jueves, 26 de diciembre de 2024

Desaparición del bosque seco en Candelaria se evitaría con cooperación

 La expansión de la caña de azúcar y el crecimiento urbano han puesto en crisis el ecosistema del municipio de Candelaria (Valle del Cauca), con una amplia reducción de las áreas de bosque seco tropical, que junto con la monopolización del uso del agua suma un nuevo conflicto socioambiental para la región. Un estudio de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) propone una estrategia que fomenta la colaboración entre comunidades, autoridades y empresas para buscar soluciones a estos problemas.

Por su rica biodiversidad y su resiliencia en condiciones climáticas extremas, el bosque seco tropical es un ecosistema vital. Sin embargo en Colombia su cobertura ha disminuido hasta un 90 %, y en el Valle del Cauca se conserva apenas un 1,7 % de su área original, por lo que ahora es una de las regiones con menor representación en el país, con apenas un 9,46 % del territorio.

Dentro del valle geográfico del Cauca, Candelaria se establece ahora como un área crítica, por tener el mayor potencial de restauración de la región, y también por ser epicentro de una alarmante degradación ecológica.

Desde mediados del siglo pasado la expansión de los cultivos de caña de azúcar –que requiere grandes cantidades de agua para desarrollarse– desplazó el bosque seco tropical por el uso excesivo del suelo, y con ello también se dio escasez de los recursos hídricos. Esta situación provocó un conflicto en la comunidad, ya que el agua se destinó principalmente a la agricultura. En el municipio de estudio se ubicaron al menos 5 ingenios azucareros.

Aunque en 2020 se implementó una solución parcial con la ampliación del acueducto municipal, hoy la preocupación se centra en asegurar recursos hídricos suficientes, no solo para el abastecimiento humano sino también para la restauración del bosque seco tropical y la conservación de los humedales, que son esenciales para la recuperación ecológica de la región.

Más recientemente el crecimiento urbano ha transformado grandes áreas del municipio, destinando espacios previamente agrícolas o naturales para desarrollos inmobiliarios, lo que dificulta la conservación del bosque seco tropical.

Con cerca de 100.000 habitantes, en 2022 se vendieron en Candelaria más viviendas que en Palmira o Yumbo, del área de conurbación de Cali. Esto ha conllevado la construcción de infraestructura complementaria y mayor demanda de recursos hídricos.

Estos tres momentos que han transformado el paisaje en Candelaria fueron recogidos por el investigador Franklin Johan Posos Ramos para su tesis de la Maestría en Medio Ambiente y Desarrollo de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNAL, a través de un minucioso análisis de datos históricos sobre las transformaciones ambientales del municipio.

El investigador construyó un panorama detallado sobre cómo los cambios en el uso del suelo han afectado la región, y planteó una estrategia basada en la gobernanza, que se refiere a la toma de decisiones conjuntas entre actores involucrados, adaptativa, y que podría abordar los retos tanto ecológicos como sociales en este territorio.

Todos ponen

“En general los modelos de gobernanza se basan en la comprensión y la interacción entre las entidades públicas y privadas y la comunidad. Esta integración es lo que caracteriza la mayoría de los procesos de gobernanza. Sin embargo, el proceso de gobernanza adaptativa se distingue por ser una forma de gobernanza ambiental, con características fundamentales, entre ellas: reconoce la complejidad de los recursos y considera la incertidumbre como un factor indispensable dentro del proceso”, explica el investigador.

Señala además que este enfoque ha sido ampliamente utilizado en el mundo, especialmente cuando las situaciones sociales ponen en riesgo la estructura de gobernanza establecida. Lo interesante de estos procesos es que, frente a emergencias que alteran el sistema de gobernanza, estas se estudian, analizan y comprenden para incorporarlas en las estrategias futuras.

“Para aplicarla en Candelaria identificamos cuatro elementos clave: el establecimiento de diálogos intersectoriales, la creación de instituciones multinivel, la comprensión de los ciclos ecosistémicos y la participación comunitaria”, señala el magíster Posos.

Para profundizar en cada uno de ellos, realizó entrevistas con representantes de la Alcaldía Municipal, la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CBC) y organizaciones comunitarias, así como grupos focales con líderes ambientales, juntas de acción comunal y consejos comunitarios afrodescendientes.

Fue así como identificó una red comunitaria de actores, conformada por organizaciones juveniles, ONG y consejos comunitarios afrodescendientes, agrupaciones que utilizan la educación ambiental como estrategia principal para promover la conservación.

“Los grupos están conformados especialmente por jóvenes y colectivos juveniles. Su manera de abordar este problema difiere considerablemente de los conflictos tradicionales por el agua: en vez de recurrir a bloqueos con la fuerza pública, ellos suelen usar la educación ambiental como una estrategia de transformación, lo cual resulta esencial para implementar esta propuesta”, señala el magíster.

Sugiere además que el primer paso para implementar este modelo es que las instituciones estatales reconozcan el bosque seco tropical como un elemento vital para la sostenibilidad del municipio, lo cual implica no solo medidas técnicas como la reforestación, sino también el fortalecimiento de la identidad cultural y la educación ambiental.



 




Libélulas de la Amazonia, esenciales en el equilibrio ecológico del pulmón del planeta

 Estas especies depredadoras no solo regulan poblaciones de insectos como mosquitos y jejenes en los ecosistemas acuáticos y terrestres, sino que además actúan como indicadores de la salud ambiental, ya que ofrecen información crucial para conocer cómo preservar una de las regiones más biodiversas del país.

En la Amazonia colombiana, investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas Sinchi lideran un estudio pionero por entender la relación entre las especies y su entorno, apoyándose en la información de la Colección de Macroinvertebrados Acuáticos de la Amazonia Colombiana (Comac), la cual cuenta con información recolectada desde 2008 en más de 90 sitios de muestreo, convirtiéndola en una de las más completas de la cuenca.

Las libélulas –también conocidas como odonatos– desempeñan roles cruciales como depredadores en los numerosos hábitats acuáticos de la Amazonia, por lo que el estudio pretende determinar sus áreas de distribución y su relación con el hábitat, ya que en Colombia estos insectos se han estudiado muy poco en contraste con la Amazonia brasileña.

“Esta es la mayor colección de invertebrados acuáticos de la región, debidamente conservada y reconocida ante el Registro Nacional de Colecciones Biológicas (RNC). Está compuesta por organismos de áreas donde se ve la influencia de los Andes, el escudo guayanés o el bosque de planicie amazónica”, destaca el biólogo Iván González, estudiante de la Maestría en Estudios Amazónicos de la UNAL, quien desde hace varios años analiza estos organismos como investigador del Sinchi y curador de la Comac.

Interfluvios y biodiversidad: las libélulas como piezas del rompecabezas amazónico

La investigación aborda una perspectiva innovadora al explorar diferentes perspectivas de la diversidad en estos odonatos: alfa y beta, en los cuales la geografía amazónica juega un papel crucial. “Particularmente la diversidad beta está compuesta por especies compartidas o exclusivas entre diferentes puntos de la misma zona, por ejemplo grandes ríos como el Caquetá y el Putumayo, dividiendo la región en áreas con diversidades distintas que funcionan como barreras, las cuales estarían limitando el movimiento de algunas especies entre orillas, generando una regionalización natural en la Amazonia”, explica el biólogo.

Además, variables como el pH del agua, la temperatura y el estado de conservación del bosque determinan patrones de distribución de estas especies. “Trabajamos especialmente con estadios inmaduros de libélulas, los cuales, aunque no siempre permiten identificar las especies, sí proporcionan información valiosa sobre géneros y patrones ecológicos”, añade. Este enfoque busca comprender cómo la geografía y la heterogeneidad del entorno influyen en la distribución de las ninfas, es decir las libélulas en su fase juvenil, cuando tiene alas.

Las quebradas con alta heterogeneidad, incluyendo troncos, rocas y vegetación diversa, tienden a albergar una mayor riqueza de especies; la sombra y la regulación térmica proporcionadas por el  bosque circundante también son factores esenciales. “Las especies más pequeñas, con capacidad de vuelo limitada, ofrecen pistas valiosas sobre la biodiversidad local, mientras que las de mayor tamaño y mayor capacidad de vuelo tienen distribuciones más amplias; estos dos fenómenos nos pueden ayudar a entender la diversidad de estos organismos con una perspectiva más regional”, señala el magíster González.

Además de su rol ecológico al controlar las poblaciones que caza, las libélulas también son bioindicadores esenciales: su presencia y cantidad en cuerpos de agua refleja ecosistemas saludables y bien conservados. Esto las convierte en herramientas para monitorear cambios ambientales como la deforestación o la degradación de los ecosistemas. Sin embargo, el estudio busca ir más allá de estos efectos visibles y explorar procesos naturales aún poco entendidos en la Amazonia colombiana, enfoque que no solo contribuye a la comprensión científica de los ecosistemas amazónicos, sino que también refuerza la importancia de conservar su biodiversidad.

El proyecto resalta el papel de las colecciones biológicas como herramientas esenciales para estudiar y proteger los ecosistemas, más allá de cumplir una función de identificación de especies, que es igual de valioso, soportando su importancia como Patrimonio Nacional. “La Comac no solo es un repositorio de especies, sino también una biblioteca abierta para generar conocimiento. Con este trabajo queremos demostrar que las colecciones van más allá de la taxonomía y pueden ser herramientas útiles para investigaciones ecológicas”, señala el biólogo González.

A medida que avanza la investigación se busca validar hipótesis clave sobre la regionalización natural de la Amazonia y las dinámicas ecológicas que moldean su biodiversidad. Con estas iniciativas, la UNAL y el Instituto Sinchi fortalecen el entendimiento y la gestión de los recursos naturales promoviendo la conservación de uno de los ecosistemas vitales del planeta. Las libélulas, aunque pequeñas, demuestran ser gigantes en la búsqueda de respuestas sobre la preservación de la Amazonia, fundamental para el equilibrio ambiental del país y del continente.