lunes, 23 de diciembre de 2024

Los efectos del huracán Iota todavía se sienten en Providencia

 Después de dos años de diálogos en el marco de la Consulta Previa ordenada en la Sentencia T-333 de 2022 de la Corte Constitucional para proteger los derechos de los raizales tras el inconcluso proceso de reconstrucción de la Isla, este mes se firmaron y protocolizaron cerca de 400 compromisos adquiridos por el Gobierno nacional y las administraciones locales para compensar los daños sufridos por la comunidad de Providencia.

La reconstrucción no cumplió con acuerdos básicos, por lo cual muchas viviendas se entregaron incompletas e inadecuadas para albergar personas, hecho que profundizó la crisis económica en muchas familias. Aunque se entregaron insumos, estos esfuerzos no lograron compensar completamente los daños sufridos.

En noviembre de 2020 el huracán Iota –de categoría 5– pasó por el archipiélago de San Andrés dejando gravemente afectada la isla de Providencia. Un análisis de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Caribe evidenció que la desconexión entre la institucionalidad y la comunidad ha impedido una adecuada recuperación.

En 2023 se adelantó el estudio “Efectos del huracán Iota en Providencia y Santa Catalina: análisis de las pérdidas económicas en agricultura, pesca y turismo”, en el marco del proyecto “Fortalecimiento de la gestión del riesgo a partir de la generación de conocimiento e innovación social (CTeI)”.

Según la economista Julibeth Ortiz Roca, coordinadora del estudio, el objetivo fue estimar y entender la magnitud de las pérdidas económicas derivadas del impacto del huracán en la isla de Providencia, que dejó una afectación en el 98 % del aparato productivo de la Isla.

En 2023 se adelantó el estudio “Efectos del huracán Iota en Providencia y Santa Catalina: análisis de las pérdidas económicas en agricultura, pesca y turismo”, en el marco del proyecto “Fortalecimiento de la gestión del riesgo a partir de la generación de conocimiento e innovación social (CTeI)”.

Según la economista Julibeth Ortiz Roca, coordinadora del estudio, el objetivo fue estimar y entender la magnitud de las pérdidas económicas derivadas del impacto del huracán en la isla de Providencia, que dejó una afectación en el 98 % del aparato productivo de la Isla.

Para obtener información la investigadora realizó 20 entrevistas semiestructuradas y 2 talleres de acción participativa con la comunidad y funcionarios de entidades locales, metodologías usadas específicamente para evaluar daños y pérdidas con el fin de estimar la magnitud de los impactos en cada sector.


Una economía golpeada

En el sector turismo se registraron pérdidas por un valor aproximado de 152.000 millones de pesos, debido tanto al impacto del huracán –que afectó el 75 % de los establecimientos turísticos– como a las restricciones por la pandemia de Covid-19 en los flujos de viajeros nacionales e internacionales. “Aunque los vuelos a San Andrés se reanudaron el 3 de septiembre de 2020, para el momento del paso del huracán aún no se habían restablecido los vuelos comerciales hacia Providencia”, explica la investigadora.

Para la agricultura las afectaciones no fueron menos adversas: daño del 100 % de la superficie de tierra con función agrícola, limitada disponibilidad de agua y baja calidad de los suelos, lo que dificultó el cultivo y la productividad; además se perdieron todas las semillas y cultivos frutales.

El 45 % del área de la Isla se destina a la agricultura, principalmente a cultivos de pan coger. El entorno boscoso y las instalaciones de fincas se vieron afectadas, registrando pérdidas en productos como batata, ahuyama, plátano, caña de azúcar, banano, boscó y piña, así como la pudrición de raíces, tallos y plántulas por exceso de lluvias. Entre las pérdidas de quienes se dedican a la venta de estos productos, se considera que el 70 % resultaron afectados.

“En el escenario posdesastre, los productos agrícolas recuperados y cultivados en Providencia fueron completamente relajados, no hubo ventas; las dificultades económicas y logísticas y la falta de un mercado funcional impidieron la comercialización de los productos. La inversión fue limitada y hasta 2023 los recursos para el sector no se destacan”, comenta la investigadora.

Acerca de la pesca, el eslabón más importante en la economía de muchas familias, el desordenado proceso de reconstrucción representó un desafío considerable; además se perdió gran parte de la flota pesquera y de los equipos esenciales.


Según los datos recogidos por la investigadora las pérdidas en el sector pesquero por el Iota ascendieron a 21.951 millones de pesos. “Las ventas acostumbradas solo se pudieron recuperar un año después del desastre natural, ya que más del 80 % de las embarcaciones resultaron gravemente afectadas, al punto de no poder usarlas por la magnitud del daño o la pérdida de los motores”, agrega.

Según la investigadora, aunque se suministraron 151 lanchas y equipos como cascos, estos carecían de los elementos para la navegación, por lo que los pescadores tuvieron que incurrir en gastos adicionales y préstamos para poner en funcionamiento sus equipos, los cuales ascienden aproximadamente a $2.265 millones de pesos. Algunos pescadores no lograron recuperarse y cambiaron su actividad económica.

Lecciones aprendidas

Aunque se reconocen avances importantes en gestión de riesgos y en el conocimiento ancestral ante posibles eventos naturales, se resalta la importancia de prever y tomar medidas, realizar mejoras estructurales y colaborar permanentemente con la institucionalidad.

Además, se hace hincapié en la necesidad de formalizar los negocios que operan en la Isla, pues aquellos que sí estaban debidamente registrados pudieron acceder a más beneficios durante el proceso de reconstrucción.

“El retorno a conocimientos ancestrales y la preparación para el cambio climático son aspectos fundamentales para abordar la vulnerabilidad de la Isla y avanzar hacia un desarrollo sostenible en Providencia y Santa Catalina. Sin embargo la intervención gubernamental ha sido limitada, se necesita de una gestión eficiente y atención específica para los diferentes sectores a fin de garantizar su resiliencia”, anota la investigadora.

Además, precisa que es necesario elaborar una política pública que permita acelerar el cumplimiento de lo ordenado por la Corte Constitucional, cuyo objetivo es garantizar los derechos de pueblo raizal de Providencia luego del proceso de reconstrucción.

“Los errores cometidos en la atención al desastre y la reconstrucción se están tratando de remediar. La realización de la Consulta Previa es una garantía del derecho a la participación y se  está llegando a acuerdos sobre vivienda digna y derecho a la salud, la educación y el reconocimiento de la propiedad ancestral, entre otros derechos fundamentales, y la recuperación de la economía”, concluye.

 







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