En este municipio del Pacífico nariñense el agua no es potable. A los cauces de los ríos les arrojan residuos sólidos y vertimientos directos de aguas residuales, industriales y domésticas, dejando como consecuencia la disminución de los caudales y la contaminación de los cuerpos de agua. Una solución a este problema estaría en uno de los frutos que más se cultivan en la región: el coco, cuya la cáscara posee propiedades adsorbentes naturales para atrapar contaminantes, entre ellos metales pesados –como mercurio y cromo– y otros compuestos tóxicos.
Solucionar la crisis del acceso al agua en Tumaco requiere
de múltiples esfuerzos, entre ellos los de la academia, que ha encontrado en la
combinación de cáscara de coco y nanotecnología una posible alternativa para
remover los contaminantes que llegan a las fuentes hídricas por acción humana,
arrastrados por las lluvias, o a causa de pozos sépticos diseñados sin las
técnicas adecuadas.
La ingeniera electricista Elisabeth Restrepo Parra,
profesora titular de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales,
analizó este problema con un equipo de investigadores, y decidieron tomar
cartas en el asunto aportando iniciativas que ayuden a mejorar la situación del
agua para los habitantes tanto de Tumaco como de las subregiones: Pacífico Sur
(Tumaco y Salahonda), Sanquianga (El Charco, Mosquera, Olaya Herrera) y Telembí
(Barbacoas, Magüí Payán y Roberto Payán).
El alcantarillado de Tumaco cubre solo el 12 % de la
demanda, por lo que más del 61 % de las viviendas usan pozos sépticos
hechos por maestros de obra, y el 29 % disponen las aguas residuales a
campo abierto. Aunque el nivel de riesgo de calidad del agua es bajo, esta no
es apta para el consumo debido a que la planta de tratamiento de agua potable
es deficiente por todos estos factores, y además el 58 % de la población
no tiene acceso a estas fuentes.
En ríos, arroyos, quebradas y otros cuerpos hídricos se han
encontrado diversos aceites y bacterias, entre otros contaminantes emergentes,
además de metales pesados como el mercurio, usado en la minería ilegal (aquí se
incluirían sustancias como el petróleo, la gasolina, plásticos, disolventes,
detergentes, etc.). Estos compuestos presentan estructuras moleculares
complejas que se filtran en el subsuelo y contaminan las aguas subterráneas
dificultando su proceso de limpieza.
A esta situación se atribuyen casos de enfermedad diarreica
aguda (EDA) y afectaciones en la piel. Según el Análisis Situacional de Salud
(ASIS) realizado en 2020, en Tumaco la tasa de mortalidad por EDA en menores de
5 años muestra un comportamiento variable con tendencia a crecer entre 2016 y
2020.
Carbón activado de coco
El estudiante Kevin Jair Castillo Delgado desarrolló esta
propuesta que permite elaborar filtros con cáscara de coco, los cuales pueden
remover contaminantes en el agua. Él es oriundo de Barbacoas (Nariño), adelanta
la carrera de Ingeniera Física a través del Programa Especial de Admisión y
Movilidad Académica (Peama) de la UNAL Sede Manizales, y es integrante del
equipo de la profesora Restrepo.
El proceso comienza con la carbonización de la cáscara de
coco, transformándola en carbón activado, el cual tiene una gran superficie
porosa capaz de retener partículas contaminantes, lo que mejora
significativamente la calidad del agua.
Para ello utilizaron nanotecnología –que permite manipular
materiales a escalas casi atómicas–, a fin de generar nuevas estructuras o
dispositivos para mejorar la función del carbón activado con micropartículas de
dióxido de titanio, un compuesto conocido por sus propiedades fotocatalíticas,
es decir capaz de mineralizar los contaminantes y no generar sustancias
nocivas. En el estudio se evidenció que con esta metodología se pueden
inhabilitar metales pesados como plomo, cromo y mercurio, principal contaminante
de la minería ilegal.
“Con las nanopartículas de dióxido de titanio se redujo el titanio, por medio de ruta verde no contaminante”, anota el estudiante Castillo.
Cuando se exponen a la luz, estas nanopartículas descomponen
contaminantes orgánicos y eliminan bacterias (un proceso conocido como
fotocatálisis), que al combinarlas con el carbón activado limpian el agua
haciéndola segura para el consumo humano.
Las pruebas realizadas tanto en laboratorio como en campo
demostraron que este filtro es capaz de eliminar efectivamente una amplia gama
de contaminantes presentes en las aguas residuales, entre ellos metales pesados
–como mercurio, cromo y plomo–, además contaminantes emergentes como pesticidas
y fármacos.
El uso de materiales locales como la cáscara de coco también
reduce los costos de producción haciendo esta tecnología asequible para las
comunidades rurales de Tumaco, que son las más afectadas por la contaminación
del agua.