemplo, se pudo establecer que las pasturas mejoran el indicador biológico, y para eso una de las alternativas es generar corredores o franjas de pastos dentro de los cultivos transitorios.

También es fundamental utilizar sistemas silvopastoriles, ya que los árboles dentro de las pasturas les dan confort a los animales y protegen directamente el suelo, gracias a las raíces y a la fauna que atraen.

Así mismo, el estudio señala que los bosques en buenas condiciones funcionan como una esponja que retiene todo lo que se desplaza de los sistemas productivos evitando que llegue a las fuentes de agua, por eso es básico cuidar estos bosques de galería.

 







miércoles, 6 de julio de 2022

Habitantes de calle, por fuera de los planes de desarrollo urbano

 En localidades de Bogotá como Los Mártires la atención integral dirigida a esta población solo ha hecho énfasis en la salud, pero se estarían descuidando aspectos como el derecho a la educación y la participación ciudadana, lo cual provoca un desplazamiento local.

Así lo estableció Erin Brayan Vera Cruz en su trabajo para optar por el título de Magíster en Gobierno Urbano del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), en el que analizó la atención integral de los habitantes de calle y la transformación urbana en la localidad de Los Mártires entre 2004 y 2019.

La revisión normativa relacionada con las políticas públicas y el análisis de los censos de habitantes de calle en Bogotá evidencian que “al revisar los planes de gestión social de los planes parciales en etapa de adopción se observa que no se incluye a los habitantes de calle como población impactada por la implementación de estos; por eso, el acceso a sus derechos queda restringido, agravando las condiciones de exclusión social”, explica el estudiante de maestría.

Afirma además que “tradicionalmente se ha percibido al habitante de calle como ‘vago’, se considera que está por fuera de la esfera social, lo cual ha integrado el grado de vulnerabilidad económica y social de este grupo poblacional. Por tanto, el Estado tiene que intervenir para que se mejoren sus condiciones”.

Lo anterior se daría porque se han dejado de lado estudios de caracterización y diagnóstico socioeconómico de estas personas, es decir que se no tiene certeza sobre quiénes son, cuántos son o qué edades tienen.

Esto llevaría a que no haya programas o proyectos encaminados a mitigar las acciones de los procesos de renovación urbana.

Proceso de revalorización promueve el desplazamiento

Según el estudiante Vera, “la situación evidenciada obliga a las personas a desplazarse a zonas más deprimidas, en las que arman ‘parches’ y ‘cambuches’ que les proveen un espacio no solo para pernoctar sino también para desarrollar actividades de esparcimiento y socialización entre pares, y otras como el consumo de sustancias psicoactivas”.

“Existen cambuches estructurales o temporales, y dentro de los planes de ordenamiento territorial estos espacios no se están considerando como movimientos realizados por personas dentro del área a intervenir”.

Así mismo, menciona que los procesos de revalorización son el resultado de las renovaciones urbanas lideradas desde las entidades públicas, mediante las cuales se aumenta el valor de las propiedades.

“Es entonces cuando los habitantes del sector son desplazados, ya sea porque no pueden solventar los costos de vida que representa estar allí o porque en el proceso de renovación se les exige entregar los predios donde están ubicados, lo cual es problemático, porque para esta población permanece en área intervenida”.

La identificación de vectores de desplazamiento locales demuestra que los habitantes de calle transitan en las proximidades a los centros de atención dispuestos por el Distrito para satisfacer necesidades, a espacios privados en los que pueden pagar por albergue, y a las zonas en donde se desarrollan los principales planes parciales de renovación urbana adelantados en esta zona de la ciudad.

El investigador recomienda formular instrumentos de ordenamiento territorial que consideren datos de caracterización hechos por entidades como la Secretaría de Integración Social, en los cuales se establece que, dentro de los espacios o barrios a intervenir, existe población habitante de calle.

Lo anterior se vuelve muy importante si se considera que Los Mártires es la localidad de Bogotá con mayor número de habitantes de calle. Según el censo del DANE, en 2017 había 1.750 habitantes en esta condición.

Los barrios en donde más se concentra esta población son Santa Fe, La Favorita, Las Aguas, Ricaurte, La Alameda, Restrepo, La Capuchina, Voto Nacional, La Estanzuela y Eduardo Santos.