En el Museo de Arquitectura Leopoldo Rother de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá, las imágenes dejaron de ser simples artefactos técnicos para transformarse en relatos íntimos, poéticos y críticos tejidos por estudiantes, quienes encontraron en la fotografía una forma de mirar el mundo desde adentro. La exposición de la XVIII Cohorte de la Especialización en Fotografía reúne esas miradas en una muestra que va más allá del registro visual y se convierte en experiencia sensible.
Con la curaduría de los docentes Clara Forero, Ana Adarve,
Jaime Romero y Guillermo Santos, esta muestra recoge 20 universos personales,
que aunque distintos en forma y enfoque tienen en común una mirada comprometida
con el acto de crear desde la imagen.
“La fotografía ha permeado la sociedad de tal forma, que ya
no se limita a una técnica ni a un soporte. Hoy lo importante es lo que cada
estudiante quiere decir y cómo lo explora”, afirma el profesor Santos, de la
Escuela de Diseño Gráfico y guía del Taller de Proyectos.
Eso es precisamente lo que da forma a esta exposición: una
mezcla de sensibilidades que abarca desde las técnicas del siglo XIX –como el
cianotipo– hasta obras que integran instalación, video, imagen generada por
computador o textiles. No hay una receta. La Especialización se plantea como un
espacio de acompañamiento y afinación del ojo creativo, en donde cada
estudiante parte de una idea propia y la transforma durante el proceso
formativo, con el respaldo de un equipo docente que no impone caminos, sino que
afina brújulas.
Una de esas brújulas la sostiene Sara Cristancho, estudiante
de la Especialización e integrante del grupo de difusión, quien comenta que
“cada proyecto es el resultado de un diálogo profundo entre lo técnico, lo
conceptual y lo emocional. Lo que el público verá es el rastro de ese
recorrido, obras que van desde la fotografía macro hasta piezas que abordan
problemas sociales, reflexiones sobre la universidad o exploraciones del mundo
interior”.
Su propio trabajo se sitúa en el espacio entre el atardecer
y el amanecer, capturado en exposiciones largas con cámaras en vivo desde las
calles de Tokio o el espacio exterior. Inspirada en la película Perdidos
en Tokio, su serie explora el desarraigo, la introspección y la nostalgia
de los rituales nocturnos. “La noche y la imagen se funden en una especie de
rompecabezas emocional que revela cómo nuestros espacios íntimos terminan
siendo un reflejo de nosotros mismos”.
Esta XVIII Cohorte es entonces un testimonio vivo de que la
fotografía como arte, como disciplina, como medio, sigue reinventándose en
manos de quienes se atreven a mirar más allá del lente. La exposición estará
abierta al público con recorridos guiados y talleres que invitan a dialogar
sobre los procesos detrás de cada obra. Más que una muestra, es una invitación
a detenerse, mirar, y de pronto reconocerse en la imagen del otro.
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