El agua pura que alguna vez bajó de la montaña en Síquima hoy ya no es potable ¿Es posible que un habitante cercano a una quebrada tenga que acostarse algún día con sed? La respuesta es sí; en esta zona de Cundinamarca pasa, y seguramente en otros lugares de Colombia. Un estudio identificó que una familia está en inseguridad hídrica y otras cinco al límite de llegar a padecerla.
La producción industrial de alimentos, entre otras
problemáticas, ha impactado en la garantía hídrica y la soberanía alimentaria
de una comunidad que vive alrededor de la quebrada La Caratole, a 69 km de
Bogotá.
Según el Banco Interamericano de Desarrollo, la seguridad
hídrica se entiende como la existencia de un nivel aceptable de agua con un
nivel aceptable de riesgo, que permita satisfacer la diversidad de usos.
Idaluz Moreno González, nutricionista y dietista de la
Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), evaluó el
manejo inadecuado de las aguas residuales de galpones y porquerizas vertidas al
cuerpo de agua ubicado en las veredas de Chimbe y Chavarro, entre los
municipios de Albán, Guayabal de Síquima y Bituima.
También se pudo evidenciar la contaminación con agentes
químicos como fungicidas y pesticidas, la pérdida de vegetación por la
expansión agrícola, la inadecuada disposición de los residuos sólidos y la
pérdida de biodiversidad en el ecosistema. Estas acciones afectan directamente
a los guayabalunos en sus dinámicas de nutrición y en su salud.
Observación participativa
Según la nutricionista de la UNAL, “esta es la primera vez
que se hace en Colombia un estudio utilizando la escala de inseguridad hídrica,
midiendo en los hogares afectados la asequibilidad, la fiabilidad, la
adecuación y las amenazas que ponen en peligro la salud física y mental, y la
capacidad de realizar las actividades productivas, sociales y culturales
necesarias”.
Entre los distintos métodos de investigación en torno al
agua, la Escala de Experiencias de Inseguridad Hídrica en el Hogar (HWISE) es
la primera transculturalmente adecuada.
Para el profesor Álvaro Parrado Barbosa, del Departamento de
Nutrición Humana, director del trabajo de grado, este estudio es innovador
porque integra temas ambientales de microcuenca hidrográfica con la seguridad
hídrica y la alimentaria de una comunidad, a partir de un trabajo de nutrición
y dietética.
Durante las entrevistas con los ciudadanos se les preguntó
sobre la frecuencia con que cualquier integrante del hogar se ha ido a dormir
con sed porque no había agua para beber, y aunque el 75 % no ha tenido que
vivir esta situación porque tienen alternativas de consumo como comprar agua
potable tratada, el 25 % de los hogares sí la han padecido entre 1 a 2
veces. Esto puede ocurrir cuando las personas han agotado el agua potable
tratada y no confían en el agua del acueducto para su consumo.
Otro resultado preocupante, que atañe a la población
infantil, lo aporta el Plan Municipal de Salud de Guayabal 2008-2011, que
arroja como principales causas de morbilidad las enfermedades relacionadas con
factores de contaminación ambiental y de calidad del agua, como Infecciones
Respiratorias Agudas (IRAS) y Enfermedad Diarreica Aguda (EDA) con un
35 %, y dengue con un 8 %.
¿Quiénes contaminan el agua?
Según la experta, “los hallazgos muestran que el modelo
económico actual, la producción a gran escala, la extracción de recursos sin
analizar el impacto que generan en el ambiente, sin duda son el reflejo de un
modelo que hace las cosas sin preocuparse por el ambiente. Hay que migrar y mirar
otras alternativas como lo hace la agroecología, en la que se tome el agua como
un proceso central de producción”.
Dentro de las actividades económicas del territorio se
destaca la producción de café, caña de azúcar, yuca, fresa y mandarina, entre
otros productos, y en el aspecto pecuario se enfoca en ganadería, porcicultura
y avicultura.
Estas actividades generan un gran impacto ambiental, pues la
ampliación de la frontera agrícola lleva a una disminución de flora nativa que
a su vez alberga fauna característica del ecosistema, interrumpiendo ciclos
naturales.
Otra problemática es la contaminación por porquerizas y por
los grandes galpones que hacen descarga directa de aguas residuales en la
quebrada.
Entre tanto, los habitantes de la zona señalan que la
mayoría de los acueductos veredales no realizan ningún tratamiento al agua
captada directamente de las quebradas, nacimientos o aljibes. Incluso en
algunos casos las bocatomas se ubican en puntos inferiores muy cercanos a
vertimientos de aguas residuales de otras comunidades.
La nutricionista de la UNAL sentencia que “se evidencia que
el actual modelo de producción está sobrepasando la capacidad de soporte que
tiene el medio. Estos procesos de producción están generando graves problemas
en el agua de la cuenca de La Caratole, que impiden que las personas tengan un
libre desarrollo personal, familiar y social, y los expone a riesgos de salud
pública”.