Después de romper la barrera de los 3.000 dólares por onza, el precio del oro mantiene su tendencia al alza marcando récords históricos. Según expertos, esa cifra se mantendrá en los próximos meses, lo que motivará los procesos informales de extracción minera y de explotación ilegal en países como en Colombia, en donde la mayoría del metal se obtiene por esta vía.
En el país más del 90 % de la extracción del oro es
informal y se realiza por minería artesanal y de pequeña escala, a la que se
dedican más de 350.000 personas que encuentran en el barequeo y actividades
similares un medio de subsistencia, y que genera cerca de 1 millón de empleos,
según el Informe nacional: minería ilegal y contaminación por mercurio
en Colombia, publicado en 2024 por la Procuraduría General de la Nación
(PGN). En Antioquia, Cauca y Chocó, donde se concentra el 80 % de la
producción nacional de oro, el 95 % es realizado por organizaciones de
menos de 25 trabajadores.
Según el Informe, la minería ilegal se presenta
en 323 municipios de 26 de los 32 departamentos de Colombia, y en 2022 creció
un 19 %. El 85 % del oro que exporta el país tiene un origen ilícito,
y el 70 % de este es controlado por grupos armados ilegales que han
encontrado en esta práctica una forma de financiar sus actividades, incluso más
lucrativa que la cocaína, y a veces a gran escala con dragas y maquinaria
pesada como en el río Quito (Chocó). Ante el auge del oro se ha evidenciado un
aumento de este tipo de extracción en zonas como Santa Fe de Antioquia y
Buriticá (Antioquia).
El docente señala además que “ante este panorama, los altos
precios del oro implican un incremento considerable en el mercado ilegal del
mercurio, utilizado de manera irracional –técnica y ambientalmente– en las
explotaciones de oro aluvial”. Por ejemplo, el Informe de la
PGN indica que en Cauca se vierten en promedio 16,85 t anuales de mercurio
y se usan 8,56 g por cada gramo de oro extraído, a pesar de que en
Colombia el mercurio está prohibido según el Acuerdo de Minamata. Así mismo
demandará más explosivos que se usan en la minería subterránea de oro de veta.
Según la Agencia Nacional de Minería y la Unidad Planeación
Minero Energética (UPME), en 2024, mientras todas las exportaciones mineras se
redujeron, el oro incrementó un 20,5 %.
El profesor Franco agrega que “los procesos informales de
extracción minera de oro aumentan para aprovechar el precio de oportunidad de
las altas cotizaciones del mineral”. Lo que preocupa es que esta situación
lleva a que el Estado deje de percibir incalculables sumas de dinero
provenientes de estas explotaciones, pues no se pagan cargas impositivas ni
tributarias, y mucho menos regalías fruto de esta extracción, por lo que esta
renta minera que no se distribuye equitativamente en toda la población debería
financiar proyectos locales, departamentales y nacionales, mas no los bolsillos
ilícitos.
Oportunidades y desafíos
“En Colombia seguimos enfrentando un desafío que parece
insuperable: la incapacidad de construir una política pública eficaz que les
permita a los mineros informales acceder de manera rápida y sencilla a
programas de formalización, ya que los requisitos y la inversión necesaria para
sus títulos los lleva a preferir la informalidad”, sostiene el profesor Franco.
Por eso propone construir puentes entre las grandes empresas
mineras y los pequeños mineros que cumplan requisitos básicos para
formalizarse, con el fin de construir una cadena productiva de la extracción
del oro, una minería bien hecha que proteja la flora y la fauna de la
contaminación, y además formalizada, de modo que permita aprovechar los
conocimientos de todos los actores para convertir el sector minero en un
apalancador de responsabilidad social y protección del medioambiente.
“La propuesta no es solo una solución pragmática, sino un
modelo en el que todos ganan. El Estado se beneficiaría al reducir los niveles
de informalidad y aumentaría el recaudo tributario, lo que fortalecería las
finanzas públicas. Las empresas mineras, por su parte, podrían aprovechar los
altos precios del oro para mejorar sus balances financieros y generar mayor
confianza entre sus accionistas. Los mineros formalizados accederían a
prestaciones sociales y seguridad laboral, protegiendo tanto su bienestar como
el de sus familias”, concluye el docente.
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