martes, 9 de agosto de 2022

Influencia de las mareas en la circulación del golfo de Urabá se mide por primera vez

Durante cuatro días, una expedición de científicos colombianos buscó entender cómo se mueven las aguas en el interior del golfo de Urabá y a qué se atribuyen sus variaciones, información esencial para explicar el tránsito de sedimentos, nutrientes y contaminantes en él.

Para ello estudiaron y midieron el movimiento del agua durante sus ciclos completos de marea (ascenso y descenso del nivel del mar), además de la magnitud y dirección de sus corrientes, la temperatura y la salinidad (sales disueltas en el agua). Navegaron el golfo de norte a sur, y de oriente a occidente.

Una de las líderes de la expedición, la profesora Yuley Mildrey Cardona Orozco, integrante del Grupo de Investigación de Oceanografía e Ingeniería Costera (Oceánicos) de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín, explica que “el golfo es el encuentro de la desembocadura de los ríos Atrato, Turbo y León; además, su ubicación lo convierte en un laboratorio vivo de sistemas estuarinos”.                                                   

Afirma que “esta es una región con un gran potencial económico, ya que se tiene prevista la construcción de tres puertos, lo cual potencia el comercio en el territorio; por eso es fundamental conocer y comprender cómo funciona el sistema, tanto para su aprovechamiento como para su protección”.

En ese sentido, el propósito es entender cómo se mueve la marea en el interior de esta zona, “aunque en el Caribe colombiano esta se conoce como de tipo micromareal (entre 30 y 40 cm de amplitud), hemos medido un periodo de mareas vivas que se da durante el ciclo lunar y que son un poco más grandes”, asegura.

Según la investigadora, “las implicaciones de analizar este fenómeno van más allá de saber cómo se mueve el agua de los ríos o del mar Caribe al entrar o salir del golfo, pues también queremos saber qué contaminantes, sedimentos o nutrientes transporta”.

Los principales contaminantes del golfo de Urabá provienen de los ríos Atrato y León; se trata de desechos de la minería o de la agroindustria, como por ejemplo fertilizantes químicos que, según su composición, pueden generar un daño importante.

También forman parte de esta problemática elementos naturales como los sedimentos o nutrientes (nitrógeno o fósforo, en exceso), los productos empleados en agricultura (fertilizantes nitrogenados para cultivos), o la actividad industrial (disolventes con nutrientes en exceso).

Midiendo las mareas

En las mediciones se utilizaron dispositivos como el medidor de conductividad, temperatura y profundidad (CTD) y el perfilador de corriente Doppler acústico reducido (ADCP).

El CTD es un instrumento que determina por medio de sensores las propiedades físicas esenciales del agua de mar, proporcionando un mapeo preciso y completo de la distribución y  variación de su temperatura, salinidad y densidad, lo cual ayuda a entender mejor sus propiedades.

Por su parte, el ADCP descifra las corrientes a través del efecto Doppler (cambio en la frecuencia percibida de una onda cuando se produce un desplazamiento entre el emisor y el observador), lo que quiere decir que envía señales al agua e interpreta que tan rápida es la corriente y en qué dirección va.

El proyecto, además de ser financiado por las universidades del G8 (grupo de universidades de Antioquia) y de la Gobernación de Antioquia, tiene una alianza con la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Urabá (Corpouraba) y la capitanía de puerto de la Dirección General Marítima (Dimar).

También cuenta con el apoyo de la Universidad de la Florida, la Academia Naval de Estados Unidos, y la Universidad de Utrecht (Países Bajos).

Otros científicos líderes de la expedición son los profesores Vladimir Toro, de la Universidad de Antioquia, Sede Ciencias del Mar, y Juan Felipe Paniagua, de la Universidad EAFIT.