Lo que impulsa el turismo en la costa Pacífica también está amenazando su equilibrio natural. Una investigación de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) encontró que la contaminación por fosfatos y nitratos –causada por aguas residuales y restos agrícolas– está afectando la regeneración de los manglares en Buenaventura y Tumaco, poniendo en riesgo su biodiversidad y los servicios que les brindan a las comunidades. El impacto de este deterioro sería irreversible si no se toman medidas urgentes.
Los manglares son ecosistemas que, además de albergar una
rica biodiversidad, sostienen la vida de comunidades negras e indígenas, las
cuales los utilizan para pescar, recoger frutos y obtener materiales de
construcción. Así mismo, brindan servicios ecosistémicos esenciales como
proteger las costas, purificar el agua y capturar carbono. No obstante, estas
funciones están siendo alteradas por acciones humanas como el vertimiento
inadecuado de desechos, la acumulación de microplásticos y el uso excesivo de
fertilizantes en zonas aledañas.
La investigadora Luisa Fernanda Mondragón Díaz, magíster en
Ingeniería Ambiental de la UNAL, estudió la relación entre la concentración de
nutrientes en los sedimentos y la estructura de los bosques de manglar en
Buenaventura y Tumaco. Su estudio demostró que los bosques cercanos a zonas
urbanas y turísticas reciben mayor carga contaminante, lo que afecta su
crecimiento y composición.
Para su trabajo se analizaron cuatro sitios con distintos
niveles de intervención humana: en Buenaventura se compararon los manglares del
bosque de Piangüita –altamente expuestos al turismo y la contaminación– con los
de San Pedro, más protegidos por barreras naturales, y en Tumaco se evaluaron
los bosques de Bocagrande, situados en una zona turística, y los de Rompido,
donde la tala y quema de árboles son frecuentes.
Las muestras se tomaron del agua intersticial de los
sedimentos, aquella atrapada entre las partículas del suelo (o sedimento) en un
ecosistema acuático, que actúa como un reservorio de nutrientes y otras
sustancias químicas influyendo en la disponibilidad de elementos esenciales
para las plantas y los microorganismos, y cuya composición puede cambiar por la
contaminación, y afectar la salud de los manglares. De las muestras se midió la
concentración de nutrientes y su impacto en la estructura de los manglares.
El impacto invisible de la contaminación
“Los resultados revelaron que en Buenaventura las
concentraciones de fosfatos y nitratos son más altas, y que estos nutrientes
favorecieron la aparición de nuevos árboles, pero más pequeños”.
“En Tumaco los niveles de amonio y nitritos son más
elevados, y la alta concentración de estos últimos afectó la regeneración del
manglar. Dichos niveles aumentan en época seca, lo que posiblemente obedece al
incremento de aguas residuales por el turismo”, afirma la investigadora.
Señala además que “el exceso de nutrientes puede generar
eutrofización, un fenómeno en el que la proliferación de algas reduce el
oxígeno disponible, lo que perjudica a la fauna y la flora: una acumulación
excesiva de fósforo obstaculiza el crecimiento de las plantas, y la reducción
del oxígeno en los sedimentos puede aumentar las emisiones de gases como el
dióxido de carbono y el metano”.
Este estudio representa un hallazgo fundamental para
entender el estado de los manglares del Pacífico colombiano, pues al generar
una base de datos sobre la calidad del agua intersticial y los niveles de
eutrofización se pueden establecer alertas tempranas y orientar estrategias de
conservación.
La investigación también
subraya la necesidad de establecer regulaciones más estrictas en la gestión de
residuos y en el turismo en estas áreas sensibles, asegurando la protección de
estos ecosistemas esenciales tanto para la biodiversidad como para las
comunidades locales.
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