Aunque existen bases de datos con información cuantitativa y cualitativa sobre la calidad del aire de la ciudad, provenientes, por ejemplo, de las estaciones meteorológicas de Bogotá, se evidenció que entre 2018 y 2020 estas estaban desarticuladas, lo que representa una limitación para abordar la problemática de una manera transversal.
Bibiana del Carmen Ibarra Vargas, estudiante de la Maestría
en Gobierno Urbano del Instituto de Estudios Urbanos (IEU) de la Universidad
Nacional de Colombia (UNAL), menciona que la información que ofrecen los
macrodatos permitiría diseñar estrategias de política pública que incluyan
aspectos ambientales, sociales y económicos.
Gracias a la analítica de los big data es
posible procesar los datos históricos y continuos para calcular la calidad del
aire en una región, localidad o barrio, en intervalos. Además tiene el
potencial de ofrecer pronósticos de los valores futuros que utiliza aprendizaje
automático (machine learning). La información resultante del análisis
sirve, entre otras cosas, como herramienta de prevención.
Las ciudades colombianas tienen el reto de entender la
distribución espacial de la contaminación del aire y conocer cuáles son las
poblaciones más afectadas, aspectos a los que se puede acceder, por ejemplo, a
través de indicadores económicos, de escolaridad o nutrición infantil.
Durante la reciente emisión del programa Observatorio de Gobierno Urbano, del IEU, que se emite
por Radio UNAL (98.5 FM), la estudiante Ibarra señaló que existen tres
variables que se deben tener en cuenta: el biotopo, es decir la parte
geográfica; la ciudad construida, o sea las viviendas, vías y el espacio
público, y por último las actividades humanas.
Campo de estudio innovador
El trabajo de maestría “Gobierno y planificación de la
condición ambiental del aire en Bogotá 2018-2020: La informática y el Big
Data como herramientas de análisis y manejo” buscaba analizar cómo se
ha gestionado la calidad del aire en la capital colombiana desde las políticas
públicas y el uso de información.
De un primer ejercicio de búsqueda de información sobre
calidad del aire en Bogotá, en diferentes fuentes obtuvo 26 millones de
registros; después, tras depurar y priorizar información, seleccionó 137.
El profesor del IEU Fernando Montenegro Lizarralde, director
del trabajo de grado de la estudiante Ibarra, destaca la importancia de abordar
la temática con enfoque urbano, ya que es un campo de estudio novedoso.
El académico indica que el trabajo de su pupila tiene tres
pilares: reconocer la importancia de la calidad del aire; entender cómo el uso
de big data puede evaluar el problema, e indagar cómo se
gestiona esta problemática desde el gobierno urbano.
Teniendo en cuenta los indicadores, que se pueden encontrar
por los big data y las variables planteadas, coinciden en
señalar que es necesario entender que se requiere un cambio en el concepto de
gobernanza.
Gobierno urbano y calidad del aire
Además de las declaraciones de alerta por baja calidad del
aire, la estudiante también indagó sobre las respuestas que la Alcaldía Mayor
de Bogotá le dio a la problemática. Para ello, tomó el periodo 2018-2019
–durante el mandato de Enrique Peñaloza– y 2020, primer año de Claudia López en
el cargo.
La estudiante menciona que “aunque en ese periodo el Concejo
de Bogotá abordó el tema, ninguna ponencia estaba en la línea del gobierno
urbano, sino que respondían a cuestiones técnicas”.
Según el profesor Montenegro, la calidad del aire afecta de
manera distinta a las comunidades, pues son más vulnerables quienes habitan
cerca de las zonas industriales.
Con respecto a la alerta amarilla por contaminación
ambiental emitida a comienzos de febrero, los invitados al programa señalaron
que se dio de manera general, sin tener en cuenta que el problema no afecta por
igual a la población.
Por ejemplo, existe evidencia de que el centro-occidente de
la ciudad presenta altas concentraciones de contaminantes del aire, que incluso
llegan al doble de lo que se registra en otros lugares.
“Por eso es esencial entender la problemática de una manera
diferenciada, y ahí las autoridades deben priorizar los lugares donde se
requiere una mayor intervención”, asevera el profesor Juan Felipe Franco, uno
de los evaluadores del trabajo de maestría de la estudiante Ibarra.
Así, la futura magíster evidenció en su investigación que
solo Claudia López incluyó en su Plan de Desarrollo temas referentes al cambio
climático y desarrollo de las ciudades en el marco del cumplimiento del
Objetivo de Desarrollo Sostenible número 11: “lograr que las ciudades y los
asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”.