En los municipios de Fusagasugá y La Vega (Cundinamarca) se observó que algunos colibríes transportan muy poco polen pues se concentran en tomar el néctar de las plantas, y son ellas las que tienen que buscar que ellos se lleven algunos granos del fino polvo. Biólogos registraron por primera vez este raro comportamiento en varias especies de estas escurridizas aves que habitan el altiplano cundiboyacense, cuya causa aún se considera como un misterio.
Tal vez los colibríes o picaflores son las aves más
representativas de Colombia, pues es difícil que aquí alguien no haya avistado
un ejemplar revoloteando en jardines o en el campo; sus colores verdes, morados
y azules tornasolados iluminan el lugar que visitan o donde se posan. En el
país hay 164 especies y en el mundo su familia es una de las más numerosas, por
lo que científicos y expertos buscan entender su papel en los ecosistemas, en
este caso en el transporte de polen.
Investigadores de la Universidad Nacional de Colombia
(UNAL), entre ellos el biólogo Yamid Guillermo Benavides Guerrero, se dieron a
la tarea de “pajarear” por entornos distintos de Cundinamarca en busca de los
colibríes que capturan polen. Así llegaron al Centro de Investigación Colibrí
Gorriazul (Fusagasugá), una zona que aunque ha tenido procesos de restauración
ecológica también ha sido intervenida con cultivos de café y plátano, y cuenta
con bebedores artificiales. Además fueron a la Reserva Natural Paraíso Andino
(La Vega), un ecosistema conservado con flores nativas como las bromelias y
bosques frondosos donde estas aves vuelan con libertad.
Literatura se conoce poco sobre este tema. Aunque
tradicionalmente se ha creído que lo llevan en sus picos, esto está muy lejos
de la realidad, pues las partes que utilizan son la corona, la frente, arriba y
abajo del pico y la garganta, y de hecho a veces son las mismas plantas con
anteras más o menos largas (estructuras en donde se guarda el polen) las que
terminan depositándolo en la ave, pues algunas especies tienen más interés en
el néctar, o sea en su alimento.
Para el estudio se capturaron 205 colibríes de por lo menos
15 especies, con redes de niebla, uno de los instrumentos más utilizados en
estos trabajos de campo, pues permiten “engañar” al animal, para que cuando
vuele cerca quede atrapado en unas mayas especiales que no le hacen ningún daño
pero sí les sirven a los expertos para que puedan verlos y analizarlos de
cerca, ya que son aves esquivas e inteligentes para esconderse.
Luego de esto, y de manera muy cuidadosa, extrajeron el
polen que tenían en cada parte del cuerpo, desprendiendo uno a uno los granos
que llevaban adheridos y que en pequeñas cantidades son imperceptibles al ojo
humano. Las muestras se llevaron al Laboratorio de Palinología de la UNAL para
hacer un análisis específico con microscopios electrónicos, que permiten
estudiar con detalle el polen y determinar qué tanto tenían estas coloridas
aves en cada parte de su cuerpo.
“Contrario a lo que se piensa, los colibríes llevan el polen
no solo en el pico, sino especialmente en la corona y la frente, como se
constató en el Centro de Investigación Colibrí Gorriazul, mientras que los
animales de la Reserva Paraíso Andino lo distribuyen más homogéneamente en todo
el cuerpo”, explica el investigador.
Dicha diferencia evidencia que en los ambientes intervenidos
como el de Fusagasugá algunas especies de plantas pueden no tener una
interacción tan eficiente con la ave, contrario a lo que ocurre en los bosques
frondosos y protegidos de La Vega, en donde hay mayor posibilidad de que se
lleven granos de las flores.
Sin embargo, un reporte sin precedentes en el país y en la
región daría una pista adicional del porqué el proceso se altera, y es el que
los colibríes de estas zonas son “ladrones” de néctar, esto quiere decir que no
llegan a las plantas solo a llevarse el polen, sino que algunos solo succionan
su alimento por orificios previamente realizados por otras aves, y se van.
Sin dudas este comportamiento es muy interesante y “nos
plantea preguntas sobre el papel de estas aves en los ecosistemas colombianos,
en donde popularmente se cree que son solo polinizadoras, pero en donde a veces
no tienen la capacidad de llevar tantos granos, como sí lo hacen insectos como
mariposas, escarabajos o moscas de las flores, que a veces no se estudian tan a
fondo”, expresa el biólogo.
Además, para analizar los datos de polen y hacer
correlaciones entre el número de colibríes capturados y las flores, se usaron
programas estadísticos como el lenguaje de programación R, que facilitó ver la
diversidad y distribución de las aves en los dos lugares estudiados.
También es importante resaltar que este es un primer paso
para seguir entendiendo el comportamiento de los colibríes y su interacción con
el polen, pues por ser tantas las especies analizadas hubo algunas que se
quedaban con apenas 2 o 3 granos, mientras que otras, sobre todo en el lugar
natural, podían transportar más de 3.000 granos.
Por otro lado, falta determinar una relación más clara entre
las especies de plantas que se ven más o menos beneficiadas por su acción, por
lo que este es un tema que no se agota “a vuelo de pájaro”, sino que necesita
más investigaciones a futuro en todo el país que tomen como insumo estos
primeros reportes en Cundinamarca.