sábado, 7 de diciembre de 2024

Reproducción de las magnolias está amenazada, urgen estudios y medidas de conservación

 Aunque Colombia es el país de América con mayor diversidad de especies de magnolias, estas están amenazadas por la sobreexplotación de su madera, la urbanización y la fragmentación de su hábitat. Un estudio sobre su distribución natural encontró que la mitad de los individuos estudiados está por fuera de coberturas boscosas, lo que dificultaría la correcta germinación de sus semillas y su reproducción. Así mismo, el cambio climático pondría en riesgo sus áreas más favorables, afectando especialmente la especie Magnolia yarumalensis.

Las magnolias son árboles altos y rectos, de hojas grandes y flores vistosas que producen pocas semillas. “Algunas de sus características hacen que sea difícil clasificarlas taxonómicamente, por eso estudiamos las especies M. jardinensis y M. yarumalensis, que son las que tienen más información sobre su biología reproductiva, por ejemplo qué pasa durante su proceso de apertura de la flor”, explica Juan Pablo Santa Ceballos, magíster en Bosques y Conservación Ambiental de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín.

Para su estudio, el magíster complementó esta información con nuevos análisis: en qué rango climático y tipos de coberturas se distribuyen, su vulnerabilidad frente al cambio climático y los polinizadores que las visitan, datos esenciales para su conservación.

“Trabajamos con individuos de la cuenca media del río Cauca y tuvimos en cuenta si se encontraban dentro de zonas con vegetación en regeneración, sistemas ganaderos o de cultivos, con el fin de determinar si influían en la distribución y los polinizadores que las visitan”, agrega.

Fuertes, pero amenazadas

Inicialmente el magíster generó una base de datos con las coordenadas de los individuos de las dos especies, “a través de la plataforma del Sistema Global de Información sobre Biodiversidad (GBIF), que está vinculada con iNaturalist y SiB Colombia; curamos la información para eliminar posibles errores e hicimos trabajo de campo en el municipio de Jardín, en Antioquia, donde confluyen ambas especies de magnolias”.

Con esta información cruzó 14 variables como la elevación del terreno, los tipos de cobertura, la temperatura máxima y mínima, y la precipitación, obtenidas con herramientas como WolrdClim y Colombia en Mapas. “Luego, con el algoritmo Maxent generamos un modelo que estima las áreas geográficas según la información que teníamos, además de que nos permitió agregar otros factores como la distancia de centros poblados, quebradas y coberturas de bosque”, explica el magíster.


Así, encontró que entre el 44 y el 58 % de los individuos están ubicados por fuera de bosques (coberturas antrópicas), “lo que da cuenta de la complejidad que habría para que estas magnolias se regeneren, ya que la mayoría están en medio de potreros, lo que afectaría la germinación de semillas, pues no logran llegar a bosques o zonas más húmedas en las que se establecerían con éxito”, continúa.

Por otro lado, se constató que mientras M. yarumalensis tiene un rango de altitud de 1.648 a 2.760 msnm, el de M. jardinensis es de 1.995 a 2.667 msnm, por lo que sería una especie más “plástica” frente a un escenario de cambio climático, lo cual se constató mediante un modelo estadístico. “También evidenciamos que el 10 % del área de distribución corresponde a zonas óptimas para M. jardinensis y el 5 % para M. yarumalensis, lo que nos llevó a evidenciar que el área de la segunda estaría en un riesgo mayor de reducción en un escenario de cambio climático”.

¿Quiénes las visitan y qué dicen?

Para estudiar los animales que visitan sus flores –para dar continuidad a la reproducción–, el magíster Santa, junto con los guías Alejandro Arango y Mauricio Mazo, trepó por troncos de más de 20 m de alto para llegar a las ramas exteriores y alcanzar la flor.

“Embolsamos las flores para que los insectos no se escaparan, y luego identificarlos taxonómicamente en laboratorio. Los tomamos de magnolias rodeadas de potreros y de zonas conservadas, y además consideramos otras variables como la temperatura”, agrega el investigador.

Así, y según los análisis estadísticos, halló que un escarabajo de la especie Hoplandria sp. las poliniza y está presente en todas las coberturas. “Este insecto mide de 2 a 5 milímetros y es mucho más frecuente en las zonas intervenidas por el hombre, que suelen proporcionar condiciones más favorables para cualquier insecto, como el calor. Así mismo, encontramos una larva de mariposa que ataca las anteras, donde la flor guarda el polen, ataques que causarían problemas reproductivos”.

Con este hallazgo, el investigador reportó dos nuevos visitantes: la larva mencionada, que además está asociada con bosques, y un escarabajo de la familia Staphylinidae, del que se desconoce su papel en la flor. Es importante analizar si son plagas y evaluar otras variables relacionadas con la reproducción de estos árboles que son reguladores hídricos y están asociados con otras formas de vida, incluso las orquídeas. Perderlos ocasionaría una reacción en cadena.

Por último, es fundamental conservarlas in situ, en las áreas en donde las magnolias se distribuyen naturalmente, especialmente porque en un futuro habría reducciones en sus áreas favorables; también es necesario generar nuevos modelos para identificar los lugares más susceptibles, y corroborar que no se esté dando polinización entre individuos que son “familia” para evitar problemas genéticos.

La investigación  fue dirigida por la profesora Ligia Estela Urrego Giraldo, adscrita a la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNAL Sede Medellín, y codirigida por la profesora Marcela Serna González, de la Facultad de Ingeniería del Tecnológico de Antioquia - Institución Universitaria.