jueves, 15 de febrero de 2024

. Jardín Botánico de San Andrés, custodio de la vegetación del Archipiélago

 ¿Qué sería de San Andrés sin sus aguas azules, sin la arena suave y fina que masajea los pies de miles de caminantes, pero, sobre todo, sin sus plantas autóctonas como guayacán real, drácena, sandía, duranta, crotón, oreja de elefante, longuián y helecho nido de pájaro?

No es una revelación que uno de los mayores atractivos de San Andrés es su mar Caribe con una amplia gama de tonos, que alberga peces coloridos y corales, y sus cálidas playas, lo que seguramente usted desconoce es que es un lugar lleno de biodiversidad, cuyo bosque seco tropical incluye más de 200 especies de plantas.

Para preservar este tesoro de flora, hace 16 años la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) creó el Jardín Botánico de San Andrés, proyecto ideado por el arquitecto Santiago Moreno González y el profesor Petter Lowy Cerón, exdirector de la Sede Caribe, quienes con el apoyo de la comunidad raizal compraron el terreno en 1996, con la finalidad de conservar y estudiar las especies de plantas que este alberga en una extensión de 69.718 m2.

El 90 % del Jardín es de bosque seco tropical y allí viven 12.640 individuos de 234 especies pertenecientes a 72 familias botánicas, diversidad se incluye plantas ornamentales, tóxicas, medicinales y maderables.

Un 42 % de este acervo pertenece a plantas nativas que contribuyen al conocimiento, la conservación, el aprovechamiento y la recuperación de la vegetación del Archipiélago.

El Jardín es un aula viva para los estudiantes de la Universidad y de las instituciones educativas de la Isla, lo que lo convierte en un lugar importante para la investigación ambiental.


Todo esto es posible gracias a que en marzo de 1999 la UNAL le presentó el proyecto al Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, que otorgó el concepto de “predio favorable” para adelantar tareas técnico-ambientales, convirtiéndolo así en uno de los primeros jardines botánicos aprobados por esa institución en el país.

El 6 de agosto de ese mismo año obtuvo el permiso ambiental de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina (Coralina).


El esfuerzo de la UNAL por conservar esta tierra y las especies que viven en ella se debe valorar como un proyecto que permanece para ser guardián de la historia ambiental de la Isla en los tiempos de los agricultores y sus derechos ancestrales como territorio y comunidad, porque, ¿qué sería de la Isla de San Andrés sin su historia?