La deforestación, la extensión de la frontera agrícola y la creciente urbanización están alterando no solo los paisajes naturales sino también la diversidad de microorganismos y parásitos en los intestinos de mamíferos como el oso y el tapir andino, además de bovinos, equinos y caninos. Este hallazgo realizado por investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira llama la atención sobre el riesgo de enfermedades infecciosas y la posible transmisión entre especies que puede terminar afectando a los humanos.
En el Parque Nacional Natural Las Hermosas, páramo ubicado
sobre la cordillera Central de los Andes, se tomaron las primeras muestras de
excremento de oso andino, tapir andino, puma y tigrillos en su hábitat natural,
con el fin de analizar su microbiota intestinal, es decir la comunidad de
microorganismos –bacterias u hongos que viven en el intestino– y la presencia
de protozoarios que pueden parasitar el interior de los animales.
El muestreo se extendió más adelante a Arauca, Antioquia,
Caldas, Córdoba, Guaviare, Quindío, Risaralda y Valle del Cauca, en donde
evaluaron a los monos aulladores rojos. La materia fecal de los titíes se
analizó solo en Caldas y Antioquia. También se tomaron algunas pruebas de monos
nocturnos, vacas, perros y caballos. En total se colectaron 148 muestras de 8
especies de animales silvestres y de 3 domésticos.
Para determinar la relación entre las características del
paisaje local y el impacto de las actividades humanas, con la diversidad del
microbiota intestinal y los protozoos entre mamíferos domésticos y silvestres,
Néstor Roncancio Duque, doctor en Ciencias Agrarias de la UNAL Sede Palmira,
analizó solo para el caso de los animales domésticos 29 paisajes que cubrían
224 km2 en los diferentes departamentos.
La diversidad de parásitos hallados en los ecosistemas intactos fue considerablemente mayor que en áreas degradadas, lo que demuestra que la pérdida de biodiversidad aumenta el riesgo enfermedades infecciosas, ya que la coexistencia de múltiples especies reduce la propagación de patógenos peligrosos.
El índice ponderado de coberturas, que expresa la calidad
del paisaje, se calcula desde el punto de vista de las especies y está pensado
para que, a mayor estado de conservación mejor para la especie, reveló una alta
diversidad de microbiota en los mamíferos.
“El microbiota intestinal también forma parte de la
biodiversidad, ya que los microorganismos y parásitos cumplen una función:
cuanto más rica sea esa diversidad ambiental, menor dominancia se presentará.
Hay un efecto de ilusión, es decir, están allí manteniendo activa una respuesta
inmune, pero no llegan a ser altamente virulentos”, explica el experto
Roncancio, quien forma del Grupo de investigación en Diversidad Biológica.
Carreteras y enfermedades infecciosas
Los resultados evidenciaron el papel de las carreteras y los
ríos en la diseminación de enfermedades infecciosas. El investigador destaca
que también se observó que la proximidad a cuerpos de agua tenía un efecto
positivo sobre la diversidad microbiana, “mientras que la cercanía a carreteras
generaba un impacto negativo, probablemente por el aumento del contacto entre
animales domésticos y silvestres en áreas de tránsito”.
Otro aporte de este trabajo fue la identificación de varias
especies de protozoarios que no habían sido previamente reportadas en las 8
especies silvestres evaluadas. Taxonómicamente se observó una predominancia de
los filos ascomicetos (Ascomycota),Pseudomonadotao
Proteobacteria,basidiomicetos (Basidiomycota)yapicomplejos (Apicomplexa), lo
que refleja una microbiota intestinal saludable, aunque también la posible
predominancia de ciertos patógenos.
En cuanto a las comparaciones entre especies, se encontró
una mayor similitud en la microbiota intestinal y la presencia de protozoarios
entre caninos y equinos, así como entre tapires y osos. Curiosamente, en los
primates el mono aullador rojo mostró una mayor proximidad en su microbiota
intestinal a los bovinos y equinos que a otros primates. Los mamíferos
domésticos presentaron protozoos que pueden afectar a los silvestres.
También se observó una relación positiva entre la cantidad de bosque y el número de parches de bosque con la riqueza de microbiota intestinal y protozoos para los mamíferos domésticos y para el mono aullador. Cuando la cobertura vegetal natural es más madura o menos transformada, la similitud de la microbiota intestinal es mayor entre ambos grupos.
El doctor Roncancio considera que es fundamental mantener al
día los planes sanitarios del ganado y otras especies domésticas para prevenir
la transmisión de enfermedades hacia los animales silvestres y viceversa.
Destaca además la necesidad urgente de mantener y restaurar los paisajes
naturales para minimizar el riesgo de que los patógenos salten de los
ecosistemas silvestres a los animales domésticos, y eventualmente a los
humanos.
Además de los análisis microbiológicos, el investigador
empleó sistemas de información geográfica (SIG) para medir las variables de los
paisajes como el tamaño y la forma de los fragmentos de bosque, la distancia
entre hábitats y la cercanía a vías o cuerpos de agua. Para clasificar la
microbiota intestinal y los protozoarios empleó técnicas de metabarcoding con
cebadores dirigidos al gen rRNA 18S y secuenciación Nanopore. Además utilizó la
microscopía para validar ciertos agentes identificados.