En Colombia, por cada tonelada producida de arroz se genera una tonelada de residuos, es decir hojas, tallos y raíces que quedan en el suelo y que los cultivadores queman para poder volver a sembrar; sin embargo, este proceso contamina el aire con gases tóxicos como monóxido y dióxido de carbono. En pruebas de laboratorio, investigadores encontraron una forma de reemplazar este proceso utilizando hongos microscópicos, que les “dan una manito” a bacterias de tipo bacilo para que reduzcan dichos restos hasta en un 40 %.
El arroz es uno de los alimentos por excelencia en el país,
es raro no verlo en cualquier preparación de restaurantes y hogares
colombianos. La Federación Nacional de Arroceros señala que en 2024 había en el
país 631.071 hectáreas cultivadas de este grano, con la región llanera como
principal productor, en especial Casanare, un lugar en donde este cultivo ha
aumentado año tras año y es la base económica para alrededor de 400.000
familias.
Pese a su importancia, los residuos que genera su producción
también llaman la atención, pues además de su quema, en los suelos se está
presentando una falta de nutrientes que hacen que sea más difícil degradarlos.
Se estima que en Colombia los residuos asociados con el cultivo de arroz
alcanzan las 400.000 toneladas al año.
El investigador Nicolás Alberto Novoa Montenegro, magíster
en Microbiología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), integrante del
grupo de Microbiología Agrícola del Instituto de Biotecnología (IBUN), asegura
que estudios recientes muestran que en Colombia el 70 % de los suelos
tienen algún tipo de degradación por falta de nutrientes, debido en parte al
cultivo intensivo.
“Por ejemplo en Tolima los arroceros tienen cosechas cada
120 días, lo que termina alterando el ciclo natural e impide que haya materia
orgánica suficiente para que los insectos y microorganismos se alimenten y
produzcan nutrientes como el nitrógeno, que hace más fértiles los suelos”.
Dicho aspecto llevó al magíster a estudiar tres hongos del
género Trichoderma –conocidos por controlar plagas en los
cultivos– y dos bacterias del género Bacillus, colectadas en el
IBUN. En la literatura estos dos microorganismos imperceptibles al ojo humano
se han reportado como “degradadores de residuos”, pero no se había estudiado su
trabajo juntos, es decir cuando se combinan para eliminar desechos de cultivos.
Todos los caminos conducen al arroz
Esto es importante porque trabajando juntos son capaces de
degradar los residuos de arroz hasta en un 40 %, como lo descubrió el
investigador Novoa en los laboratorios de la UNAL, en donde probó distintas
formas de interacción de los microorganismos en una caja de Petri, y luego los
dejó 20 días interactuando con algunos gramos de tamo de arroz colectados en
regiones como Casanare, Tolima o Valle del Cauca. Tras este lapso su
efectividad fue evidente.
Una de las cepas evaluadas resultó ser agresiva con el
hongo, por lo que se descartó, ya que en esta pelea se olvidaba de eliminar los
desechos; sin embargo, aún faltan más investigaciones para determinar si puede
trabajar con otro tipo de hongo, o sola, en otro contexto agrícola.
No conforme con estos resultados, el magíster decidió llevar
esto a campo, es decir a un contexto real de cultivo; contactó al Centro
Internacional de Agricultura Tropical, con sede entre Palmira y Cali, y allí se
dispusieron 2 lotes de residuos de arroz en parcelas de
15 m X 1 m. En estos experimentos se traspasó la
combinación de los hongos con la bacteria que resultó mejor “compañera” de su
acción, y se dejaron 30 días para ver su desempeño.
Añade que el trabajo no hubiera sido posible sin la
colaboración de la Universidad de Friburgo (Alemania) y del Instituto Suizo de
Bioinformática, en cuyos laboratorios se hicieron pruebas genéticas y
moleculares para determinar cómo se comportaban las combinaciones a nivel
genético, y saber qué microorganismos hay en el tamo de arroz y los suelos de
este cultivo.
“El experimento se realizó teniendo en cuenta las bacterias
que forman parte del tamo de arroz, pues, así como los humanos, estas plantas
tienen microorganismos que las ayudan a crecer y estar sanas. Determinamos que
con la combinación de los hongos y los bacilos, la microbiota de los desechos
presente en los suelos de estos cultivos no tiene problemas para sobrevivir”,
expresa el magíster, cuyo trabajo fue dirigido por los profesores Daniel Uribe
Vélez, del IBUN, y Vanessa Otero Jiménez, de la Universidad de Idaho (Estados
Unidos).
Aunque la investigación se centró en los residuos de arroz,
se podría ajustar para otros cultivos como la soya o el maíz, que también
presentan problemas sobre la reutilización de sus desechos. Además, la materia
orgánica producida por estos microorganismos ayudaría a tener más carbono y
nitrógeno en los suelos, haciendo que insectos y otras bacterias que ya están
allí mejoren la movilización de estos nutrientes de forma eficiente.
Los residuos de arroz no se están utilizando hoy
industrialmente, por lo que darles valor agregado y reducir la quema ayudaría a
tener cultivos más sostenibles, con suelos más fértiles y menos contaminación
en el aire circundante.