Aunque Colombia es el país de América con mayor diversidad de especies de magnolias, estas están amenazadas por la sobreexplotación de su madera, la urbanización y la fragmentación de su hábitat. Un estudio sobre su distribución natural encontró que la mitad de los individuos estudiados está por fuera de coberturas boscosas, lo que dificultaría la correcta germinación de sus semillas y su reproducción. Así mismo, el cambio climático pondría en riesgo sus áreas más favorables, afectando especialmente la especie Magnolia yarumalensis.
Las magnolias son árboles altos y rectos, de hojas grandes y
flores vistosas que producen pocas semillas. “Algunas de sus características
hacen que sea difícil clasificarlas taxonómicamente, por eso estudiamos las
especies M. jardinensis y M. yarumalensis, que son
las que tienen más información sobre su biología reproductiva, por ejemplo qué
pasa durante su proceso de apertura de la flor”, explica Juan Pablo Santa
Ceballos, magíster en Bosques y Conservación Ambiental de la Universidad
Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín.
Para su estudio, el magíster complementó esta información
con nuevos análisis: en qué rango climático y tipos de coberturas se
distribuyen, su vulnerabilidad frente al cambio climático y los polinizadores
que las visitan, datos esenciales para su conservación.
“Trabajamos con individuos de la cuenca media del río Cauca
y tuvimos en cuenta si se encontraban dentro de zonas con vegetación en
regeneración, sistemas ganaderos o de cultivos, con el fin de determinar si
influían en la distribución y los polinizadores que las visitan”, agrega.
Fuertes, pero amenazadas
Inicialmente el magíster generó una base de datos con las
coordenadas de los individuos de las dos especies, “a través de la plataforma
del Sistema Global de Información sobre Biodiversidad (GBIF), que está
vinculada con iNaturalist y SiB Colombia; curamos la información para eliminar
posibles errores e hicimos trabajo de campo en el municipio de Jardín, en
Antioquia, donde confluyen ambas especies de magnolias”.
Con esta información cruzó 14 variables como la elevación
del terreno, los tipos de cobertura, la temperatura máxima y mínima, y la
precipitación, obtenidas con herramientas como WolrdClim y Colombia en Mapas.
“Luego, con el algoritmo Maxent generamos un modelo que estima las áreas
geográficas según la información que teníamos, además de que nos permitió
agregar otros factores como la distancia de centros poblados, quebradas y
coberturas de bosque”, explica el magíster.
Por otro lado, se constató que mientras M.
yarumalensis tiene un rango de altitud de 1.648 a 2.760 msnm, el
de M. jardinensis es de 1.995 a 2.667 msnm, por lo que
sería una especie más “plástica” frente a un escenario de cambio climático, lo
cual se constató mediante un modelo estadístico. “También evidenciamos que el
10 % del área de distribución corresponde a zonas óptimas para M. jardinensis y
el 5 % para M. yarumalensis, lo que nos llevó a
evidenciar que el área de la segunda estaría en un riesgo mayor de reducción en
un escenario de cambio climático”.
¿Quiénes las visitan y qué dicen?
Para estudiar los animales que visitan sus flores –para dar
continuidad a la reproducción–, el magíster Santa, junto con los guías
Alejandro Arango y Mauricio Mazo, trepó por troncos de más de 20 m de alto
para llegar a las ramas exteriores y alcanzar la flor.
“Embolsamos las flores para que los insectos no se
escaparan, y luego identificarlos taxonómicamente en laboratorio. Los tomamos
de magnolias rodeadas de potreros y de zonas conservadas, y además consideramos
otras variables como la temperatura”, agrega el investigador.
Así, y según los análisis estadísticos, halló que un
escarabajo de la especie Hoplandria sp. las poliniza y está
presente en todas las coberturas. “Este insecto mide de 2 a 5 milímetros y es
mucho más frecuente en las zonas intervenidas por el hombre, que suelen
proporcionar condiciones más favorables para cualquier insecto, como el calor.
Así mismo, encontramos una larva de mariposa que ataca las anteras, donde la
flor guarda el polen, ataques que causarían problemas reproductivos”.
Con este hallazgo, el investigador reportó dos nuevos
visitantes: la larva mencionada, que además está asociada con bosques, y un
escarabajo de la familia Staphylinidae, del que se desconoce su
papel en la flor. Es importante analizar si son plagas y evaluar otras
variables relacionadas con la reproducción de estos árboles que son reguladores
hídricos y están asociados con otras formas de vida, incluso las orquídeas. Perderlos
ocasionaría una reacción en cadena.
Por último, es fundamental conservarlas in situ,
en las áreas en donde las magnolias se distribuyen naturalmente, especialmente
porque en un futuro habría reducciones en sus áreas favorables; también es
necesario generar nuevos modelos para identificar los lugares más susceptibles,
y corroborar que no se esté dando polinización entre individuos que son
“familia” para evitar problemas genéticos.
La investigación fue
dirigida por la profesora Ligia Estela Urrego Giraldo, adscrita a la Facultad
de Ciencias Agrarias de la UNAL Sede Medellín, y codirigida por la profesora
Marcela Serna González, de la Facultad de Ingeniería del Tecnológico de
Antioquia - Institución Universitaria.