El desequilibrio en los océanos debido al aumento en las lluvias y el deshielo polar, entre otros eventos climáticos, tendría como consecuencia temporadas de huracanes más intensas, nevadas e inviernos gélidos y veranos con temperaturas extremas.
La oceanóloga Nancy Villegas, doctora en Ciencias Físicas y
Matemáticas y líder en el Grupo de Investigación en Oceanología de la Universidad
Nacional de Colombia (UNAL), indica que ya se ven esos cambios, como las
recientes nevadas de España, de Ámsterdam luego de diez años, o las de Texas,
además del huracán que afectó el Archipiélago de San Andrés.
En ese sentido, advierte que la temporada de tormentas
podría ser más frecuente e intensa porque en época de verano la temperatura
superficial del mar sería más cálida, lo que favorecería la energía que
requieren las tormentas tropicales para volverse huracanes, y afectaría zonas
alejadas como los sistemas monzónicos de Asia y África y en la circulación
atmosférica de Estados Unidos.
“La superficie del océano transforma la energía calorífica
que llega por la radiación solar y genera procesos como evaporación, aerosoles,
hielo, lluvias, olas, intercambios de gases y salinidad, que va aumentando a
medida que se hace más profundo”, indica la profesora Villegas, y agrega que
los cambios en ese equilibrio varían las condiciones climáticas, e incluso
causa que los seres vivos se desplacen a otras zonas.
En el planeta hay cinco zonas costeras de surgencia muy
importantes, es decir cuando las masas del fondo, frías y ricas en nutrientes,
empiezan a ascender a la superficie y favorecen a los peces del sector y
recirculan las aguas. Estas se encuentran en el Atlántico norte en la corriente
de las Canarias; en el Atlántico sur, corriente de Benguela; en el Índico, la
occidental de Australia; en el Pacífico norte la de California y en el Pacífico
sur, corriente de Perú-Chile.
Contracorriente de agua caliente
La oceanóloga indica que en una situación normal el agua
fría viajaría desde Chile hasta el Pacífico colombiano y se movería por el
Ecuador hasta las costas de Australia, a donde llegaría caliente. En la
oscilación de El Niño se genera una contracorriente de agua caliente desde
Australia que viaja por el Ecuador y llega caliente a esa zona típicamente
fría. Esta oscilación trae tiempos secos en algunas regiones de América del Sur
y es lo que se conoce como el fenómeno de El Niño.
La experta recuerda que el 71 % de la superficie de la
Tierra está ocupada por océanos, que proporcionan entre el 50 y 80 % del
oxígeno del planeta por el fitoplancton, que captura entre el 30 y el 50 %
de CO2 atmosférico.
No se puede olvidar que el agua es 1.000 veces más densa que
el aire, es decir que trasporta 1.000 veces más calor que el aire, la corriente
del golfo mueve unos 20 millones de metros cúbicos de agua por segundo, que es
casi 100 veces el caudal del Amazonas.
“Esta corriente atraviesa el Atlántico norte, lleva aguas
cálidas a altas latitudes, cuando llega a los países nórdicos ha emitido tanto
calor que ya están frías, se van a la profundidad y se devuelven por el océano
hasta Suramérica”, agregó la profesora durante la Cátedra Nacional Colombia
Bioazul, “Dos mares un país, territorios por explorar” de la UNAL.
El debilitamiento de la corriente puede llevar a cambios
climáticos, ya no tendría la misma fuerza para llevar aguas cálidas a Europa ni
aguas frías y ricas en nutrientes al Caribe. “Algunas predicciones señalan que
en 2100 se debilitaría hasta en un 45 % y habría un cambio en las
condiciones climáticas de todo el mundo, empezando por Europa, donde habría
inviernos gélidos severos y veranos extremos, debido a que el vapor de agua de
la corriente no suavizaría ninguna de las estaciones”, concluye la profesora
Villegas.