viernes, 28 de febrero de 2025

Calendarios ecológicos ayudan a preservar la salud indígena en el Amazonas

 El análisis de siete calendarios indígenas de tres regiones de la Amazonia colombiana (Medio Caquetá, Igara-Paraná y Mirití-Paraná) muestra la relación que existe entre la época del friaje –temporada fría que se presenta entre julio y agosto– y la transición hidrológica, con los periodos de mayor incidencia de enfermedades como malaria y dengue.

En la Amazonia colombiana, en donde la manigua pareciera ir a otro ritmo, los indígenas han aprendido a observar, escuchar, sentir e interpretar la selva. Parte de ese conocimiento lo han plasmado en relatos y bailes tradicionales, pero también en calendarios propios que les sirven para prever los momentos más importantes de la vida en sus territorios, como por ejemplo la relación entre los ciclos lunares y solares con el momento de cultivar o cosechar la chagra, o el de las aguas altas y bajas (lluvias o sequías) con el tiempo propicio para la pesca o la caza.

Los calendarios son valiosas herramientas por medio de las cuales ofrecen un conocimiento y manejo tanto del territorio como de la organización de las actividades productivas. Además, la información que reúnen se transmite según la posición que ocupan los líderes dentro de la comunidad.

Tal habilidad para entender los ecosistemas también les ha permitido incluir los momentos en los que son más susceptibles a enfermedades como el dengue y la malaria, a las cuales no denominan así, aunque sí relacionan sus síntomas con el “tiempo del mal del cuerpo”, el “tiempo de fiebre”, el “tiempo de gusano”, o el “tiempo de vómito”.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2020 Brasil, Colombia y Venezuela concentraron más del 86 % de los casos de malaria en Suramérica, con el 90 % de los pacientes reportados en la región Amazónica.

Con respecto al dengue, Colombia enfrentó un preocupante aumento en los casos, con 242.849 registros hasta agosto de 2024, es decir, un incremento del 208 % frente al mismo periodo de 2023, según lo advirtió el Instituto Nacional de Salud (INS).

Una de las razones de esta situación es que la sequía y la disminución de lluvias obliga a las personas a almacenar agua en todo tipo de recipientes, y si estos no son los adecuados y no están limpios o cubiertos, se convierten en criaderos de mosquitos.

Transiciones y enfermedad

En el estudio se analizaron siete calendarios ecológicos de tres regiones en la Amazonia colombiana, así: tres de la región del Medio Caquetá en Colombia (comunidades Nɨpodɨmakɨ, Féenemɨna’a y Andoque), dos Murui Mɨnɨka de la región de Igara-Paraná, y dos del Mirití-Región del río Paraná, uno Yukuna y otro Tanimuka.

Andrés David Jiménez, biólogo de la UNAL, amplía que “de los calendarios ecológicos sintetizamos la parte biológica, información climática, cultural y de enfermedades, y la correlacionamos con los meses del calendario gregoriano, que es el que se utiliza en todo el mundo”.

También se tuvieron en cuenta los casos de dengue y malaria reportados entre 2007 y 2019 por el Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública (Sivigila) del INS. Los datos meteorológicos para ese mismo periodo se descargaron de seis estaciones (Aguazul, Angosturas, Araracuara, Cuemaní, Monochoa y Santa Isabel) del Instituto Colombiano de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), y las temperaturas máximas y mínimas diarias de tres estaciones meteorológicas: Araracuara, Tres Esquinas y La Chorrera.

El friaje, un evento crucial

Una de las coincidencias encontradas es que durante la transición húmedo-seco –que ellos llaman “tiempo de gusano” y la asocian con enfermedad– se da el pico de malaria, mientras que el dengue mostró su pico entre marzo y abril.

“Esto es explicable, pues la forma en que se transmiten dichas enfermedades es diferente: el dengue se produce cuando el vector contaminado por el virus pica y transmite la enfermedad, mientras en la malaria el insecto pica a alguien que tiene el parásito, y debe pasar un tiempo para que el zancudo se infecte y transmita el parásito a otra persona”, explica la profesora Nubia Estela Matta, directora del Grupo Estudio Relación Parásito Hospedero (GERPH) de Departamento de Biología de la UNAL.

Señala además que “los datos mostraron que dos aspectos principales de los calendarios indígenas: la época del friaje como marcador crítico del año –se presenta entre julio y agosto– y la transición hidrológica –periodos de mayor susceptibilidad a enfermedades– están respaldados por datos meteorológicos y por la información disponible sobre la incidencia de malaria y dengue”.

El friaje es un fenómeno meteorológico provocado por las corrientes de aire frío que llegan desde Brasil impulsadas por el viento y que se desplazan hacia la selva central y norte; así, entre 3 y 10 días, la temperatura pasa de 27 a 30 °C, a entre 9 y 10 °C.

Otro aspecto identificado es que cuando se presentan estas enfermedades los indígenas usualmente no van al médico, pues, por un lado, tienen su medicina tradicional –de hecho, descubrieron los beneficios de la quina para tratar la malaria–, y por otro, porque moverse en el Amazonas es difícil y dirigirse al centro de salud más cercano puede tomar varios días.

“Al analizar los datos creemos que solo se reportan los casos graves, mas no los leves; para malaria encontramos reportes todos los años, pero para dengue no, y hay meses completos sin reportes;  por ejemplo en 2009, cuando Suramérica afrontó un pico devastador de dengue, en la región de estudio solo se reportó un caso, es decir que evidentemente hay un subregistro”.

“Las coincidencias señalan la convergencia de dos lenguajes: el científico y el ancestral indígena, cuyo potencial, demostrado en este trabajo, puede ser una herramienta poderosa para abordar interdisciplinaria e interculturalmente el cuidado de la salud de las poblaciones de esta región”, concluyen los investigadores.





No hay comentarios:

Publicar un comentario