La Ciénaga Grande de Santa Marta, un vasto complejo lagunar considerado como uno de los ecosistemas más importantes del Caribe colombiano, ha sido el escenario de la muerte masiva de peces, lo que afecta a miles de familias de la región que dependen de la pesca. Para atender este fenómeno –provocado por el crecimiento descontrolado de algas tóxicas y el aumento de la temperatura–, un equipo científico logró validar y poner en funcionamiento una herramienta predictiva capaz de anticipar con precisión cuándo las condiciones del agua afectarían la vida marina.
La muerte masiva de peces como róbalo, lisa, tilapia,
mojarra y pargo en la Ciénaga Grande de Santa Marta se relaciona con los
florecimientos algales nocivos (FAN), un fenómeno natural que se vuelve más
frecuente y peligroso por el cambio climático y la contaminación que llevan las
aguas residuales agrícolas o humanas, con fertilizantes o detergentes ricos en
fósforo.
Cuando microalgas como Anabaenopsis encuentran
un exceso de nutrientes –entre ellos el fósforo– proliferan descontroladamente.
Este “brote” de algas consume el oxígeno disuelto en el agua generando hipoxia
(bajo oxígeno) o anoxia (ausencia total de oxígeno), lo que provoca la asfixia
de peces y otros organismos acuáticos.
Estos eventos tienen consecuencias no solo ecológicas, sino
también sociales y económicas: los pescadores pierden su sustento, se afectan
los ecosistemas costeros, y si no se actúa a tiempo se pueden generar impactos
sobre la salud pública. Según Parques Nacionales Naturales, más de 30.000
habitantes dependen de los recursos pesqueros del complejo lagunar de esta
región.
Una aplicación para actuar a tiempo
A mediados de la década de 1990 científicos colombianos propusieron una idea visionaria: crear una herramienta que permitiera anticipar estas crisis, y así nació el indicador de riesgo de muerte de aerobios (IRMA), diseñado para alertar sobre el riesgo de mortandad masiva de peces a partir del monitoreo de tres variables esenciales del agua: fosfato (PO₄), clorofila (CLA) y oxígeno disuelto (OD).
Sin embargo en ese entonces el IRMA no se pudo validar con
suficientes datos y su uso se descontinuó hasta ahora, cuando un equipo de
trabajo lo retomó y actualizó utilizando 5.778 registros históricos
recolectados entre 1993 y 2019 en 71 Estaciones de Monitoreo de la Ciénaga
Grande de Santa Marta, información que se consolidó gracias a la cooperación
del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (Invemar).
rehabilitación de la Ciénaga Grande de Santa Marta”
(Pro-Ciénaga), dirigido por el doctor Horst Salzwedel, biólogo marino de la
Universidad de Kiel (Alemania).
El resultado es una versión validada, precisa y operativa
del IRMA, y, aún más importante, un sistema de alerta temprana listo para ser
utilizado por autoridades ambientales, pescadores y cualquier persona
interesada en proteger este ecosistema vital, con una precisión del 78 %
para predecir la mortandad de estos peces.
El proyecto no se quedó en el laboratorio, sino que con el
apoyo de desarrolladores de Nova Transmedia, el equipo creó una aplicación
móvil gratuita que ya está disponible en App Store
(https://apps.apple.com/es/app/florecimientos-algales-nocivos/id1602753063),
que pone el IRMA directamente en la palma de la mano.
La app les permite a los usuarios ingresar
valores de fósforo, clorofila y oxígeno disuelto obtenidos con sensores básicos
o estaciones de monitoreo, y el sistema calcula automáticamente el nivel de
riesgo de mortandad de peces en una escala que va de “poco riesgo” a “muy alto
riesgo”.
También ofrece un tablero gráfico interactivo, mapas de
riesgo geoespacial y un módulo educativo virtual que enseña a identificar
microalgas tóxicas, realizar muestreo de campo y entender los ciclos ecológicos
de la Ciénaga.
El estadístico Luis Felipe Santos Becerra, magíster en
Biología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), trabajó en la
investigación con los profesores José Ernesto Mancera, del Departamento de
Biología, y Liliana López Kleine, del Departamento de Estadística. El estudio
contó con toda la rigurosidad científica necesaria, pues se utilizaron modelos
estadísticos avanzados como análisis multivariados, aprendizaje automático (machine
learning) –a través de bosques aleatorios utilizados para predicción–, y
modelado geoestadístico (Kriging).
Además contiene datos históricos valiosos, que integran más
de dos décadas de monitoreo ambiental y noticias que permiten observar patrones
a largo plazo que antes eran invisibles; y una aplicabilidad real, ya que la
herramienta se diseñó no solo para investigadores sino también para pescadores,
educadores, estudiantes, y autoridades que necesitan actuar con rapidez.
Un problema que se extiende
Este problema sigue latente, pues en 2019 el Invemar señaló
que más de 2 toneladas de peces en la Ciénaga Grande de Santa Marta
(desembocaduras de los ríos Fundación y Aracataca) murieron por el fenómeno de
disminución de oxígeno con varias causas, entre ellas el aumento de la
temperatura por el fenómeno de El Niño, un evento asociado con el incremento de
algas tóxicas como las cianobacterias.
De hecho en medio del mar ya hay zonas llamadas como
“muertas”, que son como grandes bolsas sin oxígeno, y por ende sin vida. Un
estudio de 2018 publicado en la revista Science mostró que
desde mediados del siglo XX estas zonas se han cuadruplicado en los océanos,
mientras que cerca de las costas se han multiplicado por 10. Estas condiciones
se dan por el aumento de calor de la Tierra, que es la base para que las
cianobacterias se sigan reproduciendo; se estima que en los próximos 5 años la
temperatura aumentaría 1,5 °C de más.
Según la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap),
en Colombia hay más de 300.000 pescadores y solo en 2021 la pesca y la
acuicultura alcanzaron una producción de más de 300.000 toneladas, en especial
de tilapia, cachama, trucha y camarón. Sumado a esto, el consumo per cápita de
pescado pasó de 6,9 kg en 2018 a 9,6 kg en 2022, datos que evidencian
la importancia de este sector no solo para esta región costera sino para todo
el país.
Por eso la investigación del magíster Santos se convierte en
un salvavidas, pues permite tener herramientas que generen sistemas de alerta
temprana frente a la mortandad de peces, un problema que incide directamente en
la economía no solo del Caribe sino del país, y de la cual dependen miles de
familias.
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