Junto al Movimiento sin Tierra (Brasil) o el Programa Nacional de Transición Agroecológica y Patrimonio Biocultural (Oaxaca, México), Colombia cuenta con las Zonas de Reserva Campesina de Pradera, y entre ellas Tuluá (Valle del Cauca) y el resguardo indígena Kwet Wala (Pradera) son ejemplos de resistencia que realizan las comunidades indígenas y campesinas para asegurar la comida, ofreciendo propuestas basadas en los principios de la agroecología.
Tales experiencias se recogen en el libro El
problema agrario en Colombia y propuestas de resistencia desde la agroecología
latinoamericana, una de las novedades que presenta la Universidad Nacional
de Colombia (UNAL) Sede Palmira en la Feria Internacional del Libro de Bogotá
(FILBo) 2024.
La publicación, cuyos editores académicos son: Wilson
Sánchez, estudiante del Doctorado en Agroecología de la Sede Palmira, y Álvaro
Rivas, profesor de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNAL Sede Bogotá,
analiza con una postura crítica las dificultades agrarias del país, y destaca
la resistencia y el papel de las comunidades campesinas.
Con su enfoque integral y su arraigo en los saberes y
prácticas comunitarias, la agroecología se presenta en el libro como un modelo
esperanzador para la preservación de la vida en el planeta, ya que garantiza la
comida, la defensa y protección y el cuidado de la vida.
Precisamente desde tiempos inmemoriales la agroecología ha
sido la piedra angular de la alimentación humana, una práctica arraigada en las
comunidades rurales que ha garantizado no solo la subsistencia sino también la
abundancia de comida para todo el planeta.
En contraste con este legado ancestral, “el sistema de
producción de alimentos predominante en el mundo, que acumula más del 80 %
de la mejor tierra en el planeta, produce entre el 15 y el 20 % de la comida,
mientras que las comunidades campesinas rurales, que apenas cuentan con el 15
al 20 % de la tierra, son responsables del 80 al 90 % de la
producción de comida en el mundo”, afirma el ingeniero agrónomo, Reinaldo
Giraldo Díaz, doctor en Agroecología de la UNAL Sede Palmira, uno de los
coautores del libro.
Este paradójico panorama revela una verdad incómoda y
propone la agroecología como una alternativa capaz de producir la comida de la
población mundial en armonía con la naturaleza y sin contribuir al calentamiento
global ni a la degradación de los suelos, de donde proviene el 80 % de los
alimentos.
Según el experto, “la agroecología ofrece una visión
integral en la cual la comida es parte del tejido vital de la comunidad y del
territorio”.
El problema agrario, más de 500 años sin resolver
En el trasfondo de los campos colombianos y la tenencia de
la tierra se teje una historia que se remonta a los tiempos de la conquista y
la colonización de América, hasta la mitología griega, una narrativa a la que
acude el coautor Giraldo para explicar las profundas conexiones que por siglos
ha existido entre el poder, la tierra y la resistencia, en la que figuras como
Heracles y Gea representan la lucha entre el poder y el territorio.
La obra hace un análisis multidimensional del problema
agrario, con las comunidades rurales como protagonistas de la defensa del
territorio y la vida comunitaria. Desde la resistencia a los modelos dominantes
–con la expansión del agronegocio, la minería y la pesca industrial– hasta la
promoción de la agroecología como una alternativa vital, los autores brindan
herramientas para enfrentar los desafíos contemporáneos y construir en “el aquí
y ahora” formas de fluir con la vida.
Con miras al futuro de la agricultura en Colombia, este
libro se presenta como una herramienta para las comunidades rurales, un
testimonio de su sabiduría ancestral y una guía para la defensa de la vida en
el planeta.