La expansión de la caña de azúcar y el crecimiento urbano han puesto en crisis el ecosistema del municipio de Candelaria (Valle del Cauca), con una amplia reducción de las áreas de bosque seco tropical, que junto con la monopolización del uso del agua suma un nuevo conflicto socioambiental para la región. Un estudio de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) propone una estrategia que fomenta la colaboración entre comunidades, autoridades y empresas para buscar soluciones a estos problemas.
Por su rica biodiversidad y su resiliencia en condiciones
climáticas extremas, el bosque seco tropical es un ecosistema vital. Sin
embargo en Colombia su cobertura ha disminuido hasta un 90 %, y en el
Valle del Cauca se conserva apenas un 1,7 % de su área original, por lo
que ahora es una de las regiones con menor representación en el país, con
apenas un 9,46 % del territorio.
Dentro del valle geográfico del Cauca, Candelaria se
establece ahora como un área crítica, por tener el mayor potencial de
restauración de la región, y también por ser epicentro de una alarmante
degradación ecológica.
Desde mediados del siglo pasado la expansión de los cultivos
de caña de azúcar –que requiere grandes cantidades de agua para desarrollarse–
desplazó el bosque seco tropical por el uso excesivo del suelo, y con ello
también se dio escasez de los recursos hídricos. Esta situación provocó un
conflicto en la comunidad, ya que el agua se destinó principalmente a la
agricultura. En el municipio de estudio se ubicaron al menos 5 ingenios
azucareros.
Aunque en 2020 se implementó una solución parcial con la
ampliación del acueducto municipal, hoy la preocupación se centra en asegurar
recursos hídricos suficientes, no solo para el abastecimiento humano sino
también para la restauración del bosque seco tropical y la conservación de los
humedales, que son esenciales para la recuperación ecológica de la región.
Más recientemente el crecimiento urbano ha transformado
grandes áreas del municipio, destinando espacios previamente agrícolas o
naturales para desarrollos inmobiliarios, lo que dificulta la conservación del
bosque seco tropical.
Con cerca de 100.000 habitantes, en 2022 se vendieron en
Candelaria más viviendas que en Palmira o Yumbo, del área de conurbación de
Cali. Esto ha conllevado la construcción de infraestructura complementaria y
mayor demanda de recursos hídricos.
Estos tres momentos que han transformado el paisaje en
Candelaria fueron recogidos por el investigador Franklin Johan Posos Ramos para
su tesis de la Maestría en Medio Ambiente y Desarrollo de la Facultad de
Ciencias Económicas de la UNAL, a través de un minucioso análisis de datos
históricos sobre las transformaciones ambientales del municipio.
Todos ponen
Señala además que este enfoque ha sido ampliamente utilizado
en el mundo, especialmente cuando las situaciones sociales ponen en riesgo la
estructura de gobernanza establecida. Lo interesante de estos procesos es que,
frente a emergencias que alteran el sistema de gobernanza, estas se estudian,
analizan y comprenden para incorporarlas en las estrategias futuras.
“Para aplicarla en Candelaria identificamos cuatro elementos
clave: el establecimiento de diálogos intersectoriales, la creación de
instituciones multinivel, la comprensión de los ciclos ecosistémicos y la
participación comunitaria”, señala el magíster Posos.
Para profundizar en cada uno de ellos, realizó entrevistas
con representantes de la Alcaldía Municipal, la Corporación Autónoma Regional
del Valle del Cauca (CBC) y organizaciones comunitarias, así como grupos
focales con líderes ambientales, juntas de acción comunal y consejos
comunitarios afrodescendientes.
Fue así como identificó una red comunitaria de actores,
conformada por organizaciones juveniles, ONG y consejos comunitarios
afrodescendientes, agrupaciones que utilizan la educación ambiental como
estrategia principal para promover la conservación.
“Los grupos están conformados especialmente por jóvenes y
colectivos juveniles. Su manera de abordar este problema difiere
considerablemente de los conflictos tradicionales por el agua: en vez de
recurrir a bloqueos con la fuerza pública, ellos suelen usar la educación
ambiental como una estrategia de transformación, lo cual resulta esencial para
implementar esta propuesta”, señala el magíster.
Sugiere además que el primer paso para implementar este
modelo es que las instituciones estatales reconozcan el bosque seco tropical
como un elemento vital para la sostenibilidad del municipio, lo cual implica no
solo medidas técnicas como la reforestación, sino también el fortalecimiento de
la identidad cultural y la educación ambiental.