Aunque la trucha, la tilapia y la cachama son las especies que más se cultivan en las piscifactorías de Chiriguaná (Cesar), se quiere incentivar la producción de peces como el bocachico, emblemático del río Magdalena, pero al borde de la extinción. Expertos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira y del Centro de Desarrollo Tecnológico del Cesar están recorriendo la región para enseñarles a los pescadores cómo producirlo en cautiverio.
Hace más de medio siglo, capaces, nicuros, bagres, doradas y
bocachicos, entre otras especies autóctonas, nadaban a sus anchas en los ríos
del país y eran las estrellas de la alimentación de las poblaciones ribereñas.
Sin embargo, factores como la sobrepesca, la utilización de
métodos inadecuados de captura, la contaminación de las aguas –por la minería,
entre otras razones–, la sedimentación a causa de la deforestación y la
introducción de especies exóticas, han mermado tanto sus poblaciones, que
especies como el bocachico y el bagre ya están incluidos en el libro rojo de
peces de agua dulce amenazados de Colombia.
En 2015, la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca
(Aunap) señalaba que mientras en la década de 1960 se capturaban 30.000
toneladas de bocachico por año, en ese año se pasó a solo 6.000 toneladas.
El profesor Mario García, decano de la Facultad de Ciencias
Agrarias de la UNAL Sede Palmira, señala que especies como trucha, tilapia y
cachama son algunas de las que crían en piscifactorías del Cesar, y los
productores han dejado de lado las especies autóctonas, entre otras razones por
falta de conocimientos técnicos para su cría o cultivo.
En días pasados se desarrolló el “I Seminario internacional
en ciencia, tecnología e innovación de los sectores ganadero, acuícola y
pesquero continental en la región tropical” y el “II Encuentro nacional en
ciencia, tecnología e innovación para el sector acuícola y pesquero del Cesar”.
“El objetivo es que los pescadores conozcan las diferentes
técnicas de reproducción para que aprendan a diversificar y aumentar la
productividad de la piscicultura en esta región del país”, anota el docente.
Así, en un taller con 40 productores, estos aprendieron a
extraer la hipófisis o glándula pituitaria (glándula endocrina que produce distintas hormonas)y
a seleccionar los reproductores entre los machos aptos, que se distinguen por
que expulsan semen por masaje abdominal y emiten ronquidos.
“En el proceso se evaluaron los óvulos de una hembra madura,
cuyos núcleos estaban aún en posición céntrica, lo que indica que todavía les
falta más tiempo para la maduración óptima”, explica el ictiólogo Otto
Castillo, profesor de la Universidad Nacional Experimental de los Llanos
Occidentales Ezequiel Zamora, de Venezuela.
El profesor Carlos Jaramillo, director de Extensión e
Investigación de la UNAL Sede Palmira, manifiesta que “estos espacios de
educación continua permiten vincular al sector productivo agropecuario en la
identificación de los desafíos, enfoques y brechas de la investigación en este
territorio”.
Edilsa Manjarrés, presidenta de la Federación de
Piscicultores en el Cesar, integrada por 35 asociaciones del departamento,
asegura que “más de 850 familias viven de la piscicultura, sector que se ha
visto afectado por los altos costos de los alimentos, la debilidad y ausencia
de infraestructura y la intermediación”.