Este subproducto orgánico, desechado por muchas arroceras del país, está en proceso de convertirse en uno de los materiales más importantes para la industria de la construcción en el Valle del Cauca.
“Aunque en ocasiones este residuo se usa como abono, gracias
al proyecto de la Universidad del Valle y el apoyo de Colciencias logramos
aprovecharlo para mejorar la resistencia a la corrosión y la compresión del
cemento Portland tradicional”, explicó el profesor Daniel Alveiro Bedoya Ruiz,
del Departamento de Ingeniería Civil de la Universidad Nacional de Colombia
(UNAL) Sede Manizales.
Para el docente, adicionar los residuos agroindustriales al
concreto no solo le proporciona mayor resistencia, sino que mitiga su impacto
ambiental, mejora las condiciones termoacústicas y reduce los costos de
construcción.
“Después de las pruebas en laboratorio realizamos otras en
menor escala y los resultados en cuanto a resistencia y durabilidad son
excelentes. Aunque en Asia han trabajado por muchos años con el arroz, nuestro
producto tiene unas características que lo hacen superior a cualquier
componente”, asegura el investigador.
El proceso empieza con una quema especial de la cascarilla
para eliminar el compuesto orgánico, y después la ceniza se somete a un
procedimiento químico para extraerle una sustancia conocida como sílice.
La sílice obtenida, de color blanco y amorfa, se diferencia
de la normal en que su color no modifica la apariencia del concreto, y por ser
amorfa le proporciona mayor resistencia.
Así mismo, además de mejorar la compresión –capacidad de
soportar carga–, optimiza las propiedades relacionadas con el ambiente donde se
localizará. Así por ejemplo, la mezcla del concreto con este producto genera
una mayor resistencia al cloruro, sustancia común en ambientes marinos.
Esta fórmula se aplicó a muros prefabricados de
ferrocemento, alternativa que facilitaría la construcción de viviendas de
interés prioritario o social (VIP y VIS), una de las mayores expectativas de
los ingenieros.
Menor impacto ambiental
Según el Ministerio de Agricultura, en Colombia se cultivan
cerca de 490.000 hectáreas de arroz al año, de los cuales se generan alrededor
de 6.300.000 toneladas de residuos agroindustriales.
Estos subproductos poseen una biomasa lignocelulósica
compuesta por polímeros que dificultan su degradación. También son de baja
densidad, por lo que al acumularse ocupan grandes espacios.
Es por eso que gran parte de estos residuos se trasladan a
los rellenos sanitarios o se incineran a cielo abierto generando gases de
efecto invernadero y afectando la calidad del ambiente y la salud pública.
Por otra parte, el cemento es uno de los materiales más
nocivos para el medioambiente, pues por cada kilo usado se produce igual
cantidad de dióxido de carbono que contamina la atmosfera. A pesar de esto, es
muy utilizado en todo el mundo para construir grandes obras de infraestructura.
Por ello el profesor Bedoya trabajó en la incorporación de
residuos agroindustriales de arroz en una mezcla que no solo mejora su uso sino
que aumenta la resistencia del cemento y reduce los costos de las obras.
Además de los beneficios técnicos, económicos y ambientales,
la mezcla propuesta mejora el comportamiento termoacústico de los muros, ya que
el espesor de los elementos prefabricados es superior a los 10 cm y poseen
cavidades que mantienen estable la temperatura y controlan el ruido.
Esta es una posibilidad entre varias estudiadas, como la
investigación propuesta por Daniel Hincapié Rojas, del Departamento de Física y
Química de la UNAL Sede Manizales, quien, por medio de molienda mecánica –un
proceso de bajo costo– llevó este residuo a tamaño nanométrico para adicionarlo
al fibrocemento mejorando su resistencia y desempeño funcional.