A partir de frutos y hojas de leguminosas tropicales, investigadora de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira desarrolló bloques nutricionales, o suplementos, para bovinos que reducen en más del 20 % las emisiones de metano. Las concentraciones en la atmósfera de este gas son más bajas que las de dióxido de carbono, pero aun así es 86 veces más potente que este en términos de su efecto invernadero durante 20 años.
Aunque la ganadería es una fuente de sustento vital para más
de 500 millones de pequeños productores en países de ingresos bajos y medios,
también es responsable de una importante proporción de emisiones de metano,
situación que se agrava con el crecimiento de la población y con ello la
demanda de carne y sus derivados, lo que intensifica la presión sobre el
medioambiente.
Se estima que la agricultura emite el 42 % de metano y
el 39 % proviene de la ganadería. Los bovinos, entre otros rumiantes,
emiten un 95 % a través de eructos, y el 5 % restante es liberado en
las heces.
La química Lady Johanna Mazabel Parra, candidata a magíster
en Ingeniería Agroindustrial de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede
Palmira, evaluó la eficacia de los bloques nutricionales en la reducción de
emisiones de gas metano, trabajo que adelantó en condiciones controladas de
laboratorio en el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT).
Los bloques nutricionales son las “barras de granola” del
ganado, es decir suplementos diseñados para complementar su dieta que aseguran
una alimentación balanceada, clave en sistemas en donde el pastoreo no
proporciona los nutrientes necesarios para el mantenimiento de los animales.
Con el sistema de formulación CNCPS (Cornell Net
Carbohydrate and Protein System), la investigadora corroboró el correcto
funcionamiento ruminal para dietas de bovinos en etapa de levante, en las
cuales incluyó: bloques nutricionales elaborados a partir de melaza, hojas y
vainas de plantas forrajeras como la peladera (Leucaena), conocida por
su alto contenido proteico y su uso en sistemas silvopastoriles; botón de oro,
por sus elevados niveles de proteína y minerales esenciales; y los frutos del
orejero, valorados por ser ricos en carbohidratos y proteínas.
Luego comparó 9 tratamientos diferentes que incluían estos
ingredientes en varias combinaciones y proporciones en dietas compuestas en un
75 % por pasto urochola y 25 % por bloques nutricionales. Las
simulaciones se hicieron en intervalos de 24 y 48 horas, para observar los
cambios en la producción de metano y la degradación ruminal.
El estudio reveló que, al comparar los bloques nutricionales
experimentales con uno comercial estándar hecho con base de salvado de trigo,
maíz, soya, arroz y urea, la incorporación de frutas y hojas de árboles
tropicales tiene un efecto destacado en la reducción de la concentración de
metano.
En promedio, se observó una disminución del 13 % en la
concentración de este gas por materia seca degradada a las 24 horas de
fermentación, y una reducción del 21 % a las 48 horas.
“El tratamiento más efectivo fue el que combinó igual
proporción de todos los ingredientes evaluados, seguido por los bloques
individuales hechos solo de hojas y vainas de peladera”, informa la
investigadora, quien contó con la dirección del profesor José Igor Hleap
Zapata, de la UNAL Sede Palmira, y del científico del CIAT Jacobo Arango Mejía.
Alternativa para ganaderos
Los alcances de este estudio no se limitan a la mitigación
del impacto ambiental: además les ofrecen a los pequeños y medianos productores
una alternativa económica y eficiente para mejorar la salud y el rendimiento de
su ganado, ya que el uso de materias primas locales y subproductos agrícolas
disponibles en los predios reduce la dependencia de insumos importados, que son
costosos.
La química Mazabel considera que “la culpa no es de la vaca,
la culpa es de lo que come la vaca; por lo tanto, si desde ese punto de vista
se logra que los bovinos emitan menos metano teniendo el mismo desempeño
productivo, la agroindustria ganadera logrará no solo reducir el impacto
climático, sino además un producto final más sostenible y con mejores
condiciones”.
En la actualidad exploran alternativas para futuras pruebas
en campo que puedan confirmar los beneficios observados en laboratorio.
Esta investigación está enmarcada en la iniciativa Livestock
climate and systems resilient del CIAT que busca abordar los desafíos que
enfrenta la ganadería en el contexto del cambio climático.