El análisis de aspectos físicos –como color, olor o turbidez y niveles de acidez o alcalinidad (pH)– y de la presencia de mercurio o plomo, entre otros parámetros químicos del agua resultante del proceso de extracción de oro en 6 muestras procedentes de empresas mineras en Caldas, evidenció que sustancias como el cianuro alcanzaban entre 500 y 3.000 partes por millón, muy por encima del límite establecido por la normativa ambiental colombiana, que indica que este debe estar por debajo de 1 parte por millón.
El hallazgo fue posible gracias a la aplicación del índice
de calidad de agua residual (ICAR), basado en la Resolución 0631 de 2015
expedida por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, en la cual se
establecen las concentraciones máximas en las que se pueden verter 23
compuestos –como hierro, plomo, zinc y cianuro– a los diferentes afluentes del
país.
Guillermo Humberto Gaviria López, magíster en Ingeniería
Química de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales, diseñó
una herramienta que mide de 0 a 100, en cinco niveles, y con un “semáforo”, el
impacto de la minería, un importante sector económico de la región junto con el
café, pero que afecta los ecosistemas. Su uso les permitiría a grandes y
pequeños mineros monitorear el cumplimiento de la normativa ambiental.
La Resolución 0631 de 2015 aplica para más de 73 sectores
productivos como la metalmecánica, el plástico, los textiles, el lavado de
carros, las curtiembres y la minería. Para el caso de Caldas, a la fecha
existen más de 400 concesiones mineras en funcionamiento.
Otro factor que poco favorece a la región con respecto a la
gestión de las aguas residuales es la inexistencia de una planta de tratamiento
de aguas residuales (PTAR) que permita frenar el impacto de la contaminación
antes de que llegue a los ríos Magdalena, Cauca, Otún y Risaralda.
“El ICAR describiría qué tan positivo o negativo está siendo
el proceso de potabilización de un minero, pequeño o grande, en su producción
de oro. La norma es tan extensa que en la mayoría de los casos es difícil
aplicarla; por ejemplo, exige limpiezas profundas cuando no se cuenta con las
maquinarias o los insumos tecnológicos apropiados”.
“Eso no quiere decir que no se siga la norma, pero sí que
existe un camino posible para mitigar el impacto o el vertimiento descontrolado
de residuos químicos al agua, empezando por unos pocos y no todos a la vez, al
simplificar la información”, destaca el magíster.
Las cinco categorías de medición son: nivel ICAR, el cual
muestra el impacto inicial en valores de 0 a 100; luego por letras, donde A es
bueno, B aceptable, C regular, D malo y E muy malo; y una tercera columna está
por colores, o “semaforización”, donde azul es positivo, verde y amarillo es
regular, naranja es malo y rojo es preocupante.
Índice eficaz
Las 6 muestras procedentes de empresas mineras en Caldas se
colectaron en frascos de vidrio y se trasladaron hasta el laboratorio del grupo
Procesos Reactivos Intensificados con Separación en Materiales Avanzados
(Prisma), en donde se determinaron los parámetros fisicoquímicos de interés
según los métodos estándar para agua y agua residual, y así se obtuvo un ICAR
de 828,06, el cual indica una calidad muy mala del efluente.
Por ejemplo el cianuro alcanzó porcentajes que oscilaban
entre 500 y 3.000 partes por millón, muy por encima del límite establecido por
la normativa, que debería ser inferior a 1 parte por millón. En relación con
otros parámetros se hallaron altas concentraciones de zinc, cobre, hierro,
plomo, cadmio, mercurio y níquel.
“Tanto el cobre como el zinc superan ampliamente lo
establecido en la normativa” afirma el investigador. Estos minerales pueden
formar complejos químicos con el cianuro, lo cual modifica la toxicidad de los
efluentes.
Así, el ICAR diseñado evidenció que es posible crear descriptores
categóricos fáciles de interpretar para el tratamiento de aguas residuales por
extracción de minería. Los aportes se presentaron en el Encuentro Internacional
de Educación en Ingeniería, organizado por la Asociación Colombiana de
Facultades de Ingeniería (Acofi) y celebrado en Cartagena.
El magíster, quien adelanta el Doctorado en Ingeniería
Química, sigue avanzando en el desarrollo del ICAR, ahora de la mano de los
docentes Izabela Dobrosz Gómez y Miguel Ángel Gómez García, de la Facultad de
Ciencias Exactas y Naturales de la UNAL Sede Manizales.