En esta esquina biodiversa de Colombia, ubicada en el litoral Pacífico, un estudio adelantado por la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira demostró que utilizando la “digestión anaerobia” es posible generar energía limpia y reducir la huella de carbono hasta alcanzar la neutralidad, ya que mediante esta tecnología las bacterias transforman en biogás los desechos tanto de alimentos como de la pesca.
Entre las problemáticas que afronta Tumaco, municipio de
Nariño, se encuentran su aislamiento geográfico y la falta de infraestructura
energética. Allí la comunidad se ha visto obligada a usar plantas diésel para
abastecerse de energía, y para cocinar también acuden al gas licuado de
petróleo –compuesto principalmente por propano y butano–, el cual, además de
costoso, contribuye al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero
(GEI), y en consecuencia al calentamiento global.
Tampoco existe una estrategia eficaz de selección y manejo
de residuos orgánicos, en especial los derivados de la pesca artesanal –una de
las principales actividades económicas del municipio– y los sobrantes de
restaurantes o plazas de mercado, lo que lleva a una disposición ineficiente y
perjudicial en rellenos sanitarios.
En busca de soluciones sostenibles, la ingeniera ambiental
Valentina Osorio Gómez, candidata a magíster en Ingeniería Ambiental de la UNAL
Sede Palmira, utilizó la metodología del Panel Intergubernamental del Cambio
Climático (IPCC) para medir y comparar con el escenario actual cuánta huella de
carbono generaría convertir los residuos orgánicos en biogás, fuente de energía
limpia empleable en la generación de energía térmica y eléctrica.
Para ello implementó el proceso biológico de digestión
anaerobia con agallas y vísceras de pescado, cáscaras de banano, tomate y
lechuga, entre otros vegetales, aprovechando estos recursos.
La profesora Luz Stella Cadavid Rodríguez, directora del
Grupo de Investigación en Prospectiva Ambiental y también de este estudio,
explica que “la huella de carbono es un indicador ecológico que mide la
eficiencia de un proceso en términos de toneladas de dióxido de carbono
equivalente, es decir, calcula cuán limpio es con respecto a cuántos GEI emite
a la atmósfera”.
Importantes hallazgos
Uno de los resultados más importantes fue estimar que
aprovechando al menos el 50 % de los residuos orgánicos de Tumaco se
podría abastecer energéticamente a más de 5.000 hogares. “Así se reducirían
tanto la dependencia del municipio al uso de combustibles fósiles como las
emisiones contaminantes, y se mejoraría la calidad de vida de sus habitantes”,
señala la candidata a magíster.
La investigación también concluyó que la mezcla de 50 %
de residuos de frutas y verduras con 50 % de residuos de pesca fue la más
efectiva para la producción de biogás, superando en un 40 % la generación
de metano frente a otros tratamientos, lo que sugiere que una combinación
adecuada de distintos tipos de residuos puede maximizar la eficiencia del
proceso para producir energía renovable.
El aspecto diferenciador y destacado del estudio fue la
medición directa de la huella de carbono en Tumaco, con una metodología
conocida como huella de carbono in situ, la cual permite medir
las emisiones de GEI directamente en el lugar donde se generan, a diferencia de
otros enfoques teóricos que se basan en estimaciones y factores de emisión
estándar.
Se trata de una tecnología que hasta ahora ha sido poco
explorada en Colombia y que ofrece datos más confiables y refuerza el valor de
implementar soluciones localizadas y adaptadas a las condiciones específicas de
cada municipio.
Después de implementar el proceso de gestión anaerobia en
los reactores de la planta de biogás instalada en la Sede Tumaco, a escala de
laboratorio, se calcularon las emisiones contaminantes provenientes de cada
tratamiento de residuos propuesto en el Laboratorio de Investigaciones
Ambientales de la UNAL Sede Palmira.
La implementación de esta tecnología no solo tiene el
potencial de transformar la gestión de residuos y el abastecimiento energético
en Tumaco, sino que también serviría como modelo para otras comunidades rurales
de Colombia y del mundo, ya que le ayudaría al país a cumplir con los objetivos
de reducir las emisiones en 30 % establecidos en la Agenda 2030 y en los
Objetivos de Desarrollo Sostenible.