El análisis de 2.000 peces del Pacífico colombiano evidenció que todos presentaban algún nivel de mercurio en sus tejidos; sin embargo, por contener menos de 0,5 µg/g (microgramos por gramo) no representan un problema para la salud humana, siempre y cuando se consuman una o máximo dos veces por semana. Las poblaciones costeras, en donde todos los días se come pescado, afrontarían un potencial peligro si no se toman medidas. La investigación se extenderá al Caribe.
El proyecto de investigación intersedes “Evaluación del
efecto de la contaminación por metales pesados en la biodiversidad y dinámica
ecosistémica para identificar riesgos por consumo de organismos marinos en la
bahía de Buenaventura”, adelantado por la Universidad Nacional de Colombia
(UNAL), se centra en la contaminación por mercurio (se estudiaron 2.000
individuos) y la presencia de microplásticos (partículas de plástico menores a
5 mm hasta tamaños imperceptibles) en pescados de la zona (800 individuos).
Entre las más de 50 especies analizadas se encuentran ñato,
canchimala común y canchimala blanca, y especies de la familia de las corvinas,
como el cajero o pacora.
A diferencia de la presencia de mercurio en los tejidos del
100 % de los individuos estudiados, solo el 50 % de los peces tenían
microplásticos en su tracto digestivo, en particular bagres de mar y corvinas,
fundamentales para el sector pesquero local, tanto artesanal como
comercial.
“Algunas de estas especies mostraron una disminución del
25 % de su peso en relación con su tamaño, lo que quiere decir que están
reemplazando su alimento por los microplásticos, lo que afecta su salud, y de
paso, por la cadena alimenticia, afectaría a las personas”, afirma el profesor
Guillermo Duque Nivia, líder del Grupo de Investigación Ecología y
Contaminación Acuática.
La población costera que se alimenta a diario con estas
especies corre un riesgo potencial de exposición a niveles peligrosos de
mercurio, en especial las familias de los pescadores, que son quienes más las
consumen. “No obstante, según estudios previos, los índices detectados en la
bahía de Buenaventura se mantienen bajos frente a los de otras regiones, como
la bahía de Cartagena”, explica el académico.
“Esto se puede atribuir, en parte, a que allí la actividad
minera de oro es más baja que en Chocó y la parte norte del país; sin embargo
es preocupante, ya que el mercurio es persistente y se mantiene en los
ecosistemas por décadas aunque se detengan los vertimientos, y se activa cuando
se hacen dragados, los cuales son comunes en la bahía de Buenaventura”, amplía.
Ante la magnitud del problema, los investigadores
desplegarán el estudio a regiones de la costa Caribe, incluyendo muestras de
Santa Marta, en un nuevo proyecto intersedes que se adelantará con la UNAL Sede
La Paz y la Universidad del Atlántico y que permitirá comparar los niveles de
contaminación entre Caribe y Pacífico, un estudio pionero en el país.
Para el investigador Duque, “ante la necesidad de comprender
y abordar la contaminación ambiental en Colombia, este nuevo proyecto
garantizará un enfoque multidisciplinario y la comprobación de los resultados
en las zonas costeras del país”.
Los hallazgos obtenidos hasta ahora proporcionan una base
sólida para futuras políticas y programas de mitigación, y también para crear
conciencia pública a industrias, turistas y habitantes locales sobre los
peligros de estos contaminantes y la urgencia de tomar medidas.
A fin de evaluar la contaminación por mercurio, para este
nuevo proyecto la UNAL adquirió un innovador equipo que permite medir
directamente el metal en el músculo de los peces, eliminando la necesidad de
preparación química y reduciendo posibles errores. Esta innovación tecnológica
garantizará mediciones precisas y eficientes.
Según el profesor Duque, “antes todas las muestras para analizar mercurio se procesaban en el Laboratorio de Toxicología de la Universidad de Córdoba, dirigido por el profesor José Marrugo, nuestro asociado académico para ese tipo de análisis, pero ya contamos con el equipo DMA80, que es el medidor directo de mercurio, adquirido gracias a la gestión –por mucho tiempo– de los recursos necesarios”.
En cuanto a la detección de microplásticos, se empleará un
equipo, proporcionado por la Universidad del Atlántico, que permite determinar
con precisión la presencia y el tipo de estos contaminantes en las muestras,
teniendo en cuenta que se trata de un área nueva, y que aunque su conocimiento
ha crecido en los últimos años, todavía falta mucho por determinar el efecto en
los organismos.