lunes, 4 de septiembre de 2023

“Migración de especies marinas por cambio climático provocaría conflictos pesqueros”

 Así lo afirmó el paleo-oceanógrafo británico David Thornalley, profesor de geografía en la University College de Londres –conocido por su trabajo sobre los cambios en la circulación del Atlántico Norte durante el periodo Cuaternario–, en el Seminario Ciencias del Mar 2023, desarrollado en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede de La Paz.

Según el experto, “aunque existe una alta probabilidad de que las especies migren hacia latitudes más al norte, la interacción entre este fenómeno y la circulación oceánica modificará esta distribución en diferentes regiones”.

“En algunos casos esta reubicación podría desencadenar conflictos pesqueros, especialmente cuando el calentamiento se acelere abruptamente. […] En el mundo de los ecosistemas marinos y la circulación oceánica juegan un papel esencial en la distribución de recursos cruciales”.

Según la Primera Evaluación Integrada del Medio Marino a escala mundial de Naciones Unidas, los océanos y la vida que contienen son fundamentales para el funcionamiento saludable del planeta, ya que suministran la mitad del oxígeno que respiran los seres humanos y cada año absorben un 26 % de las emisiones de dióxido de carbono emitidas a la atmósfera.

“Cada vez hay más evidencias que demuestran el papel esencial que desempeña la biodiversidad marina para la salud del planeta y el bienestar social. La pesca y la acuicultura son una fuente de ingresos para cientos de millones de personas, en especial familias de bajos ingresos; además contribuyen directa e indirectamente en su seguridad alimentaria”, manifestó el experto.

Los ecosistemas marinos proporcionan innumerables servicios a las comunidades costeras; por ejemplo los manglares son una importante fuente de alimento para más de 210 millones de personas, y otros también ofrecen medios de subsistencia, agua limpia, productos forestales y protección contra la erosión y los fenómenos meteorológicos extremos.

“Cambios como que un 57 % de la superficie oceánica registre temperaturas que en 1870 se consideraban como extraordinarias y que entonces afectaban como mucho al 2 % de los mares, hoy se ha hecho habituales”, dijo.

La capacidad de prever estas transformaciones es un desafío para la humanidad. En este sentido, el científico Thornalley dijo: “a pesar de los avances en modelos climáticos, todavía existe una brecha significativa en la comprensión de la variabilidad en el noreste del Atlántico. Este vacío resalta la necesidad imperante de mantener una vigilancia constante y mejorar la comprensión de los aspectos biológicos relacionados para evaluar con precisión los cambios oceanográficos y sus consecuencias ecológicas”.

Uno de los impactos más notables es la reubicación de especies marinas, incluida la pesca comercial, debido al calentamiento de los océanos.

El experto manifestó además que “el mecanismo clave detrás de esta dinámica es la ‘Invertida Meridional Atlántica’, una ‘cinta transportadora’ que lleva calor y agua salada al Atlántico Norte, donde se enfría y se sumerge hacia las profundidades”.

“Una vez allí, el flujo de agua se dirige nuevamente hacia el sur y circula por los océanos globales. Sin embargo, modelos climáticos indican que este sistema podría ralentizarse debido al calentamiento global y los cambios en los ciclos del agua”.

El equipo de investigación dirigido por el profesor Thornalley está abordando este desafío. La investigación ha identificado un patrón distintivo sobre cómo impactan en el océano los cambios en la Invertida Meridional Atlántica, en particular cuando interactúa con otros factores, con el compromiso de generar registros más detallados y precisos para tener una comprensión más sólida de estos procesos.

“La interacción compleja entre la circulación oceánica y el calentamiento global está transformando los ecosistemas marinos y generará tensiones geopolíticas significativas, pues los recursos pesqueros son esenciales para las economías”.

En ese sentido, una combinación de observaciones continuas y un profundo conocimiento biológico son esenciales para anticipar y gestionar adecuadamente los cambios en los océanos y sus consecuencias en la biodiversidad y la política internacional”, concluyó el científico británico.

 







 




Bosques de manglar en Buenaventura, ahogados en microplásticos

 Las bahías de Buenaventura y Málaga acumularon hasta 206 % más plásticos microscópicos –o microplásticos– que la bahía de Tumaco, debido a factores como la proximidad a centros poblados, las descargas de residuos a los ríos, las actividades económicas y las áreas turísticas.

Los fragmentos plásticos, imperceptibles al ojo humano, representan una creciente preocupación tanto para los ecosistemas acuáticos como para la vida marina y la salud humana, ya que quedan atrapados entre el gran sistema de raíces propio de los manglares, bioma esencial en la conservación de flora y fauna y valiosos sumideros de gases de efecto invernadero.

El estudio realizado por la ingeniera ambiental Daniela Vásquez Molano, estudiante de la Maestría en Ingeniería Ambiental de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, muestra que los bosques con mayor densidad de árboles acumularon hasta 104 % más microplásticos en sedimentos (arena, materia orgánica y otros) que los bosques menos densos, lo cual obedece a la reducción de la velocidad del agua, que genera retención de sedimentos y plásticos.

Del mismo modo, los bosques de manglar con mayor intervención humana acumularon hasta 22 % más microplásticos por la influencia de áreas pobladas, descargas de ríos, canales y zonas turísticas.

Los diminutos residuos se encontraron en diversos puntos de las bahías evaluadas, con un promedio de 14 partículas de microplasticos por kilogramo de sedimento que incluye fibras, fragmentos de plásticos, “pellets” (material plástico esferoide utilizado por algunas industrias), y “films”, que son derivados de plásticos grandes. ​

En los manglares de la bahía de Buenaventura se hallaron en promedio 21 partículas por kg de sedimento, mientras que en Tumaco fue de 7 partículas por kg.

Según la ingeniera ambiental, “la mayor acumulación de microplásticos en la bahía de Buenaventura frente a la de Tumaco se puede atribuir a la población de los dos distritos: 322.311 y 263.990 habitantes respectivamente, que generan una mayor cantidad de residuos sólidos; así mismo, cuenta con el puerto más importante del Pacífico colombiano y recibe la descarga de los ríos Dagua y Anchicayá”.

El estudio combinó trabajo de campo en parcelas establecidas en las tres bahías seleccionadas por su importancia económica y diferencias poblacionales. En cada una se colectaron muestras de sedimento superficial. Los microplásticos se extrajeron mediante separación por densidad y cada partícula se contó y clasificó según su morfología.

Además se determinó la textura del suelo y el contenido de materia orgánica y se midieron sólidos suspendidos, salinidad y temperatura del agua superficial. En cada sitio se identificó la especie del árbol, cantidad de individuos, diámetro de altura al pecho y altura del árbol.

Para su trabajo, la estudiante Vásquez contó con la dirección de los profesores Duque Nivia y Andrés Molina, y el apoyo del Grupo de Investigación Ecología y Contaminación Acuática.

Los resultados de su investigación resultan preocupantes por la capacidad de los microplásticos de absorber y transportar en su superficie diferentes contaminantes presentes en el ambiente,
 como  metales pesados, que pueden llevar a la muerte de especies, transferirse a lo largo de la cadena alimenticia y poner en riesgo la seguridad alimentaria y la salud humana.


En ese sentido, los expertos señalan que “es necesario profundizar en la identificación de la composición de los plásticos hallados para establecer estrategias de mitigación y cultura ambiental”.

La investigación se realizó como parte del proyecto “Investigación de los servicios ecosistémicos derivados de bosques de manglar en el Pacífico colombiano, Valle del Cauca, Nariño, Cauca, Chocó”, financiado por el Sistema General de Regalías, código BPIN2020000100054.