El filtro tiene forma de vasija o maceta con poros, a través
de los cuales se filtra el agua con impurezas provenientes del suelo, la
minería y la agricultura. El sistema se diseñó para solventar la necesidad que
tienen al menos 20 integrantes de una comunidad indígena en la vereda Sipirra,
en el municipio de Río Sucio (Caldas), cuyo acceso a una planta de tratamiento
es limitado.
El almidón de bore tiene características únicas, con
gránulos más pequeños que los de otros almidones como el de maíz, yuca y papa.
Al aplicarse en agua, reduce el exceso de oxígeno en un 96 % y aclara la
turbidez en un 97 %, conocida como agua oscura por la tierra o
contaminación industrial.
La vasija se elaboró con la misma arcilla que la comunidad
indígena utiliza en sus artesanías, pero más allá de darle forma al filtro, su
uso radica en el alto potencial como adsorbente de metales pesados, por
ejemplo.
“Esta pasó por un proceso meticuloso que incluyó secado al
aire libre, limpieza de material orgánico, trituración a mano, tamizado, remojo,
amasado y moldeado. El grosor de la vasija alcanzó los 2 cm, asegurando su
robustez y eficiencia en el filtrado”, destaca la investigadora.
Con respecto al tercer protagonista de esta innovación, el
carbón activado, la magíster anota que este se utilizó para potenciar el
proceso de purificación. “Este material, que también tiene una alta capacidad
para adsorber impurezas, se dispuso en una capa de 2 cm dentro de la
vasija de arcilla”.
“El diseño del filtro incluyó un tanque plástico de
50 cm de altura y 25,5 cm de diámetro, con capacidad de 10 litros. La
vasija de arcilla, con una boca de 26 cm de diámetro en la parte superior,
una base de 18 cm y una profundidad de 23 cm, encajó perfectamente en
el tanque de almacenamiento”, agrega.
Así funciona
El agua recolectada se introdujo en la vasija, la operación
se repitió en tres ocasiones para garantizar una filtración completa y eficaz.
El líquido filtrado se almacenó en el tanque de plástico, listo para su consumo
seguro.
Como parte del control de calidad, se tomaron muestras del
agua filtrada para someterlas a pruebas fisicoquímicas y microbiológicas,
asegurando su idoneidad para el consumo humano. “Este meticuloso proceso
garantiza la obtención de agua potable de calidad, vital para el bienestar de
la comunidad”, subraya la investigadora, quien forma parte de las comunidades
indígenas del municipio Cañamomo y Lomaprieta, y con esta innovación busca
retribuir sus conocimientos científicos en el territorio.
El poder clarificador del bore
Para obtener almidón de bore, la investigadora peló y lavó
el tallo, luego los cortó en cubos que se licuaron en 3 ciclos de 20 segundos
hasta desintegrarse por completo. La suspensión resultante pasó 3 veces por un
filtro de 180 micrómetros para purificarla adecuadamente.
Después de decantarla durante 12 horas, se centrifugó a
5.000 revoluciones por minuto durante media hora, extrayendo el sobrenadante
cada 15 minutos para eliminar impurezas. El material seco se puso 8 horas en un
horno a 45 ºC y se tamizó hasta obtener un polvo homogéneo.
Se realizaron pruebas con diferentes concentraciones de
sulfato de aluminio y almidón acetilado para encontrar las óptimas. Se midió la
turbidez y el pH después de agitar y decantar. Se determinaron las dosis
óptimas que se aplicaron 6 veces más antes de caracterizar el agua.