Los incendios forestales aumentarán en un 50 % para el 2100 en el mundo y los gobiernos no están preparados para prevenir ni para mitigar este impacto ambiental.
Así lo advierte el informe “Spreading like Wildfire: The
Rising Threat of Extraordinary Landscape Fires”, que contó con la participación
de 50 expertos del mundo, entre los que se encuentran las investigadoras Dolors
Armenteras, directora del Grupo de Ecología del Paisaje y Modelación de
Ecosistemas (Ecomod) de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), y Tania
González, doctora en Ciencias – Biología, quien forma parte del mismo equipo
investigador.
Dicho informe, preparado por el Programa de las Naciones
Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA)
y GRID-Arendal (centro
colaborador del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, ubicado
en Arendal, Noruega), proyecta que el cambio climático y los cambios de uso de
la tierra harán que los incendios forestales sean más frecuentes e intensos,
con un aumento global de aquellos extremos de hasta el 14 % para 2030, el
30 % para fines de 2050 y del 50 % para fines de siglo.
El documento pide un cambio radical en el gasto público en
incendios forestales en todo el mundo, modificando sus inversiones y la
respuesta a la prevención y la preparación.
“Formar parte de este informe es el resultado de la
investigación de calidad y el impacto internacional que se logra desde la
universidad pública en Colombia. […] Este trabajo representa el aporte para una
evaluación rápida de Naciones Unidas en torno a la amenaza de los incendios
forestales sobre los paisajes del mundo”, señaló la profesora Armenteras.
Aseguró además que “no todos los fuegos son dañinos,
dependen del contexto, del bioma y de las condiciones a las cuales está
acostumbrada o no la vegetación, al manejo adecuado, y aunque es cierto que no
todos se deben apagar o extinguir, aquellos que se convierten en incendios y se
propagan por días o meses sí deben ser controlados de alguna forma para evitar
mayores consecuencias”, asegura.
La publicación les pide a los Gobiernos del mundo que
adopten una nueva “Fórmula lista para el fuego”, que sean dos tercios del gasto
dedicados a la planificación, prevención, preparación y recuperación, con un
tercio restante para la respuesta. Esto, teniendo en cuenta que actualmente las
respuestas directas de extinción de incendios forestales suelen recibir más de
la mitad de los gastos relacionados, mientras que la planificación y la
prevención reciben menos del 1 %.
Para prevenir incendios, los autores piden combinar sistemas
de monitoreo basados en datos y ciencia con conocimientos indígenas y una
cooperación regional e internacional más fuerte.
En este punto, la profesora Armenteras destaca que es
importante llevar a cabo la transferencia de conocimiento de prácticas
existentes en los diferentes países, las cuales son herramientas clave para que
en otros lugares del mundo sean adoptadas.
Cambian regímenes del fuego
Para la docente, la recopilación de evidencia científica
muestra que en el mundo los regímenes de fuego se están transformando, por el
cambio tanto climático, como de uso de la tierra y el poblacional, pero que
esto depende mucho de la región.
Según el informe, en el mundo se presenta la alteración del
ciclo global del carbono que va a emitir grandes cantidades de CO2 en
la atmósfera y va a exacerbar el calentamiento global, y esto también impacta
económicamente tanto a los individuos como a las comunidades.
Destaca además que la contaminación se incrementa por las
partículas que se emiten a la atmósfera. Ni hablar de la pérdida de
biodiversidad y el cambio de vegetación que en muchos casos no se recupera,
llevando a muchas especies de fauna y flora a estar más cerca de la extinción.
También resalta que “los incendios contaminan los cuerpos de
agua y alteran las cuencas hidrográficas y, entre otros impactos, aumenta la
erosión del suelo cambiando su composición y sus nutrientes, afectando la
cantidad y la calidad del agua porque deja de existir vegetación que ayude en
este ciclo”.
Incendios y pobreza
En un aparte del informe se sugiere que los incendios
forestales afectan desproporcionadamente a las naciones más pobres del mundo,
pues su impacto se extiende durante días, semanas e incluso años después de que
las llamas disminuyen y esto impide el progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible de
la ONU y profundiza las desigualdades sociales.
Los impactos van desde daños en la infraestructura y la
salud de las personas (afectadas por el humo) hasta la degradación ambiental de
ecosistemas terrestres y acuáticos. Además, después de los incendios se generan
altísimos costos económicos de recuperación.
El caso de la Amazonia
“En la Amazonia el problema es la deforestación, la cual se
realiza a través de la quema de bosques previamente talados y, en algunos
casos, en lugares donde el bosque no se ha talado; si se dan ciertas
condiciones secas, el fuego penetra, se expande más allá del área talada y se
convierte en un mecanismo de degradación de los bosques”, menciona la doctora
Armenteras.
Agrega que “también están en juego la falta de titulación de
tierras, su especulación, las actividades ilícitas de extracción de madera,
cultivos ilícitos, la ganadería extensiva, la falta de gobernanza y la falta de
oportunidades económicas de la población”.
Partiendo de esto, considera que comprender mejor el
comportamiento de los incendios forestales y mantener la gestión adaptativa de
la tierra requiere de una combinación de políticas, un marco jurídico e
incentivos que fomenten el uso adecuado de la tierra y, cuando corresponda, del
fuego.