jueves, 27 de marzo de 2025

Casa de bahareque, alternativa sostenible y segura para el Caribe, ¿por qué?

 Este tipo de construcción remite a lo esencial; sus materias primas son la tierra, el agua y la madera, y se construye con una sola herramienta: el cuerpo. Si esta técnica tradicional se rescatara, ofrecería una solución de vivienda no solo sismorresistente sino también fresca, duradera, económica y sostenible en regiones como Sincelejo (Sucre).

Cristian José Lora Banquéz, magíster en Construcción de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín, adelantó un estudio pionero en la región, en el cual describió: las patologías –defectos o lesiones– que afectan las construcciones de bahareque de esta zona del país; los imaginarios erróneos en cuanto a su resistencia; y cómo optimizarlas para rescatarlas como una técnica con menor impacto ambiental.

“Cuando hablamos de bahareque hablamos de arquitectura vernácula, es decir hecha con recursos que se encuentran en el contexto natural, en las montañas y las orillas de los ríos. Por eso cada cultura ha desarrollado su propia técnica, agregando o no boñiga, revocando o cambiando la guadua por caña”, explica.

Para levantar una estructura se extiende el barro sobre el suelo y se pisa con fuerza hasta encontrar, a pie limpio, que la mezcla quede firme alrededor de las huellas; para construir las paredes, la mezcla se deposita con las manos sobre el lodo, en medio de un tejido vertical hecho con palos de guadua u otros materiales.

Sincelejo es una de las ciudades caribeñas que más conserva viviendas con este tipo de arquitectura; se pueden rastrear hasta los poblados o rochelas indígenas precolombinas que desarrollaban su hábitat a partir de la relación armoniosa entre humano y naturaleza.

“Tras la colonización española esta estética se desplazó hacia las periferias y se impusieron nuevos ideales de progreso en favor de las élites”, señala el investigador. Sin embargo, pese a la antigüedad, el deterioro y la disonancia con las construcciones modernas, estas casas darían cuenta de la historia de la ciudad y de su valor patrimonial, e incluso serían una oportunidad de construcción para hacerle frente a la crisis climática.

Reconocida por la norma, pero no en su totalidad

El bahareque encementado es la única tipología reglamentada por la Norma Colombiana de Construcción Sismo Resistente (NSR-10), lo que ha relegado otro tipo de  construcciones como el bahareque tradicional en tierra, tabla o metal, incluso a pesar de ser más frecuentes y eficientes en otras regiones del país.

“Revisamos esta norma y el Manual de evaluación, rehabilitación y refuerzo del bahareque en Colombia, de la Asociación Colombiana de Ingeniería Sísmica, y encontramos además vacíos en torno al contexto de la región Caribe, pues sus directrices se basan en las construcciones de  regiones centrales, con características geográficas, ambientales, culturales y sociales muy distintas a las de la región”, añade el magíster Lora.

Estos vacíos son un impedimento para las intervenciones de conservación o construcción de viviendas en municipios como Sincelejo, pues allí se utiliza, por ejemplo, caña de lata o caña flecha para los entramados, bejucos o cauchos para los amarres, y morteros de revoque de arena y cagajón de ganado, materiales que no están contemplados en los documentos. “Todo esto impide restaurar o conservar adecuadamente la arquitectura vernácula de la zona”, señala.

El peso del estigma

El investigador encuestó a 96 personas para indagar sobre el imaginario social que existe en torno a la técnica, y encontró, entre otras cosas, que el 59 % de ellas cree que el bloque de cemento es el material más resistente, seguido del ladrillo de arcilla (26 %). Así mismo, el 62 % consideró que el bahareque es la técnica más costosa.

“Esto último es parcialmente cierto, porque cada vez hay menos mano de obra cualificada y es difícil conseguir materiales como las cañas porque se siembran menos en la zona. Si estas dos falencias se solventan capacitando a nuevos constructores y consolidando un mercado robusto de maderas, se dinamizaría incluso la economía de la región”, agrega el investigador.

“También es una técnica más rápida de ejecutar, y por la diversidad de materiales con que se ha usado en todo el mundo, es flexible y adaptable según los recursos disponibles, por eso sería muy conveniente en áreas rurales. Lo importante ahora sería solucionar sus debilidades”, continúa el magíster Lora. Según Camacol, en Colombia 1,7 millones de viviendas rurales tienen deficiencias de calidad y el 46,8 % en estructura.

Las “enfermedades” y los “remedios”

Para identificar las afecciones propias del Caribe, el investigador revisó bibliografía y analizó algunas de las zonas más antiguas de Sincelejo que cuentan con estructuras en buen y mal estado como la calle Sucre, Petacas, San Carlos y el sector Cruz de Mayo.

Entre las principales afecciones que encontró está la rotura del material, la aparición de grietas, la humedad por el agua en el suelo debajo de la vivienda (capilaridad) y la presencia de insectos que roen la madera. De igual modo, el desplome de las varas y el desprendimiento del material de relleno, siendo el acabado final la estructura que más presenta lesiones por su exposición directa a agentes ambientales.

“A partir de este análisis definimos algunos lineamientos para optimizar la técnica y convertirla en una alternativa viable de construcción contemporánea, máxime ante el cambio climático, por su cualidad de sostenible”, señala el investigador.

Para evitar la humedad, la podredura y las plagas, el estudio propone impermeabilizar el piso, de manera que se aíslen las varas del suelo. Para el relleno y la garantía de una correcta adherencia sería necesario apelar a la norma vigente y su indicación de usar mallas metálicas o plásticas.

Por último, y como se trata de una construcción artesanal, sería fundamental estandarizarla a partir de estudios estructurales, teniendo en cuenta distintos tipos de madera, incluso reforestadas, que aporten más a la economía local y a la sostenibilidad.

Recuperar el bahareque requeriría pedagogía entre la comunidad, revalorizar los saberes ancestrales y socializar las bondades de la técnica para que no se asocie con pobreza, atraso o insalubridad.