Al parecer, esto ocurre porque durante su cultivo se aplica un producto comercial que, aunque les ayuda a crecer y a tener el tamaño idóneo para la vida de florero, no es suficiente para disminuir el amarillamiento de las hojas, producido por falta de oxígeno y nutrientes, un proceso que suele suceder en un promedio de cinco días; así lo determinó una investigación que probó un “ingrediente” especial que aumenta hasta ocho días la vida útil del crisantemo.
Según datos del Centro de Innovación de la Floricultura
Colombiana (Ceniflores) el sector floricultor del país cuenta con
aproximadamente 8.900 hectáreas cultivadas, de las cuales cerca de 1.111 están
en crisantemo. Además, el país produce más de 1.500 variedades de flores, de
las cuales el 95 % tienen calidad tipo exportación siendo la rosa, la
hortensia, el crisantemo, el clavel y la alstroemeria las especies más
exportadas.
Al ser una especie nativa de China, la exposición a intensidad de luz directa en zona tropical puede reducir la calidad de las plantas, por tal motivo se siembran bajo cubierta plástica, en donde los factores ambientales son comúnmente vigilados para el control de la floración y morfología en un periodo deseado; para ello suelen utilizarse reguladores de crecimiento -tradicionalmente hormonas- que sirven para modificar procesos como la prolongación de la vida florero y retraso del envejecimiento o senescencia de las plantas, principalmente.
Sin embargo, Sindy Lorena Dussán Currea, magíster en
Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), afirma que
existen cierto desconocimiento sobre los efectos de la aplicación de dichas
sustancias y su impacto en el amarillamiento y la vida en florero del
crisantemo.
Por eso, en las variedades o cultivares “Shrek” y “Bomber
Green” ella probó un grupo de hormonas sintéticas llamadas citoquinas,
adquiridas fácilmente de manera comercial, que han demostrado tener un efecto
positivo en rosas, orquídeas o claveles, pues retrasan el envejecimiento y
mantienen el color y la frescura del follaje en las plantas.
Concentraciones y altos costos
Primero se compararon los distintos lotes de la planta en
los municipios de Madrid y el Rosal, lugares donde el crisantemo se cultiva
tradicionalmente; a un grupo le aplicó el producto con citoquinas 6-BAP, y a
otro, un concentrado de algas marinas cuyo efecto se ha venido estudiando.
Los resultados mostraron que al administrar concentraciones
de 33.33, 66.6 y 100 microgramos por kilogramos de masa del producto 6-AP, en
las plantas más susceptibles al amarillamiento del follaje se logró una
duración de hasta 8 días en florero sin daño en sus hojas. Esto quiere decir
que se mejora la vida útil de la planta e incluso se aumenta gracias a los
compuestos que le ofrece el producto.
Para ello, en dos grupos de crisantemos usó 6
concentraciones distintas del inhibidor de giberelina, desde 1.750 miligramos
por kilogramo hasta 8.750; los resultados mostraron que no hubo diferencia en
la longitud que alcanzaron los crisantemos, por lo que aplicar tanto una como
otra concentración no hace la diferencia para las plantas, pero si para el
bolsillo de los productores, que están gastando de más.
La magíster explica que los resultados de su trabajo es un
gran avance para entender mejor el por qué ocurre el amarillamiento en las
plantas, un problema en el follaje marcado como efecto de la remoción de
nutrientes desde las hojas hacia la parte inferior del crisantemo durante su
crecimiento y desarrollo.
“El inhibidor de giberelina siempre se debe usar en los
cultivos, pues el objetivo para los productores es tener el tamaño ideal para
fechas como San Valentín y el Día del Amor y la Amistad, pero el uso de estos
productos es costoso y dosis muy altas se hacen innecesarias; adicionalmente,
se le atribuyen bondades como las de mantener o aumentar el color verde oscuro
en las hojas, pero esto no necesariamente ocurre. El trabajo da una hoja de
ruta para que los cultivadores optimicen sus recursos”, anota.
Escala describe el amarillamiento
En la investigación, que tuvo como directores a los
profesores de la UNAL, Diego Miranda Lasprilla y Helber Enrique Balaguera,
también se elaboró una escala para describir el amarillamiento del follaje, en
ella se explica cómo se extiende el daño desde los bordes hasta el centro de
las hojas.
“Esta es una primera aproximación, pero es importante
resaltar que cada cultivo de crisantemo tiene especificidades, y requiere de un
estudio individual para determinar las concentraciones del inhibidor de
giberelina que hay que usar”, indica la experta.
Añade que, la curva de crecimiento que se estableció entre
los cultivos estudiados da cuenta de que el uso de las citoquinas debería ser
acumulativo, en cada fase del cultivo. Por otro lado, aún no se tiene certeza
de la razón específica por la que las citoquinas comerciales hacen que algunas
plantas mantuvieran su follaje verde intenso hasta dos días más en florero, por
lo que se requiere de mayor investigación.
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