En un país como Colombia gestionar el riesgo de desastres es una prioridad esencial, por los desafíos que generan la geografía montañosa y la expansión urbana. En este contexto, la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales estudia una metodología que permitiría zonificar adecuadamente para reducir los riesgos de deslizamientos, inundaciones y avenidas torrenciales, eventos destructivos comunes de regiones montañosas.
Un ejemplo de ello es el municipio de Palmira (Valle del
Cauca), que tiene el 42,9 % de su territorio amenazado por movimientos en
masa, lo que representa un gran reto para la gestión del riesgo local, según el
Plan Municipal de Gestión del Riesgo de Desastres. Por su ubicación en la
ladera de la cordillera Central, esta zona se seleccionó para realizar un
estudio con una metodología predictiva para evaluar la vulnerabilidad de este
territorio montañoso.
“En el trabajo adelantado en la zona montañosa de Palmira se
analizó el riesgo de deslizamientos de tierra en áreas con pendientes
superiores al 30 %”, explica Sergio Hernando Sánchez Ospina, estudiante de
la Maestría en Ingeniería – Recursos Hidráulicos, autor de la investigación.
“Uno de los casos fue el corregimiento de La Zapata, en
donde se evidenció que la deforestación y el uso intensivo para ganadería han
desestabilizado el suelo aumentando el riesgo de deslizamientos en las
empinadas pendientes”, sostiene el investigador.
Allí se estudió un deslizamiento rotacional en la quebrada
Baquero, que afecta la conexión con las veredas Llanitos y La María
comprometiendo la estabilidad del terreno y causando subsidencia (hundimiento
progresivo de la superficie) en propiedades privadas.
La erosión por ganado y lluvia han desnudado el suelo,
facilitando su saturación. “El deslizamiento, con un volumen de
5.285,21 m³ y un hinchamiento del 74 %, aumenta el riesgo de eventos
torrenciales en la quebrada Baquero y áreas circundantes”, precisa el
ingeniero.
Como este, otros deslizamientos han dañado carreteras y
propiedades, y causado la pérdida terreno agrícola. En Palmira, el 13 %
del área del centro poblado enfrenta una alta amenaza de avenidas torrenciales
y el 78 % una amenaza media.
Para la investigación se utilizó un enfoque integrado que
combinó el análisis del terreno, la geología y el uso del suelo para
desarrollar mapas destinados a mejorar la planificación territorial.
Puntos críticos en Palmira
En el corregimiento de Tenjo las pendientes se dividen en 4
categorías: (i) fuertemente inclinado (12-25 %), (ii) fuertemente quebrado
(25- 50 %), (iii) escarpado (50-75 %) y (iv) muy escarpado (75 %
y mayores). La combinación de pendientes pronunciadas y expansión agrícola
descontrolada ha aumentado los deslizamientos causando daños a infraestructuras
y afectando la estabilidad del terreno, según el Plan de Ordenamiento
Territorial de Palmira.
En la cuenca del río Nima los riesgos se distribuyen así: en
Aguaclara, el 87 % enfrenta alta amenaza por inundación y el 13 % por
avenidas torrenciales. En Calucé, por movimientos en masa, el 7,2 % está
en alto peligro y el 92,8 % en baja; por avenidas torrenciales, el
19 % está en amenaza alta y el 74 % en media. En Tenjo, el 0,1 %
enfrenta alta amenaza por inundación y el 36 % por avenidas torrenciales,
mientras que el 64 % está en media. Y en Aguaclara, el 87 % del área
enfrenta alto peligro por inundación y el 13 % amenaza media.
Una metodología para prevenir
En la investigación se empleó el método Weights of Evidence
(Wofe) para analizar la susceptibilidad a movimientos en masa, logrando un
porcentaje predictivo del 84 %. Este método es un enfoque estadístico que
utiliza la teoría de la probabilidad para actualizar los conocimientos previos
sobre un evento o una hipótesis en función de nueva evidencia o datos
observados. En otras palabras, demuestra ser efectivo para prever y mitigar
riesgos de desastres naturales y se emplea para predecir eventos geológicos, a
partir de varios datos.
Para abordar el problema de los deslizamientos de tierra en
Palmira, el ingeniero Sánchez analizó mapas que clasifican las áreas de
susceptibilidad en tres niveles: alta (roja), media (amarilla) y baja (verde),
con el fin de aportar información sobre dónde construir y a planificar el uso
del suelo, teniendo en cuenta el crecimiento urbano y la seguridad de las
personas.
Según el estudio, estos mapas se deben actualizar cada 12
años para asegurar que las decisiones sobre urbanización se basen en
información precisa y actualizada. Es decir, no es un estudio para atender
desastres, sino para prevenirlos.
El procedimiento predictivo Wofe, utilizado para analizar la
susceptibilidad de áreas a deslizamientos, se desarrolla en varios pasos dentro
de un Sistema de Información Geográfica (SIG). Primero, se recogen y preparan
los datos relacionados con los factores que influirían en los deslizamientos,
como la pendiente del terreno, la geología y la cobertura del suelo. Estos
datos se representan en capas temáticas dentro del SIG.
Segundo, se genera un mapa de los deslizamientos ocurridos
antes en el área de estudio. A continuación, se calculan las probabilidades de
que ocurra un deslizamiento en relación con cada uno de los factores
identificados, lo cual se hace superponiendo las capas temáticas con el mapa de
deslizamientos anteriores y calculando la importancia de la presencia o
ausencia de cada factor.
Por último, se combinan estos cálculos para generar un mapa
de susceptibilidad que muestra qué áreas tienen mayor o menor probabilidad de
sufrir deslizamientos. Este mapa se valida comparándolo con los deslizamientos
históricos para asegurar su precisión. El mapa resultante se utiliza para la
planificación y gestión del territorio, ayudando a tomar decisiones informadas
sobre la mitigación de riesgos.
del riesgo mediante estudios técnicos para zonificación de
susceptibilidad y amenaza, destacando que la lluvia y la susceptibilidad del
terreno son cruciales para una gestión efectiva.