Aunque desde hace 60 años en Colombia hay un reactor nuclear para labores de investigación, su funcionamiento es desconocido, y de hecho el rol que puede jugar esta energía en el país también, un campo que ha vuelto a estar en auge en el mundo y que a futuro podría traer un amplio desarrollo de radiofármacos (compuestos para diagnóstico y tratamiento de enfermedades), además de abastecer de electricidad a todas las regiones y disminuir la huella de carbono y su contaminación.
En 2012, mediante el Decreto 0381, el Gobierno nacional le
asignó al Ministerio de Minas y Energía la competencia para adoptar la Política
Nacional de Energía Nuclear y Materiales Radioactivos; sin embargo hoy no
existe tal política, y hasta este año se llevará al Congreso la propuesta para
generarla, teniendo en cuenta las necesidades energéticas del país: en donde el
carbón va de salida, hay problemas con las reservas de gas, y es complejo
seguir dependiendo de la energía hidroeléctrica cuando hay fenómenos
ambientales como El Niño.
Por otro lado, desde la Universidad Nacional de Colombia
(UNAL) Sede Medellín se está pensando en abrir un posgrado en reactores
nucleares, un campo que, como asegura el profesor David Galeano, de la Facultad
de Minas, dará de qué hablar en Colombia, y en el cual es de vital importancia
tener profesionales que puedan atender la demanda de un campo que está en el
olvido, aunque desde 1965 tiene un reactor en el corazón de Bogotá.
¿Pero qué es la energía nuclear? En una emisión del programa
de ABC, de Periódico UNAL, el profesor Galeano aseguró que esta se produce
cuando se rompe el núcleo del uranio, más específicamente de su isótopo 235,
que es una variación de su masa y propiedades físicas, pero con la misma
composición química; cuando se produce este quiebre se libera calor que es
transferido a una fuente de agua que mueve una turbina y genera electricidad.
Según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA),
actualmente hay más de 400 reactores de potencia nuclear en más de 30 países,
que suministran aproximadamente el 11 % de la electricidad mundial; y
además de no producir gases de efecto invernadero, tiene múltiples usos que no
solo benefician el medioambiente y la economía del mundo, sino también la vida
cotidiana de las personas.
El profesor Galeano explica que esta energía tendrá muchos
usos, entre ellos el “hidrógeno rosa”, que se refiere a producir hidrógeno a
partir de reactores nucleares y que serviría para alimentar la pila de
combustible de los carros eléctricos; para los llamados distritos térmicos,
zonas en las que no se vende la energía sino el calor que desprende, para
procesos industriales; la desalinización del agua del mar, el reemplazo de la
quema de carbón, y la ciencia y tecnología nuclear para temas médicos,
geológicos e hidrológicos.
Los residuos y la seguridad, aspectos que generan dudas
“Lo que sale de los reactores es agua en forma de vapor; por
lo que allí no hay radiación, esta queda contenida en el núcleo. Por otra
parte, en estas zonas los residuos se manejan de manera eficiente, pues no es
un problema de volumen, por ejemplo si tomáramos todos los desechos que se han
producido desde la década del 40 –cuando inició el auge de este tipo de
energía–, podríamos llenar una cancha de fútbol americano”, indica.
“Aunque existen diversos mitos en torno a la energía
nuclear, contrario a lo que se cree, los residuos nucleares no explotan, pues
no es físicamente posible, y el 96 % de estos residuos se reciclan para
otros procesos, tanto del mismo reactor como de otras labores, por lo que
contamina menos y no ocupa tanto espacio; no obstante, hay un porcentaje de
plantas nucleares que aún deben implementar un sistema para que solo salga
vapor.
Se estima que la próxima generación de centrales nucleares
–también llamados reactores avanzados innovadores–, generará muchos menos
desechos que los actuales. Su construcción se prevé para el 2030, teniendo en
cuenta los desafíos que se enfrentan en el mundo en el tema ambiental, y lo que
se proyecta para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Como indica el experto, el desastre de Chernobyl se dio ya hace
muchos años y fue debido a problemas de diseño y operativos, y un pésimo manejo
del accidente. Además ocurrió en los años 60, y desde ese momento este campo ha
avanzado mucho. La energía nuclear no es sinónimo de armamento nuclear, pues
para producir una bomba se necesita una composición de hasta 90 % de
uranio, y las plantas trabajan con máximo un 4 %.
“Colombia no se quedará sin uranio, pero sí sin combustibles
fósiles, que tienen una presencia marcada en zonas como el Medio Oriente o
Venezuela; este metal está ampliamente distribuido en el territorio nacional,
en 2012 se habían decretado unas 20 millones de hectáreas como reserva
estratégica, pero hace falta más investigación y planeación para estar a la par
de países latinoamericanos como Argentina, Brasil y México, que ya tienen
plantas operando”, concluye el experto.