Motivados por la construcción, la siembra, el cuidado y los conocimientos ancestrales sobre el uso de dichas plantas medicinales –además de albahaca, poleo o cilantro–, 35 niños de quinto de primaria de una institución educativa de Yotoco (Valle del Cauca) mejoraron notablemente tanto sus habilidades de escritura como su expresión oral y la exposición de ideas, entre otras competencias comunicativas. La experiencia se ha replicado en otros colegios del municipio.
Entre 2014 y 2017 los resultados de las pruebas Saber de los
estudiantes de quinto grado de la Institución Educativa Alfonso Zawadzky, Sede
Policarpa Salavarrieta, arrojaron un rendimiento inferior en más del 50 %
del promedio nacional, con niveles insuficientes en competencias de lenguaje.
Esta situación llamó la atención de la profesora Mayrena
Sofía Sandoval Garcés, quien para su trabajo de la Maestría en Enseñanza de las
Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede
Palmira puso en práctica una forma de mejorar el desempeño de sus estudiantes,
de entre 10 y 12 años, acudiendo a algo que les era familiar: una huerta de
plantas medicinales, ¿pero qué relación tienen las plantas con la escritura?
La magíster, docente de dicho colegio, integró actividades
prácticas con escritura utilizando la metodología del aprendizaje basado en
proyectos (ABP), mediante la cual los alumnos adquieren conocimientos y
habilidades trabajando durante un periodo prolongado para investigar y
responder a un problema.
El estudio incluyó 6 fases, la primera de las cuales es la
diagnóstica, que reveló las dificultades de los alumnos para expresar las ideas
por escrito. “Esto los desmotivaba y no conseguían plasmar sus ideas con
claridad, sus textos eran incoherentes, y además tenían dificultades con la
ortografía y la puntuación”, explica la magíster.
Durante la etapa de capacitación para construir y cultivar
la huerta, los niños recibieron indicaciones sobre cómo hacerlo, pero como la
sede del colegio no tiene un espacio para sembrar, utilizaron botellas
plásticas como macetas, que distribuyeron tanto en la institución educativa
como en sus hogares y en la casa de la docente; esta actividad estimuló en
ellos el interés por el reciclaje y el amor a la naturaleza.
Solo con esta sencilla actividad sus actitudes empezaron a
cambiar, no solo se les vio más motivados, sino además que ya tenían algo
interesante sobre qué escribir. La participación fue notable, y con una
asistencia del 96,6 % durante las jornadas del proyecto, la inasistencia
se redujo significativamente, un avance notable respecto a las clases
regulares.
Se realizaron 35 entrevistas, cada una de 4 minutos, en las
que los estudiantes documentaron los conocimientos y usos tradicionales de
plantas como albahaca, cilantro, hierbabuena, orégano, poleo, sábila y
toronjil, mencionadas por los abuelos.
Del las familias participantes, 19 plantaron huertas en sus
hogares y documentaron sus experiencias a través de escritos que después se
socializaron en el aula.
En los resultados se observó el fortalecimiento de las
competencias comunicativas, evidente en la considerable mejora de la escritura.
“El análisis detallado de los textos mostró mejoras en la coherencia, cohesión
y corrección ortográfica. Aunque algunos textos aún presentaban errores, la
claridad y fluidez general de las producciones escritas aumentaron
significativamente”, señala la profesora.
“Los niños que antes no podían sostener una conversación ni
escribir de manera coherente empezaron a apropiarse del tema, hablar sobre sus
plantas y escribir sobre ellas, esto fue un gran logro”, agrega. El proyecto
también tuvo un impacto en la comunidad local al vincular a las familias en el
proceso educativo y revitalizar su interés por los saberes ancestrales.
Gracias al éxito de la tesis, la metodología se ha replicado
en las 5 sedes de la institución educativa en el Valle del Cauca, adaptándose a
las condiciones de cada una. “En las sedes con menos espacio trabajamos con
huertas verticales usando botellas recicladas, y los resultados han sido muy
positivos”, concluyó la magíster Sandoval.