Por medio de esta actividad se diseñó el currículo de lo que los estudiantes de una escuela rural de Cali debían trabajar en el área de química, y con un proyecto piloto se demostró la efectividad de esta estrategia para mejorar el aprendizaje.
En términos generales la piscicultura es la crianza o el
cultivo de peces en acuarios, estanques y ríos, entre otros espacios que
permitan el correcto desarrollo de las especies.
En el desarrollo del proyecto, los estudiantes iban al
estanque donde estaban los peces y allí debían realizar las mediciones de
componentes como pH, oxígeno disuelto y temperatura del agua, entre otros, lo
cual se hacía todos los días para que los alumnos pudieran recopilar, controlar
y comparar las cantidades de compuestos.
Con esto se demostró que los conceptos sí se podían
utilizar, y también analizar procesos químicos por medio de estas alternativas
que se encuentran en las zonas rurales.
Aunque en muchas escuelas rurales existen estos espacios,
entre los que también se incluyen huertas, gallineros, conservas y otros
proyectos, estos no suelen estar ligados directamente con las áreas
disciplinarias.
En esto se concentró Jenny Viviana Salazar, magíster en
Enseñanza de las Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de
Colombia (UNAL) Sede Palmira, cuyo proyecto se orientó a aprovechar el
conocimiento que se usa en piscicultura, que es más técnico, para pasarlo a
conocimiento científico.
De esa manera diseñó todo el currículo de lo que los
estudiantes debían aprender en el área de química, pero usando el proyecto
piscícola. El trabajo, dirigido por los profesores Boris Candela y Lucena
Vásquez, de la UNAL Sede Palmira, se llevó a cabo con estudiantes de grados
octavo y noveno de la Institución Educativa Los Andes, en zona rural de Cali.
Generalmente las evaluaciones académicas en el área de
química arrojan resultados muy bajos. Según la magíster Salazar, esta
problemática se presenta no solo en las zonas rurales, sino también en el
sector público de Colombia. Por dicha razón, los docentes deben unir esfuerzos
para buscar metodologías que mejoren esas competencias en estudiantes de básica
secundaria.
En la Institución Educativa Los Andes, ella implementó la
observación participante y realizó entrevistas a los estudiantes, para luego
recolectar los datos que fueron analizados por medio de una triangulación.
Aprender con la naturaleza
“La escuela rural es un excelente laboratorio para abordar
muchas indagaciones y otras maneras de aprender que sería maravilloso que se
dieran a nivel general”, manifiesta la magíster Salazar.
Agrega que lo que diferencia a estas alternativas es que
generan una enseñanza muy contextualizada, ya que no se manejan los ejemplos
convencionales que los estudiantes muchas veces ven más abstractos, sino que se
trata de experiencias y observaciones que ellos mismos están llevando a cabo.
Así logran entender más fácil y rápidamente qué significa lo
que pasa en el lago, por ejemplo, relacionándolo con todos esos aspectos
químicos, al mismo tiempo que evidencian para qué sirven.
Apropiación de conceptos y utilidad
Aprendieron a entender las concentraciones de sal para
diferentes situaciones, si en algún momento debían incorporar sal marina para
tratar algún hongo que estuviera atacando a los peces.
Con este tipo de experimentos, los estudiantes desarrollaron concentraciones peso/peso, masa/volumen, entendieron qué significaba que una solución tuviera un pH ácido o básico, aprendieron a usar diferentes instrumentos (termómetro, oxímetro, entre otros), además de realizar otras mediciones más avanzadas, como en el caso de las concentraciones de amonio.
Una de las recomendaciones que hace la magíster Salazar es que este proyecto se transversalice, es decir que otras áreas hagan lo mismo y trabajen a partir de dicha alternativa.