Aunque en Colombia se han descrito más 4.270 especies de orquídeas, solo en 15 de ellas se han estudiado sus hongos micorrícicos (que les permiten germinar), lo cual limita el conocimiento sobre los múltiples beneficios que estos le aportarían a la humanidad en aplicaciones como la propagación de orquídeas comerciales, la protección de cultivos agrícolas e incluso su posible uso en la industria farmacéutica.
Las micorrizas son hongos que han existido por más de 400
millones de años desempeñando un rol esencial en la colonización de las plantas
sobre la Tierra; de hecho, más del 80 % de ellas las necesitan en sus
raíces para crecer y prosperar. Se trata de una relación simbiótica que implica
un intercambio mutuamente beneficioso: los hongos micorrícicos ayudan a las
raíces a obtener nutrientes esenciales del suelo –como fósforo y nitrógeno–, y
estas a su vez les proporcionan los productos de la fotosíntesis, especialmente
azúcares, necesarios para su subsistencia.
Las micorrizas se clasifican en varios tipos, siendo las más
comunes las arbusculares, que se encuentran en la mayoría de las plantas, y las
ectomicorrizas, que son las más estudiadas e interactúan principalmente con
árboles y algunos arbustos. Sin embargo, dentro de esta diversidad destaca un
grupo especializado que ha llamado la atención de los científicos por sus
posibles aplicaciones biotecnológicas: las micorrizas de orquídeas.
Así lo expuso el profesor Joel Tupac Otero Ospina, líder del
Grupo de Investigación en Orquídeas, Ecología y Sistemática Vegetal, durante el
Seminario Biotecnología y Biodiversidad “Clave para un futuro sostenible y
resiliente”, desarrollado en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede
Palmira como parte de la agenda previa a la COP16.
“Para sobrevivir, las orquídeas dependen de sus hongos
simbióticos desde las primeras etapas de su vida. A diferencia de muchas otras
plantas, sus semillas son diminutas y carecen de endospermo, un tejido
nutritivo que alimenta el embrión durante la germinación; esto significa que
sin las micorrizas las orquídeas no pueden germinar, por lo que dependen
completamente de esta interacción para crecer”, explica el investigador.
Micorrizas para la protección de cultivos
Uno de los campos más prometedores de estos hongos es su
aplicación biotecnológica, ya que, al contar con el potencial de mejorar la
germinación de semillas de orquídeas silvestres y comerciales, puede contribuir
en la conservación de las especies en peligro de extinción y en el cultivo de
orquídeas ornamentales o con valor económico, como la vainilla (Vanilla
planifolia).
Uno de los estudios más destacados fue la confirmación de
que estos hongos micorrícicos pueden desempeñar un importante papel en la
protección de cultivos, según concluyó la investigadora Ana Teresa Mosquera en
su tesis doctoral, al evaluar la capacidad de ciertas especies de micorrizas
para inducir resistencia en cultivos de arroz frente a patógenos como Rhizoctonia
solani, un hongo que causa daños graves en diversas plantaciones.
Los resultados demostraron que las micorrizas de orquídeas
no actúan como patógenas en los cultivos de arroz, sino que, por el contrario,
pueden reducir la severidad de las infecciones fúngicas, lo que abre la puerta
a nuevas estrategias de manejo de enfermedades agrícolas mediante su uso.
“Lo preocupante es que, de las 4.270 especies de orquídeas
descritas hasta 2015 en Colombia solo de 15 se han caracterizado sus hongos
micorrícicos, lo que destaca la necesidad de continuar investigando para
comprender mejor esta relación simbiótica y conocer su potencial
biotecnológico”, señaló el investigador Otero.
Recientemente, y por primera vez en el país, estudiantes del
Semillero de Investigación en Orquídeas y Ecología descubrieron e identificaron
en Palmira (Valle del Cauca) la especie Microchilus riopalenquensis,
una orquídea terrestre nativa de Ecuador, Colombia y Perú que crece en
guaduales y zonas boscosas, un hallazgo que aporta a la formación científica y
al conocimiento de la riqueza botánica del país.
Entre las orquídeas estudiadas por el Grupo de Investigación
en diferentes regiones del país –Buenaventura, Palmira, Medellín y Dagua, entre
otras– se encuentran especies como Vanilla rivasii, Ionopsis
utricularioides y Epidendrum melinanthum, lo que demuestra
la importancia de las micorrizas para que estas plantas puedan sobrevivir en
diversos y hábitats, incluso con condiciones extremas.
El profesor Otero destaca que “las micorrizas también son
valiosas para estudiar la historia natural y la evolución de las orquídeas:
entender cómo han evolucionado estas relaciones simbióticas a lo largo de
millones de años puede ofrecer perspectivas sobre la adaptación y
diversificación de estas plantas”.
Entre los principales retos de la investigación están:
identificar nuevos hongos micorrícicos para diferentes especies de orquídeas,
crear bancos de micorrizas para aplicaciones comerciales y optimizar los
métodos de propagación. La aplicación de técnicas avanzadas como la microscopía
electrónica y la secuenciación del ADN permitirá una caracterización más
precisa y detallada de las micorrizas.