Estos valiosos ecosistemas acuáticos de la Amazonia albergan una amplia diversidad de plantas, peces, algas y bacterias, y también son los responsables de la productividad pesquera de la zona. Pese a ello, afrontan amenazas como la deforestación, los incendios forestales, la contaminación y la creciente urbanización. Estudiarlos es el primer paso para conservarlos, y de paso al planeta, pues ellos son esenciales tanto en la captura de dióxido de carbono como en la supervivencia de especies y la biodiversidad.
Aunque la frase común de que “la Amazonia es el pulmón del
planeta” es verdadera, este no es un apelativo que obedezca solo a sus amplias
formaciones de selva. Lo cierto es que en los 7 millones de kilómetros
cuadrados que conforman esta región, y que atraviesa 9 países –Brasil, Perú,
Colombia, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Guyana, Surinam y Guyana Francesa–, se
encuentra el sistema fluvial más largo y caudaloso del planeta: el río
Amazonas.
Este afluente, que alcanza una longitud de 6.800 km,
alimenta otros cuerpos de agua que, aunque menos conocidos, como lagos y
humedales, son esenciales en la conservación de los ecosistemas. Para aportar a
su conservación, la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Amazonas
adelanta la caracterización de los lagos caño-Pacatua y Yahuarcaca.
Los biólogos Jhon Charles Donato y Santiago Duque, profesores
de la UNAL, encontraron que el caño-Pacatua posee una amplia diversidad de
plantas acuáticas y microflora asociada, como bacterias, hongos o algas.
“El hallazgo contradice lo que se había considerado hasta el
momento, pues se creía que, por ser lagos que se alimentan de los ríos de la
selva amazónica, no tenían una presencia significativa de especies de flora, y
por ende de fauna”, afirma el profesor Donato.
Explica que, “esto se debe a que en la Amazonia se reconocen
tres tipos de aguas: blancas, claras y negras. El Pacatua se asocia con ríos de
aguas negras, por lo que suelen tener menor productividad”.
Con respecto a las zonas litorales de Yahuarcaca y Pacatua,
estas poseen la mayor diversidad de plantas acuáticas visibles a simple vista,
como las macroalgas (macrófitos), con diversas especies identificadas. Un
componente trascendental pues ellas proporcionan hábitats y alimento para
peces, insectos, anfibios y aves.
“El 34 % de la productividad primaria de la cuenca
Amazónica se asociada con las zonas litorales, por eso es importante comprender
la ecología y el funcionamiento de los lagos para dar un manejo y una
conservación a las plantas que habitan en ellos”, señala el biólogo.
Sin embargo, uno de sus hallazgos más relevantes da cuenta
de que las zonas litorales son una reserva biológica de organismos asociados
con el perifiton (microorganismos que se adhieren a las superficies
sumergidas), que produce carbono orgánico a través de la fotosíntesis, el cual es
utilizado por las bacterias que viven en agua y se convierte en alimento para
los pequeños animales que viven en este ecosistema.
“Este es un hallazgo importante porque tradicionalmente la
investigación en el Amazonas se ha centrado en ecosistemas terrestres más que
en acuáticos, y nos ayuda a entender que la visión de conservación de esta
región debe ir más allá de los bosques: debe incluir los lagos, ríos y
humedales, que tienen un papel fundamental en la preservación de la
biodiversidad”, expresa el docente.
“Las plantas acuáticas son importantes porque generan una
diversificación del hábitat; sobre sus raíces se asocian muchos organismos y es
el sitio de crecimiento de juveniles de peces, algas y bacterias. Además
utilizan los sedimentos, los nutrientes del agua, para alimentar el ecosistema,
por lo que se constituyen en un elemento fundamental en su productividad y
funcionamiento”, concluye.