Las 1.300 toneladas de alimentos que se desperdician cada año en el mundo son una gran fuente de energía “verde”, ya que pueden convertirse en gas metano y biochar, un carbón de origen vegetal. Con hojarasca y podas de jardines investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín han producido hasta 76 kilovatios de energía por hora, es decir casi la mitad del consumo medio mensual de un hogar colombiano. La iniciativa sería viable para el autoabastecimiento de centros comerciales y plazas de mercado.
El sistema desarrollado por los expertos de la UNAL Sede
Medellín, la Institución Universitaria Colegio Mayor de Antioquia y la
Universidad de La Guajira aprovecha los residuos de comida (considerados como
húmedos) y los sobrantes vegetales como hojarasca y troncos, el producto de
podas, mantenimiento de jardines y la industria agrícola, considerados como
secos.
Como caso de estudio se tomaron los desechos orgánicos del
campus Robledo de la UNAL Sede Medellín, en donde cada año se generan alrededor
de 2,3 kg de residuos de podas (troncos y hojas) y 19,5 kg de
residuos de alimentos por persona por metro cuadrado.
El profesor Farid Chejne Janna, líder del grupo de
investigación Termodinámica Aplicada y Energías Alternativas (TAYEA), adscrito
a la Facultad de Minas de la UNAL Sede Medellín, explica que “los residuos se
sometieron a un ‘esquema híbrido’ que aplica tres tecnologías: pirólisis,
gasificación y biodigestión, con las que probamos distintas temperaturas,
tiempos y tamaños de la biomasa, entre otras variables”.
La pirólisis consiste en someter los residuos secos a altas
temperaturas en ausencia de oxígeno para obtener biochar y algunas fracciones
de líquidos; la gasificación en oxidar parcialmente la biomasa (también seca) y
obtener un gas combustible; y la digestión anaerobia –en la que el grupo apenas
está incursionando– implica utilizar bacterias para la degradación de los
residuos húmedos.
Michell Ortiz Cardona, estudiante del Doctorado en
Ingeniería - Sistemas Energéticos y miembro del grupo TAYEA, menciona que “con
el biochar obtenido de la pirólisis se podrían remediar o recuperar suelos
dañados, ya que es un material rico en carbono; también serviría para optimizar
el proceso de digestión anaerobia, con el que obtendríamos no solo biogás, sino
también un subproducto que serviría como fertilizante”.
Agrega que el biochar también “secuestra” carbono, es decir
que lo “guarda” en su interior evitando que pase a la atmósfera y se vuelva
contaminante.
“A escala de laboratorio, y a 550 °C, encontramos que
del 100 % de la biomasa seca que ingresa al reactor se puede obtener un
32 % de biochar”, destaca el investigador.
Con respecto a la digestión anaerobia de los residuos
húmedos se hicieron ensayos en un reactor de 60 litros, con bacterias y a
temperatura ambiente, obteniendo así un biogás compuesto principalmente por
metano y dióxido de carbono.
“Obtuvimos un rendimiento aproximado de 2,1 litros de metano
por cada kilogramo de residuos, otro buen resultado que, no obstante, mejora
aún más cuando aplicamos biochar, pues se produce un 20 % más de metano”,
añade.
Oportunidad para centros comerciales y plazas de mercado
Para identificar el potencial de estos avances, los
investigadores caracterizaron los sistemas urbanos de Medellín (centros
comerciales, instituciones educativas y plazas de mercado), estimaron cuántos
residuos sólidos generaba cada uno y qué tan prometedor sería un
autoabastecimiento de energía.
“Encontramos que las instituciones educativas y las
terminales de transporte no generan una cantidad de residuos orgánicos
suficiente ni diversa como la que necesitamos, mientras que los centros
comerciales y las plazas de mercado sí serían buenos candidatos, no solo porque
disponen alimentos sino también por la presencia de hojarasca”, cuenta Andrea
Tamayo, docente del Colegio Mayor de Antioquia.
Por ejemplo una de las plazas con las que trabajaron genera
1.150 kilos de residuos orgánicos al día, y aunque tiene 5 composteras estas no
logran gestionar todo lo que generan.
“Lo importante en estos lugares sería adecuar un espacio lo
suficientemente amplio para separar correctamente desde la fuente. Además sería
esencial que por normativa todos estos sitios tuvieran que reportar sus cifras
de generación de residuos y de consumo de electricidad, lo cual permitiría
diseñar planes de acción más concretos y realistas que respondan a necesidades
específicas”, señala la docente.
Agrega que “aunque algunas cifras se están manejando
confidencialmente, es importante hacer pedagogía, pues a futuro estos serán
datos cruciales para hacer estudios de viabilidad técnico-financiera”.
Este proyecto, financiado por el Ministerio de Ciencia,
Tecnología e Innovación (contrato ICETEX 2022-0666, convocatoria 890), continúa
en desarrollo y se esperan resultados aún más favorables; además recibe apoyo
de la Universidad de Antioquia y del Grupo EPM.
No hay comentarios:
Publicar un comentario