Durante el Simposio Global “Biopolis 2024: paisajes e infraestructuras vivas para comunidades saludables” se presentaron experiencias e investigaciones que van desde la biopolis –como un escenario de conexión de entornos– hasta la propuesta de nuevas fronteras, en donde se conectan las tecnologías y los espacios en territorios con condiciones complejas, tanto arquitectónicas como topográficas, sociales y de orden público. El evento fue coorganizado por la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) en el marco de la XVI Conferencia de las Partes (COP16) del Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas celebrado en Cali.
Este espacio acogió por primera vez en Colombia a la
Comisión Internacional para las Infraestructuras Vivas (LINC), un conglomerado
global de organizaciones que trabajan en arquitectura, paisaje e
infraestructura, y se dedican a integrar la naturaleza y la biodiversidad en
las ciudades.
Además de la UNAL –a través de la Escuela de Arquitectura y
Urbanismo de la Sede Bogotá y el Instituto de Estudios del Pacífico de la Sede
Tumaco– en la organización del Simposio también participó la Agremiación
Colombiana de Facultades de Arquitectura.
El resultado más importante del encuentro fue la Declaración
Biopolis 2024, que presentará ante la ONU y el Gobierno colombiano para exigir
acciones concretas que garanticen el derecho humano a la naturaleza y los
derechos de la naturaleza en zonas urbanas.
Según el documento, esto se deberá hacer a partir de seis
puntos principales: (i) desertificación humana como emergencia global, (ii)
acceso a la naturaleza en las ciudades como un derecho humano, (iii) los seres
no humanos tienen derecho en las ciudades, (iv) las ciudades deben reconciliar
a las personas con la naturaleza, (v) la naturaleza no sabe de límites, y (vi)
las ciudades deben evolucionar con la naturaleza.
La UNAL tuvo una amplia participación con ponencias en las
que se estudiaron historias locales donde la biopolis se aborda como un
escenario de conexión de entornos y sobre nuevas fronteras.
En su conferencia, el profesor Andrés Ibáñez, director de la
Escuela de Arquitectura y Urbanismo de la UNAL, señaló que “la biosfera se ve
afectada por el impacto dramático y trascendental del peso de 30 trillones de
toneladas de tecnosfera; además, desde el punto de vista ambiental, las
ciudades son lugares y formas de desertificación, las más fuertes y menos
reversibles”.
Según el académico, para que un arquitecto colombiano pueda
responder cómo se deberían diseñar los lugares en el territorio más biodiverso
del mundo, primero debe entender que somos bimodales: “vivimos sequía y
lluvias”, y citó a los camellones como ejemplo de adaptación, entendida como la
tecnología del paisaje en la cual el mismo suelo se usa para responder a ese
tipo de clima.
“La arquitectura debe ser metahumana, es decir, debe superar
las necesidades humanas y empezar a incorporar necesidades de otros seres.
Además debe ser resilvestrizada o resalvajizada, teniendo en cuenta biotopos en
donde la adaptación permita que haya anidamiento espontáneo y se establezca
vida no humana en las estructuras, generando edificios vivos y cambiantes a lo
largo del tiempo”, explicó el docente.
Las lecciones de las comunidades ancestrales
La estudiante de Arquitectura Sofía Garrido habló sobre su
proyecto de grado, “Tejiendo raíces del conocimiento Inkal Awá”, en el analiza
la vivienda tradicional de este pueblo indígena, adaptándola al diseño para
espacios comunitarios de educación.
“En este se incorpora su cosmogonía, cosmovisión, dimensión
cultural y educación, y se busca que el territorio se respete, se cuide del
conflicto, además de contar con una construcción pertinente para la educación
en su visión y armonía, proteger la identidad de su pueblo y mejorar las 86
estructuras educativas de las comunidades asentadas”, explicó la estudiante.
Por su parte el profesor Ángelo Páez, director del programa
de Arquitectura de la Sede Bogotá y de la investigación, agregó que “el reto
fue trasladar esa dimensión cultural a la visión de la arquitectura, teniendo
en cuenta que se presentan problemas considerables frente a la situación del
territorio y de la comunidad con la que están trabajando”.
La estudiante Garrido agregó: “no es fácil llegar a esos
territorios por sus características topográficas o por la situación de
conflicto en que están inmersas. Cada comunidad tiene unos saberes propios y
cada arquitectura debería responder a estos. Hay que llevar un tipo de
arquitectura que se pueda ejecutar fácilmente y que la comunidad pueda
mantener, llevando materiales que sí correspondan al entorno”.
Ecosistemas conectores de biodiversidad
Durante el Simposio, el profesor Fernando Cortés abordó el
tema de la construcción de ecosistemas conectores de biodiversidad y espacio
público, resaltando que el paisaje es una dimensión estética. Explicó tres
proyectos en los que participó: del paseo urbano de la carrera 15 en Bogotá, la
Ciudadela el Pozón, y el POT de Funza. En estos procesos se muestra cómo no
solo se tuvo en cuenta el área específica de andenes y árboles sino todas las
zonas verdes. “Había que tejer un hilo verde, tejer el territorio para
articular las diferentes especies verdes mediante sistemas de arborización
continua”, dijo.
De otra parte, el profesor Leonardo Álvarez compartió con
los asistentes cómo se ha venido pensando el campus de la UNAL Sede Tumaco; en
su conferencia “Espacio para la educación tropical: inmersos en la naturaleza,
Costa Pacífica colombiana”, dijo que “este fue un reto de magnitud teniendo en
cuenta el contexto geográfico, arqueológico y social de la región”.
El Simposio Global “Biopolis 2024: Paisajes enfraestructuras
vivas para comunidades saludables” contó con la participación de 14 invitados
internacionales y 25 nacionales que compartieron experiencias exitosas y
debatieron sobre el presente y el futuro de la biodiversidad en las ciudades
del mundo y de Colombia.
El evento fue realizado en alianza con el Instituto de
Investigaciones Biológicas Alexander von Humboldt, el Consejo Colombiano de
Construcción Sostenible, la Red Mundial de Infraestructura Verde, el Consejo de
Construcción Sostenible de los Estados Unidos y la Federación Internacional de
Arquitectos del Paisaje.