El estudio adelantado por investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira en la bahía de Tumaco, ubicada en el extremo sur del Pacífico colombiano, reveló presencia de microplásticos en el contenido estomacal de 126 corvinas de 467 analizadas; el dato representa un desafío para la sostenibilidad pesquera en esta región del país, base de su economía y de su seguridad alimentaria.
Es importante recordar que la ingesta de fragmentos de
plástico que miden menos de 5 mm puede provocar en estos peces la sensación de
saciedad, que en el mejor de los casos los hace que queden mal alimentados y
desnutridos, y en el peor de los casos les puede obstruir el estómago, causar
lesiones en el tracto digestivo y exponerlos a contaminantes químicos.
Además, organismos internacionales como Naciones Unidas
vienen llamando la atención sobre la necesidad de prestar mayor atención al
potencial impacto para la salud humana de consumir peces que hayan ingerido
microplásticos.
Ante este panorama, y como un ejercicio que busca ofrecerle
al país evidencia científica sobre este problema de manera que sirva para
establecer estrategias de manejo y conservación en zonas como Tumaco, los
investigadores José Alejandro Vivas Sánchez y Guillermo Duque Nivia, de la
Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, y Esteban Gamboa García,
del grupo de investigación en Ecología y Contaminación Acuática (Econacua),
analizaron la ingesta intencional y no intencional de un grupo de corvinas.
La captura de corvinas se realizó entre 2020 y 2021 en 4
sitios de muestreo, utilizando artes de pesca artesanales como el anzuelo, la
changa y el transmallo; también se contó con la colaboración de pescadores
tumaqueños.
Cada espécimen fue identificado taxonómicamente, según su
forma y tamaño, mientras que el peso, la frecuencia y composición de su
contenido estomacal se analizó en el Laboratorio de Peces Ornamentales. Además
se clasificaron los microplásticos presentes en función de su tipo y color.
De igual manera, para relacionar la dieta de los peces
estudiados con las variables ambientales, se midieron parámetros como
salinidad, temperatura y oxígeno disuelto en el agua en cada estación de
muestreo.
Crustáceos, el alimento favorito de las corvinas
Los resultados indicaron que para el 92 % de las
especies evaluadas, los crustáceos constituyen la principal fuente de alimento,
por lo que representa un ítem de consumo constante y de gran importancia en el
80 % de los casos. El camarón blanco (Penaeus occidentalis) y el
camarón tigre (Rimapenaeus byrdi) fueron las especies identificadas como
la presa principal de tres especies de corvina: Stellifer typicus, Larimus
argenteus y Stellifer pizarroensis.
En los estuarios, los crustáceos, por ser organismos
bentónicos (que viven en el fondo o cerca de él), actúan como un puente en la
red alimentaria. Al consumir los camarones, las corvinas mezclan los nutrientes
del fondo con aquellos de las zonas medias y superficiales donde nadan (red
trófica pelágica). Esta conexión es vital, ya que permite que la energía y los
nutrientes circulen desde las profundidades y mantengan la estabilidad y
diversidad del ecosistema.
“El consumo de crustáceos más alto se presentó en la zona
externa del estuario, asociada con una mayor salinidad, oxígeno disuelto y
transparencia, lo que determina mayor abundancia y riqueza de este recurso”,
menciona el ingeniero ambiental Vivas.
Con respecto a la ingesta incidental de microplásticos –es
decir no intencional–, el análisis de 30 peces de 10 especies de corvinas (la
mayoría de relevancia comercial) reveló que los tipos más comunes fueron las
fibras transparentes (39 %) y las azules (36 %), que provendrían tanto del
desgaste de los textiles y de la ropa al lavarla como del deterioro propio que
sufren las mallas o las redes de pesca que van soltando esas fibras plásticas
en los ecosistemas.
Según el investigador, “estas partículas microscópicas se
estarían transmitiendo a través de la cadena alimentaria, afectando a los
depredadores superiores en la bahía de Tumaco”.
Entre los efectos secundarios se encuentra la posible
disminución en la tasa de crecimiento y el peso de los peces, es decir que
podría haber “peces más pequeños y con menos carne”, amplía.
Estudios previos han documentado que la ingesta de
micropartículas de plástico puede causar en los peces problemas morfológicos y
reproductivos, así como obstrucciones y daños en su tracto digestivo, lo cual
podría afectar la disponibilidad de este recurso para las comunidades locales.
En Tumaco la pesca artesanal es el sustento para más de
5.000 familias; en 2022 produjo 1.917 toneladas de pescado, lo que representó
el 9,66 % del total nacional.
La investigación destaca la importancia del monitoreo
continuo de estos contaminantes, fundamental para proteger la biodiversidad y
los medios de subsistencia en la región.