viernes, 20 de junio de 2025

En una isla remota de la Antártida, bacterias abren nuevas rutas para la Astrobiología

 En un rincón volcánico y helado de la Antártida, en donde el frío extremo y el viento constante desafían la vida, un puñado de bacterias rompe todos los pronósticos. Allí, en la isla Media Luna, investigadores colombianos encontraron microorganismos con la particular habilidad de liberar el fósforo atrapado en las rocas. Este hallazgo, que parecería menor, abre una puerta fascinante hacia la Astrobiología, disciplina científica que explora la posibilidad de vida más allá de la Tierra, y también hacia nuevas formas de agricultura en ambientes extremos.

El estudio, liderado por investigadores del Grupo de Ciencias Planetarias y Astrobiología (GCPA) de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y la Corporación Científica Laguna, publicado en la revista Polar Biology, identificó bacterias del género Pseudomonas capaces de solubilizar fosfatos en suelos volcánicos antárticos. En condiciones que simulan lo que sería vivir en Marte —bajas temperaturas, alta radiación UV, escasez de agua líquida y suelos minerales—, estos microorganismos no solo sobreviven, sino que además transforman el ambiente liberando nutrientes esenciales para la vida.

“El fósforo es uno de los elementos más escasos del sistema solar, pero biológicamente es indispensable: forma parte de nuestro material genético y está en las moléculas que transportan energía en las células. Si se encontrara fósforo soluble en Marte, eso sería una biofirma, una pista de que hubo vida capaz de transformarlo”, explica una de las autoras del estudio, la bióloga María Angélica Leal, estudiante del Doctorado en Ciencias - Biología de la UNAL y en Investigación Espacial y Astrobiología de la Universidad Alcalá de Henares (España).

Durante el verano austral, el equipo recolectó muestras de sedimentos piroclásticos en seis puntos de la isla. En el laboratorio, bajo estrictas condiciones de refrigeración, aislaron 110 tipos de bacterias cultivables. Más del 90 % mostró capacidad para solubilizar fósforo y 6 presentaron la mayor actividad de solubilizar fosfato en medios donde este se encuentra en formas difíciles de aprovechar (insolubles). Esta capacidad se relacionó especialmente con el contenido de calcio en los suelos, y no tanto con la cantidad total de fósforo presente.

“El mecanismo que más observamos fue la producción de ácidos orgánicos, que permiten disolver minerales y liberar el fósforo. Esto tiene implicaciones no solo astrobiológicas sino también en la recuperación de suelos degradados o en la agricultura sostenible”, señala David Tovar, estudiante del Doctorado en Ciencias - Geociencias de la UNAL y de Investigación Espacial y Astrobiología de la Universidad de Alcalá de Henares (España), coautor del artículo.

Hallazgos con impacto en la Astrobiología y la sostenibilidad

Uno de los resultados más interesantes fue que, a pesar de la baja temperatura, las bacterias aisladas mostraron una actividad metabólica significativa, lo que sorprendió al equipo. Además el estudio detectó una relación inversa entre la presencia de fosfatasa ácida y la cantidad de bacterias  solubilizadoras de fósforo, lo que sugiere competencia microbiana por nutrientes, incluso en ambientes tan hostiles.

Las bacterias encontradas —entre ellas Pseudomonas yamanorumP. canavaninivorans y P. libanensis— son psicrófilas, es decir adaptadas al frío. “Han desarrollado mecanismos bioquímicos para sobrevivir en condiciones extremas, como la modificación de sus membranas para mantener la fluidez”, agrega la investigadora Leal.

La isla Media Luna, ubicada en las Shetland del Sur, tiene un alto potencial para ser clasificada como un “análogo terrestre” de Marte. “Tiene temperaturas bajo cero, radiación solar intensa, suelos ricos en calcio, hierro y fósforo, y escasa agua líquida. Estos factores la convierten en un modelo natural para estudiar cómo se habría originado la vida en el planeta rojo, o aún persistir”, indica el experto Tovar.


Detrás de la investigación también hubo una motivación científica más amplia: entender cómo ocurre el ciclo del fósforo en ecosistemas extremos donde casi no hay plantas ni animales. La pregunta era si los microorganismos estaban cumpliendo funciones esenciales en la movilización de nutrientes en condiciones tan inhóspitas como las de la Antártica.

El proceso de trabajo fue meticuloso: las muestras se recolectaron en bolsas estériles, se conservaron a 4 °C y luego se cultivaron a 15 °C en medios específicos como el SRS. Para identificar las bacterias con mayor actividad de solubilización y otras relevantes en el ciclaje de nutrientes se aplicó una batería de pruebas enzimáticas.

Además de imaginar la vida fuera de la Tierra, los microorganismos se podrían usar como biofertilizantes en suelos fríos o empobrecidos, o incluso como aliados en programas de revegetación de desiertos. “Estamos ante organismos resilientes, creativos, que cooperan entre sí. Esto nos obliga a repensar lo que entendemos por vida y adaptabilidad”, reflexiona la investigadora Leal.

Aunque por ahora la posibilidad de cultivar alimentos en Marte parece una utopía, estudios como este siembran las primeras semillas. “Quizá no haya que mirar tan lejos para imaginar lo que pudo —o aún puede— ocurrir en otros mundos. A veces la clave está bajo nuestros pies, aunque sea en el suelo congelado de una isla antártica”, concluyen los investigadores.